Fernando Lugo, nuevo presidente para un Paraguay ilusionado

La victoria del ex obispo de San Pedro pone fin a 61 años de hegemonía del Partido Colorado en el país

(J. M. Castelblanque) El triunfo de Fernando Lugo en las elecciones de Paraguay, celebradas el 20 de abril, puso fin a uno de los últimos gobiernos hegemónicos de América Latina y confirmó el giro hacia la izquierda que se viene produciendo desde hace algunos años en el continente. Al final, la victoria de la Alianza Patriótica para el Cambio fue más amplia de lo que vaticinaban las encuestas, pero sin alcanzar la mayoría absoluta, lo que quizás impida a su candidato tener un gobierno tranquilo. Lugo ganó las elecciones con un 40,8% de los votos, mientras que la oficialista Blanca Ovelar obtuvo el 30,8%, y el general golpista retirado Lino Oviedo un 22%, según los datos que facilitó el Tribunal Electoral.

Nada más conocerse los resultados, hicieron acto de presencia los fuegos artificiales y las bocinas de los coches, que sumieron al país en una fiesta hasta bien entrada la madrugada. La jornada electoral se desarrolló con tranquilidad, y en ella casi tres millones de ciudadanos acudieron a la llamada de las urnas, pese a las fuertes lluvias caídas en los días previos, que afectaron a caminos vecinales sin asfaltar. El ex presidente colombiano Andrés Pastrana, al frente de la misión de observación internacional IFES, definió estos comicios poco antes del cierre de las mesas como “una gran fiesta democrática”. Sin embargo, la organización Transparencia Internacional denunció haber comprobado la compra de votos, reparto de dinero en locales de votación y la presencia de representantes del Partido Colorado en “situación intimidatoria”.

Tras saberse ganador, Lugo se dirigió a la ciudadanía: “Les pedimos que nunca nos dejen solos, la democracia la haremos juntos…, que este pueblo sea conocido de ahora en adelante más por su honestidad que por su corrupción”, proclamó ante la multitud congregada en el centro de Asunción. El nuevo presidente paraguayo, que ha reconocido su intención de reformar la Constitución, porque “la actual Carta Magna se hizo en 1992 y hay muchas instituciones creadas que no han tenido el resultado esperado”, tiene entre sus planes aumentar la riqueza nacional gracias a la exportación de energía eléctrica y frenar la corrupción y la cruel desigualdad social. Una apuesta por los pobres que “es una opción pastoral no excluyente: hay que incluir a los pudientes para poder consensuar temas”, afirmó el presidente electo.

Por su parte, el mandatario saliente, Nicanor Duarte, que encarnaba la imagen del fracaso, incluso más que la candidata Ovelar, asumió su “responsabilidad histórica” en la derrota del Partido Colorado y prometió una transición tranquila. “A partir de este momento voy a colaborar para que el traspaso de poder se realice en un marco pacífico, de entendimiento y con espíritu de construcción”, dijo. “Quiero resaltar –añadió– que por primera vez en la historia política de Paraguay se producirá un traspaso de un partido a otro sin derramamiento de sangre, sin golpe de estado, sin violencia”.

Cuando Lugo tome el bastón de mando el 15 de agosto, seguramente estarán presentes todos los países en la órbita del MERCOSUR, cuyos presidentes ya han felicitado a su homólogo paraguayo, con quien sin duda comparten muchos postulados políticos, como ellos mismos han reconocido en las últimas semanas.

PETICIÓN DE PERDÓN

Fernando Lugo, que se encuentra suspendido a divinis por el Vaticano (lo que significa que no tiene permitido ejercer su ministerio episcopal, aunque sigue siendo obispo), afirmó que prefiere “seguir perteneciendo a esta Iglesia, que tanto amo y, al mismo tiempo, buscar una salida de consenso que pueda beneficiar a todos y, sobre todo, al pueblo paraguayo”.

Además, el nuevo presidente aprovechó una entrevista concedida a la radio católica Fe y Alegría para pedir perdón a la Iglesia: “Si mi actitud y mi desobediencia a las leyes canónicas causaron dolor –dijo–, pido sinceramente perdón a los integrantes de la Iglesia. En especial, le pido perdón al Papa Benedicto XVI”.

Por su parte, el Vaticano, por medio de su portavoz, el jesuita Federico Lombardi, afirmó que “reflexionará y profundizará con calma, desde el punto de vista canónico”, cuál puede ser la mejor solución para definir el estatus del obispo paraguayo.

El nuevo presidente del país latinoamericano pretende recuperar sus derechos eclesiásticos tras dejar el poder en 2013, una vez cumplidos los cinco años de mandato.

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