Rouco: “El Ejecutivo es la verdadera presidencia de la CEE”

(Antonio Pelayo– Roma) La audiencia de Benedicto XVI con el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el lunes 19 de mayo, marcará un hito en la historia de nuestro Episcopado. Y lo hará porque, si bien la praxis habitual es que el Papa reciba a la nueva presidencia –es decir, presidente, vicepresidente y secretario– de las conferencias episcopales poco después de que entren en funciones, se sale de las normas que sean otros órganos colegiales los que se presenten al Pontífice.

De hecho, la petición del cardenal Antonio María Rouco Varela tras las elecciones del pasado marzo en la CEE creó alguna perplejidad en la Secretaría de Estado. Pero se dieron por buenas las razones invocadas para aceptar esta innovación. Al comienzo de la audiencia de ayer, el arzobispo de Madrid señaló: “Éste es el Comité Ejecutivo del Episcopado español, que es la verdadera presidencia de la Conferencia Episcopal”.

En torno a las doce y media de la mañana, Benedicto XVI acogió sonriente a los siete prelados que componen el Comité Ejecutivo de nuestra Conferencia, acompañados por el vicesecretario de Asuntos Generales, Eduardo García Parrilla, y el de Asuntos Económicos, Fernando Giménez Barriocanal. Rouco Varela fue el primero en entrar en la biblioteca privada de Su Santidad e introdujo a los restantes por este orden: el arzobispo de Sevilla, cardenal Carlos Amigo; el de Toledo, cardenal Antonio Cañizares; el de Barcelona, cardenal Lluis Martínez Sistach; el vicepresidente y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez; el arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro; y el secretario, Juan Antonio Martínez Camino, a quien, por cierto, Joseph Ratzinger le dijo: “Es la primera vez que le veo vestido de obispo”. Todos tomaron asiento en la mesa rectangular donde el Papa suele conversar con sus huéspedes y, una vez ausentados los fotógrafos y operadores de televisión, dio comienzo la audiencia en cuanto tal, a la que también asistía Fernando Chica, responsable de la sección española de la Secretaría de Estado, encargado de recoger por escrito los puntos esenciales de la conversación.

Tres cuartos de hora

Ése fue, efectivamente, el tono del encuentro, que duró tres cuartos de hora durante los cuales tomaron la palabra y expusieron sus puntos de vista todos los presentes, cada uno de ellos con sus matices personales. Ni la Sala de Prensa de la Santa Sede ni la Oficina de Prensa de la CEE han filtrado los temas objeto del encuentro, pero es fácil imaginarlos, ya que de lo que se trataba era de exponer al Papa las razones de esperanza y los motivos de preocupación que suscita en cada uno de ellos la realidad de la Iglesia y el conjunto de la sociedad española. No faltaron, como es lógico, alusiones y citas al Plan Pastoral para los años 2006-2010 elaborado y aprobado por la CEE, así como consideraciones sobre las coordenadas políticas e ideológicas en que va a desarrollarse la acción pastoral de obispos, sacerdotes, religiosos y seglares comprometidos en los años inmediatamente futuros. Para todos los presentes fue muy importante escuchar la palabra de Benedicto XVI –que iba a tomando alguna nota mientras hablaban sus interlocutores–, cuyo objetivo e intención era inyectar nuevo dinamismo y esperanzas a la Iglesia española.

Almuerzo con Vázquez

En torno a las dos de la tarde llegaron todos a la sede de la Embajada Española cerca de la Santa Sede, donde el embajador Francisco Vázquez les había invitado a almorzar. En la mesa y en la sobremesa hubo tiempo abundante para intercambiar impresiones sobre la audiencia con el Papa, sobre los muchos temas abordados en su presencia, sobre la garantía que supone para la libertad de las Iglesias locales en momentos difíciles la comunión con la Sede Apostólica y sobre las pautas que pueden marcar las relaciones entre la Iglesia y el Estado en los actuales momentos de nuestra España. El clima fue distendido, como es la norma en los salones del Palazzo di Spagna.

Más información en el nº 2.614 de Vida Nueva o en www.vidanueva.es.

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