Los obispos piden ‘unidad contra ETA

La CEE dice que atentar contra las Fuerzas de Seguridad es “ir directamente contra la democracia”

(Victoria Lara) Un guardia civil de 41 años, Juan Manuel Piñuel Villalón, es la última víctima mortal de ETA tras el atentado del pasado 14 de mayo en Álava, que se saldó además con otros cuatro agentes heridos: dos mujeres y dos hombres de entre 34 y 41 años de edad. La Conferencia Episcopal Española (CEE) y los obispados de Vitoria y Bilbao emitieron comunicados pocas horas después del atentado, condenando la acción terrorista y reclamando la paz para el País Vasco.

En su escrito, la CEE ha calificado de “vil y cobarde” la acción de ETA y ha reiterado su condena del terrorismo, “que es intrínsecamente perverso, porque conculca grave y sistemáticamente el derecho a la vida y es muestra de la más dura intolerancia y totalitarismo”. El Episcopado manifiesta que atentar contra las Fuerzas de Seguridad es “ir directamente contra la democracia, puesto que a ellas encomienda la Constitución la protección del libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”. Al mismo tiempo, hace llegar a la esposa y familia del fallecido, así como a los familiares de las otras víctimas, la condolencia de todos los miembros de la CEE y la esperanza en que, a través de la oración, se mantega “serenidad en la desgracia y lucidez para trabajar, en la unidad, por la derrota del terrorismo”.

La misma esperanza en lograr la paz expresa Miguel Asurmendi, obispo de Vitoria, quien manifesta su condena del atentado, de sus autores, inspiradores y colaboradores. “La vida humana nunca debe ser medio de búsqueda de cualquier tipo de fines. La persona humana es fin en sí misma”, dice.

El agente, natural de Melilla, murió tras la explosión de una furgoneta bomba ocurrida en la madrugada del 14 de mayo contra la casa cuartel de la Guardia Civil en la localidad alavesa de Legutiano, a 17 kilómetros de Vitoria. Juan Manuel Piñuel, que estaba casado y tenía un hijo, se encontraba de guardia en la garita del cuartel cuando ocurrió la explosión. El resto de heridos sufrieron politraumatismos, y fueron ingresados en varios hospitales de la capital alavesa. El atentado se produjo sin aviso previo y las Fuerzas de Seguridad creen que ha sido obra del comando Vizcaya de ETA, tras analizar la forma de actuar de los terroristas y la ruta seguida en su huida.

El domingo, 18 de mayo, tuvo lugar el homenaje institucional a las víctimas del terrorismo que, por segundo año consecutivo, organiza el Gobierno vasco por mandato del Parlamento autonómico. El acto quedó marcado por el recuerdo de la última víctima de la violencia terrorista. Pocas horas después, en la madrugada del domingo al lunes, una furgoneta bomba estalló en la localidad de Getxo (Vizcaya). La zona había sido evacuada por la Ertzaintza, por lo que no hubo heridos.

NO ES UN PROBLEMA VASCO. ES UN PROBLEMA DE DIGNIDAD HUMANA

(Juan Rubio– Director) Al cierre de este número nos llega la aciaga noticia; siempre, lamentablemente esperada y temida, como la serpiente agazapada en la madriguera buscando la mordedura letal. La vida de Juan Manuel Piñuel quedó destrozada en la madrugada en esta guerra sin cuartel que ya va para medio siglo. Los cuerpos de sus compañeros, heridos por la vesania traicionera, han quedado marcados, como queda marcada el alma. Ahorro adjetivación. La prudencia ha de imponerse. Un muerto más, mientras los políticos se pelean buscando el camino que acabe con la lacra terrorista. El pueblo sencillo aguarda el punto y final de esta barbarie de la sinrazón. Hoy más que nunca pedimos, porque cada día se agranda más la brecha, la unidad de las fuerzas políticas, tan necesaria, tan urgente, tan crucial y tan difícil. Lo demanda el pueblo sensato; no el pueblo que calla ante la barbarie o secunda con sonrisa meliflua el crimen. Hablamos del pueblo español, el de todos los pueblos de España. No son sólo vascos los acribillados. Son todos españoles: los cántabros y los astures; los gallegos y los catalanes; los castellanos y los andaluces y también los de las islas y hasta los latinoamericanos. ¿Qué hemos hecho como para que nos maten como conejos? Todos, junto a todos los pueblos del mundo. Nos cuesta digerir el crimen terrorista como nos cuesta ver cómo el enfrentamiento entre los políticos arrolla toda posibilidad de poner fin a esta carrera de odio y violencia. Nos cuesta entender el silencio de quienes apoyan a ETA y la impasible actitud de quienes, sembrando vientos, no cierran la posibilidad de borrasca. Hoy es necesario, junto a la oración por la paz, una apuesta de solidaridad afectiva y efectiva con las víctimas. Hace falta, un compromiso de paz cercana. Hoy todos estamos junto a la Guardia Civil, junto al pueblo vasco, junto a las víctimas de ETA, junto a las familias. Estamos junto a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que desean decir ¡basta ya! No es un problema vasco; no es un problema nacional. Es un simple problema de dignidad humana.

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