Nuevo avance para la diplomacia entre la Santa Sede y China

Tras el concierto ofrecido a Benedicto XVI en Roma, éste felicita al Gobierno de Pekín por las Olimpiadas

(Antonio Pelayo– Roma) Al selecto amante de la música clásica que es Joseph Ratzinger, improbable lector de estas páginas, no le disgustaría que comencemos nuestra crónica semanal reseñando el concierto que el 7 de mayo ofreció en el ­Aula Nervi del Vaticano la Orquesta Filarmónica China a Su Santidad Benedicto XVI. Bajo la batuta del director Long Yu, los profesores de la orquesta, los coros de la Ópera de Shanghai y cuatro renombrados solistas interpretaron el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart y, como broche final, Flor de jazmín, una popular canción china que retomó Giacomo Puccini para su ópera Turandot.

Pero la cosa no quedó ahí, porque hubo también discursos. En sus palabras de presentación, Long Yu –el más internacional de los directores de orquesta de su país– aseguró que “el pueblo chino ha adoptado como objetivo común la construcción de una sociedad pacífica y armoniosa. Vivimos en una nación de rica diversidad cultural y espiritual. Creemos que la música puede servir como instrumento poderoso para hacer más profundo el entendimiento cultural entre los pueblos de todas las naciones”.

Benedicto XVI no se quedó corto: “La música, y más en general, el arte pueden convertirse en vehículo privilegiado de encuentro y de recíproco conocimiento y estima entre pueblos y culturas diversas”. “Acogiéndoos a vosotros, queridos artistas chinos –añadió–, el Papa quiere acoger idealmente a todo vuestro pueblo, con un pensamiento especial para vuestros conciudadanos que comparten la fe en Jesús y están unidos con un vínculo especial al Sucesor de Pedro”. El Santo Padre envió un saludo “a todos los habitantes de China que, con las próximas Olimpiadas, se preparan para vivir un acontecimiento de gran valor para toda la humanidad”. Estas palabras, las primeras que el Papa ha pronunciado sobre el magno acontecimiento deportivo del próximo mes de agosto, fueron difundidas a lo largo y ancho del vasto continente chino gracias a la televisión estatal, que retransmitió el concierto.

En el Vaticano están supercontentos con este gesto del Gobierno de Pekín (émulo de la “diplomacia del ping-pong” que consolidó el deshielo chino-estadounidense bajo la presidencia de Nixon), acompañado de datos tan significativos como la presencia del embajador chino en Italia, de la señora Deng Rong, hija del difunto líder Deng Xiao Ping, y del viceministro chino para Asuntos Europeos. Al final del concierto, todos saludaron con gran respeto al Papa y a otros eclesiásticos que llevan años trabajando para el acercamiento chino-vaticano, como el cardenal Roger Etchegaray; Claudio Celli, con larga experiencia diplomática, y el subsecretario para las Relaciones con los Estados, Pietro Parolin, sobre quien recae ahora la responsabilidad directa de los contactos con las autoridades chinas.

No se olvide que hace apenas dos meses el Papa convocó una reunión de trabajo de la Comisión sobre la Iglesia en China y que una de las decisiones que habrá que tomar es el rango de la delegación vaticana que asista a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos y quién la debe presidir. Las relaciones con la gigantesca realidad china siguen siendo una de las prioridades diplomáticas de este pontificado.

Visita oficial

Como ya anticipamos en nuestro último número, del 6 al 10 de mayo ha tenido lugar la visita al Papa y a la Santa Sede de Karekin II, patriarca supremo y Catholicos de todos los Armenios, de cuya importancia da prueba el dato de que la delegación que le acompañaba estaba compuesta nada menos que por 11 arzobispos, siete obispos y cinco personalidades más en representación de las Iglesias armenias en los Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, ­Georgia, Brasil, Egipto, Siria, Jerusalén y Estambul. La separación se produjo en el Concilio de Calcedonia (año 451), y hoy la Iglesia armenia suma 7 millones de fieles.

El comienzo oficial de la visita fue en la audiencia general del miércoles. Acompañado por el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Karekin II tomó asiento al lado de Benedicto XVI, que, en su breve alocución, manifestó alegría por su presencia y agradecimiento por su “personal compromiso a favor de la creciente amistad entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica”. El patriarca respondió, afirmando que, “a pesar de nuestras divergencias dogmáticas y culturales, todos somos hijos de un solo Dios y somos verdaderamente hermanos y hermanas en su santo amor”. Ambos se estrecharon en un fraterno abrazo aplaudido por las decenas de miles de peregrinos.

