Una oportuna jornada de oración por China

La celebración, instituida por el Papa, hace suyo el dolor tras el terremoto

(María Gómez) Los católicos chinos llegan al 24 de mayo con sentimientos encontrados: de un lado, la alegría y el agradecimiento por la Jornada de Oración por la Iglesia en China instituida por Benedicto XVI el año pasado en su Carta a los católicos del país. Del otro, el sufrimiento y la tristeza tras el terremoto que el lunes 12 arrasó la provincia de Sichuan y que, al cierre de estas páginas, había dejado 40.075 muertos, 247.645 heridos y casi 5 millones de personas sin hogar, según las cifras oficiales.

“En Hong-Kong haremos lo que siempre hacemos en estos casos: nos movilizaremos para ofrecer ayuda inmediata a la población golpeada y difundiremos un llamamiento a la comunidad católica para recoger ayudas de emergencia”, explicaba el cardenal Joseph Zen Ze-kiun, quien conoció la noticia del terremoto durante una visita a Milán, y quien advertía: “Lo importante, cuando suceden calamidades semejantes, es no olvidarlas demasiado pronto”.

La Iglesia china se está movilizando para coordinar las ayudas. Según los testimonios recogidos por la Agencia Fides, decenas de templos han quedado afectados, cuando no derruidos, y muchas comunidades se han quedado aisladas; para más desgracia, esta tragedia ha venido a sumarse a las consecuencias todavía no superadas de las fuertes tormen­tas de nieve del pasado mes de enero.

La cercanía del Papa, expresada en ­forma de llamamiento en favor de los afectados por esta “dura prueba de una calamidad tan devastadora”, ha sido recibida por los católicos como un alivio. Más en vísperas de la Jornada del 24 de mayo, que en realidad no se está viviendo como se querría. El día está dedicado a la memoria litúrgica de María ‘Ayuda de los cristianos’, que se venera en el santuario de Sheshan, en Shangai, motivo por el cual se esperaba la movilización de cientos de miles de peregrinos. Pero el Gobierno de Pekín no quiere tener que volver a oír los reproches por la falta de libertad en el país (como ha ocurrido recientemente con las revueltas en el Tíbet), y en previsión de una hipotética reivindicación explícita de los católicos, y argumentando pretextos de “congestión”, ha endurecido las condiciones para las peregrinaciones, por lo que las propias parroquias han decidido limitarlas.

Nada ha cambiado

De hecho, el gesto de Pekín para con la Santa Sede, con el concierto organizado en Roma (VN nº 2.613), no convence al cardenal Zen, quien desde Italia declaraba que un posible viaje del Papa a China en este momento “sería instrumentalizado e incomprendido” porque el Gobierno es “omnívoro, todo lo quiere controlar” y “nada ha cambiado”.

 

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