La vuelta a los orígenes imprime un nuevo impulso

El Papa da a los Superiores Generales las claves para recuperar vocaciones(María Gómez) Para la vida religiosa mundial ha sido una gran alegría que Benedicto XVI haya recibido a la Unión de Superiores Generales (USG) y la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG). Durante el encuentro, que tuvo lugar el pasado 18 de febrero en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico y que ha sido calificado por el Papa como “sumamente provechoso para todos”, se afrontaron varios aspectos de la vida consagrada, elementos positivos, dificultades, expectativas y desafíos que la vida religiosa encuentra en el mundo actual.

El Papa escuchó los testimonios, experiencias y peticiones de los miembros de los consejos ejecutivos de la USG y la UISG, quienes ya durante el pontificado de Juan Pablo II habían solicitado una reunión de este tipo, y les mostró su apoyo: “No hay que descorazonarse –animó–, porque, como habéis recordado, si las nubes se adensan en el horizonte de la vida religiosa, también surgen y están en constante aumento las señales de un despertar providencial que suscita motivos de esperanza”.Junto con los representantes de la USG y la UISG, que presiden el salesiano Pascual Chávez y Amelia Kawaji, MMB, respectivamente, en el encuentro participaron el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, y el prefecto y el secretario de la Congregación vaticana que se ocupa de la vida consagrada, Franc Rodé y Gianfranco A. Gardin. Al finalizar los trabajos, Benedicto XVI pronunció un discurso que, inevitable y fundamentalmente, se refiere a las vocaciones.

Crisis “preocupante”

Tras explicitar que “en la sociedad moderna globalizada cada vez es más difícil anunciar y testimoniar el Evangelio”, el Papa propone “redescubrir el espíritu de los orígenes” y “profundizar en el conocimiento del fundador y de la fundadora” de cada congregación “para encarnarlo de forma nueva en el presente”, porque esto ayuda a imprimir “un nuevo y prometedor impulso ascético, apostólico y misionero”. En esta línea, el Papa se alegra de la “riqueza de vocaciones” en “aquellos institutos que han conservado y han escogido un tenor de vida con frecuencia muy austero y fiel al Evangelio vivido sine glossa”.

“Por lo que se refiere a las órdenes y congregaciones con una larga tradición en la Iglesia –sigue el discurso– se constata (…) una difícil crisis debida al envejecimiento de sus miembros y a una disminución, más o menos acentuada de las vocaciones, y a veces incluso a un ‘cansancio’ espiritual y carismático”. Una crisis “incluso preocupante”, considera el Santo Padre, en la que, no obstante, hay signos de recuperación positiva, “sobre todo cuando las comunidades deciden volver a sus orígenes”.

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