“Algunas inquietudes, pero ninguna angustia”

Las religiosas jóvenes de francia buscan su hueco en una iglesia que las “aísla”

(M. G.) Las religiosas jóvenes de Francia perciben una cierta desatención con respecto a sus necesidades, se consideran “aisladas” a veces, y otras, que “se les pide demasiado”. Pero fieles a su vocación, no pueden menos que mostrarse esperanzadas: “¡La vida se está abriendo!”. Frases de este tipo adornaban los salones de trabajo en los que unas 300 religiosas jóvenes se reunieron a principios de mayo para evaluar el presente y el futuro de la vida religiosa en Francia.

La iniciativa fue de la Conferencia de Superioras Mayores, y junto con las 300 monjas francesas y extranjeras de entre 25 y 55 años, participaron 81 Superioras Mayores y unas 50 formadoras y acompañantes. El diario francés La Croix recogía varios testimonios entre las asistentes, que constataban una sensación de abandono por parte de la institución: “Somos un lugar en la Iglesia mal reconocido. Puede ser un sufrimiento”.

Sin embargo, lejos de quedarse en quejas, este colectivo apuesta por hacerse un hueco significativo. En una encuesta dirigida por el teólogo dominico Jean-Claude Lavigne, se revela que “no hay ‘una’ forma de vida religiosa, sino una gran variedad”. Las religiosas demandan formación intelectual y práctica para poder tomar decisiones, aseguran que de­sarrollar sus tareas de apostolado es “su felicidad” y comparten el deseo de anunciar la fe y la vocación a la vida consagrada de un modo más explícito que sus mayores. Porque también en ese sentido hay cambios.

El perfil que se desprende del estudio es el de monjas deseosas de mantener el contacto con su familia, amigos y grupos espirituales originales, y que necesitan tiempo para sí mismas. Según subrayaba el P. Lavigne, igualmente se distinguen por su “deseo de radicalidad”, si bien este deseo no se traduce de la misma manera según los Institutos: para unas, es radicalidad en la solidaridad con los pobres; para otras, en la ruptura con el mundo. Finalmente, el envejecimiento de las numerosas congregaciones es abordado, en el seno de éstas, más bien como un “desafío”, y no como una carga. En palabras del P. Lavigne, se evidencian “algunas inquietudes, pero ninguna angustia”.

Carismas compartidos

Entre las experiencias presentadas, destaca las llamadas ‘redes intercongregacionales’, que agrupan, por ejemplo, a religiosas de diferentes zonas del país. Una de ellas aseguraba: “Esta red es un lugar importante, incluso aunque amo mucho a mis hermanas. Supone un impulso para cada una de las que participamos en esto”.

 

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