Católicos y ortodoxos se unen en la esperanza

Se presenta en Moscú la traducción al ruso de la encíclica ‘Spe Salvi’

(María Gómez) La encíclica quiere transmitir su mensaje a todos los hombres, sin distinción de fe ni cultura, y por ese motivo la presentación es en una biblioteca, para subrayar que el evento no tiene sólo una finalidad religiosa, sino también cultural”. Así hablaba Paolo Pezzi, arzobispo católico de la diócesis de la Madre de Dios, en Moscú, el pasado 25 de marzo, durante la presentación de la traducción al ruso de Spe Salvi, la segunda encíclica de Benedicto XVI. El acto, que se titulaba Cristianos unidos en la esperanza, tuvo lugar en el centro cultural ‘Biblioteca del Espíritu’, puesto en marcha en 1993 a iniciativa de la Fundación ‘Rusia Cristiana’, el centro ortodoxo ‘Santos Cirilo y Metodio’ de Minsk y Cáritas Moscú, para el trabajo conjunto de católicos y ortodoxos.

Precisamente, el arzobispo Pezzi calificaba el acto como “una posibilidad de conocer y profundizar juntos, católicos y ortodoxos, en el documento del Papa”. Similar a este gesto fue, en 2006, la publicación de la edición rusa de Introducción al cristianismo, de Joseph Ratzinger, cuya introducción corrió a cargo del metropolita Kirill.

“No es un tratado teológico, no encontramos toda la historia desde Grecia hasta nosotros, [ni] los diversos significados dados a la palabra esperanza –opinaba sobre Spe Salvi Vladimir Shmalij, secretario de la Comisión teológica sinodal del Patriarcado ortodoxo–. Es más bien un mensaje apostólico, enviado no sólo a los italianos, los alemanes o a los rusos, sino a todos”.

La traducción de Spe Salvi ha sido valorada como una ocasión de encuentro y de diálogo entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa rusa, en un momento en el que éste ha podido flaquear de nuevo.

Supuesto proselitismo

El semanario católico inglés The Tablet recogía, el 8 de marzo, las declaraciones del patriarca ortodoxo ruso, Alexis II, a un diario polaco cuestionando el funcionamiento de la Iglesia católica en su ­país: “Lo importante no es el número de fieles, sino la necesidad de observar el principio tradicional de respeto a la Iglesia local. Nosotros no crearíamos jurisdicciones en paralelo, no es un acto fraterno”, dijo en referencia a la creación de cuatro diócesis católicas en Rusia en 2002, uno de los obstáculos principales en el diálogo entre ambas Iglesias.

Mientras, el obispo Hilarion, representante de la Iglesia ortodoxa rusa ante las instituciones europeas, reclamaba “un debate serio” sobre estos territorios, urgiendo a los católicos a que “abandonen el proselitismo” y se comporten “como aliados, no como competidores”.

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