El segundo gran momento fue el caluroso encuentro privado que mantuvieron el viernes, al que siguieron la audiencia a todo el séquito y la celebración ecuménica de la hora media en la Sala Clementina. “Venimos –dijo con cierta solemnidad Karekin II– de una antigua tierra donde nació el primer estado cristiano a través de la predicación de los apóstoles y donde la fe no se ha extinguido nunca”. Después de subrayar los comunes lazos en la fe, invitó a Benedicto XVI a visitar Armenia y la Santa Sede de Etchmiadzin, como ya hizo Juan Pablo II.

El 25 de julio de 1968, Pablo VI publicó la encíclica Humanae Vitae, que, como es bien conocido, produjo en todo el mundo oleadas de conmoción y de protestas, algunas de ellas, de insospechada violencia. Cuarenta años después, la Pontificia Universidad Lateranense, cuyo rector es monseñor Rino Fisichella, organizó el congreso internacional Custodios e intérpretes de la vida. El sábado 10 de mayo, el Papa recibió a todos los participantes en la Sala Clementina del Palacio Apostólico e hizo su cualificada aportación al tema.

“Elaborada a la luz de una difícil decisión –reconoció Ratzinger–, la encíclica fue un significativo gesto de valentía al rea­firmar la continuidad de la doctrina y de la tradición en la Iglesia. Este texto, con frecuencia malentendido y equivocado, hizo discutir mucho, porque se situaba en los albores de una profunda contestación que marcó la vida de varias generaciones. Cuarenta años después de su publicación, sus enseñanzas no sólo manifiestan la verdad inmutable, sino que revelan la clarividencia con la que se afrontó el problema”.

Benedicto XVI indicó, como clave de interpretación de la Humanae Vitae, el concepto cristiano del amor, “que se hace cargo de la unidad de la persona y de la total coparticipación de los esposos que, al acogerse recíprocamente, se ofrecen en una promesa de amor fiel y exclusivo que surge de una genuina opción de libertad. ¿Cómo podría un amor de esta naturaleza permanecer cerrado al don de la vida?”. Según el Papa, el origen de la oposición al magisterio de Pablo VI hay que atribuirlo a una cultura donde prevalece el tener sobre el ser. “Si el ejercicio de la sexualidad se transforma en una droga que quiere condicionar al compañero a los propios deseos e intereses, sin respetar los tiempos de la persona amada, lo que debe defenderse no es sólo el verdadero concepto del amor, sino en primer lugar la dignidad de la misma persona. Como creyentes, no podremos nunca permitir que el dominio de la técnica pueda invalidar la calidad del amor y la sacralidad de la vida”.

El domingo de Pentecostés, el Papa sufrió una caída sin importancia en el ­altar donde celebraba la misa. “Se ha tratado –dijo el P. Lombardi– de un pequeñísimo incidente sin consecuencia alguna”. A los que han comenzado a agitar el rumor de no se sabe bien qué tipo de enfermedades que asaltan la salud del Pontífice, de 81 años, el azar no les ha sido propicio.

AGRADECIMIENTO AL PATRIARCA ARMENIO

Durante su encuentro con el Catholicos Karekin II, Benedicto XVI recordó las cordiales relaciones existentes entre los patriarcas Vasken I y Karekin I y los papas Pablo VI y Juan Pablo II, al que ya había visitado Karekin II en el año 2000. “La reciente historia de la Iglesia Apostólica Armenia –dijo el Papa– ha sido escrita con los expresivos colores de la persecución y el martirio, la oscuridad y la esperanza, la humillación y el renacimiento espiritual… Gracias a vuestro liderazgo espiritual, la luz de Cristo relumbra de nuevo en Armenia y las palabras salvíficas del Evangelio pueden volver a escucharse. Por supuesto, afrontan ustedes numerosos cambios en lo social, lo cultural y lo espiritual. A este propósito quiero mencionar las recientes dificultades sufridas por el pueblo de Armenia y le expreso el apoyo con la oración de la Iglesia católica en su búsqueda de la justicia y la paz para la promoción del bien común”.

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