Benedicto XVI pide a los jesuitas que se sitúen en la frontera

Adolfo Nicolás agradece el aliento del Papa y asegura que servirán a la iglesia “con mayor radicalidad”

(Antonio Pelayo-Roma) A pesar de que ellos desearían pasar lo más desapercibidos posible, los jesuitas no han podido impedir que su 35ª Congregación General (CG) suscite un vivo interés en los medios de información mundiales. Su servicio de información, a cuyo frente está el español José Mª de Vera, filtra con cuentagotas las informaciones y ha habido dos briefings para explicar los derroteros de la asamblea que definirá la estrategia apostólica de la Compañía de Jesús en los próximos años.

Cuando los trabajos de la CG han cruzado ya su ecuador, ha tenido lugar el 21 de febrero la audiencia con el Santo Padre, a la que asistieron el nuevo General, P. Adolfo Nicolás, y el antiguo, Peter-Hans Kolvenbach, con los más de 200 congresistas, la inmensa mayoría, impecables con su clergyman, de uso obligado en tan solemne circunstancia.Adolfo Nicolás dirigió al principio de la audiencia, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, unas palabras de saludo que no tuvieron nada de protocolario. El General expresó a Benedicto XVI “gratitud, sí, y un fuerte sentido de comunión al sentirnos confirmados en nuestra misión de trabajar en las fronteras donde se enfrentan fe y ciencia, fe y justicia, fe y saber y en el comprometido campo de una seria reflexión y de una responsable investigación teológica. Le estamos agradecidos a Vuestra Santidad por habernos exhortado una vez más a seguir la tradición ignaciana de servicio allí donde precisamente el Evangelio y la Iglesia sufren los mayores desafíos, un servicio prestado a veces con el riesgo de la propia tranquilidad, reputación y seguridad. Es para nosotros motivo de gran consolación constatar que Vuestra Santidad es más que consciente de los peligros a que nos expone este compromiso”.

Una carta generosa

El recientemente elegido Prepósito General se refirió a la carta que el Papa dirigió a la Compañía con motivo de la CG y que algunos han interpretado como un nuevo reproche. Para el P. Nicolás, por el contrario, su contenido es “positivo, alentador y afectuoso”. La definió como “una carta benévola y generosa” y aseguró que había sido recibida “con el corazón abierto; la hemos meditado, hemos reflexionado sobre ella, hemos intercambiado nuestras reflexiones y estamos dispuestos a llevar su mensaje y su acogida incondicional a toda la Compañía de Jesús”. Adelantando, sin duda, el tenor de los documentos que presentará la CG como fruto de sus meses de trabajo, el P. Nicolás afirmó: “En comunión con la Iglesia y guiados por el Magisterio, buscamos dedicarnos con profundidad al servicio, al discernimiento, a la investigación. La generosidad con la que tantos jesuitas trabajan por el Reino de Dios, hasta dar su vida por la Iglesia, no atenúa el sentido de responsabilidad que la Compañía siente que tiene en ella”.

En otro momento dijo: “Nos entristece, Santo Padre, que las inevitables insuficiencias y la superficialidad de alguno de nosotros sean utilizadas a veces para dramatizar y representar como conflictos y oposiciones lo que con frecuencia son sólo manifestaciones de los límites e imperfecciones humanas o inevitables tensiones del vivir cotidiano. Pero todo esto no nos desanima ni atenúa nuestra pasión no sólo de servir a la Iglesia, sino también con mayor radicalidad, según el espíritu y la tradición ignaciana, de amar a la Iglesia jerárquica y al Santo Padre vicario de Cristo”.

La respuesta del Papa fue, como era lógico suponer, amplia y articulada. “Vuestra Congregación General –comenzó– se desarrolla en un período de grandes cambios sociales, económicos, políticos, de crecientes problemas éticos, culturales y ambientales, de conflictos de todo tipo; pero también de una más intensa comunicación entre los pueblos, de nuevas posibilidades de conocimiento y de diálogo, de profundas aspiraciones a la paz. Son situaciones que interpelan a fondo a la Iglesia católica y a su capacidad de anunciar a nuestros contemporáneos la Palabra de esperanza y de salvación. Por eso deseo vivamente que toda la Compañía de Jesús, gracias a los resultados de vuestra Congregación, pueda vivir con renovado silencio y fervor la misión para la cual la suscitó el Espíritu hace ya más de cuatro siglos y medio y la ha conservado con extraordinaria fecundidad de frutos apostólicos”.

Evocando el glorioso pasado de la Compañía, Benedicto XVI añadió: “Hoy los nuevos pueblos que no conocen al Señor o que lo conocen mal, tanto que no saben reconocerlo como salvador, están lejanos no tanto desde un punto de vista geográfico cuanto cultural. No son los mares o las grandes distancias los obstáculos que desafían a los anunciadores del Evangelio, sino las fronteras que, como consecuencia de una errada o superficial visión de Dios y del hombre, vienen a entrometerse entre la fe y el saber humano, la fe y la ciencia moderna, la fe y el compromiso por la justicia”.

“Por eso la Iglesia –subrayó– tiene urgente necesidad de personas de fe sólida y profunda, de cultura seria y de genuina sensibilidad humana y social, de religiosos y sacerdotes que dediquen su vida a situarse justo en esas fronteras para testimoniar y ayudar a comprender que existe una armonía profunda entre fe y razón, entre espíritu evangélico, sed de justicia y laboriosidad por la paz. Sólo así será posible dar a conocer el verdadero rostro del Señor a todos a los que hoy les resulta escondido o irreconocible. A esto, por lo tanto, debe dedicarse de forma preferente la Compañía de Jesús. Fiel a su mejor tradición, debe continuar formando con esmero a sus miembros en la ciencia y la virtud, sin contentarse con la mediocridad, porque la tarea de la comparación y del diálogo con los contextos sociales y culturales muy diversos y las mentalidades tan diferentes del mundo de hoy es de lo más difícil y fatigoso. Y esta búsqueda de la calidad y de la solidez humana, espiritual y cultural debe caracterizar toda la múltiple actividad formativa y educativa de los jesuitas frente a los más diversos géneros de personas allá donde éstas se encuentren”.

“Conservad la identidad”

El Papa enumeró algunos de los más tradicionales campos apostólicos de la Compañía de Jesús y subrayó la necesidad de que sus obras e instituciones “conserven siempre una clara y explícita identidad para que el fin de vuestra actividad apostólica no permanezca ambiguo y oscuro”. También aludió al diálogo interreligioso y con las culturas contemporáneas: “Por eso os he invitado y os invito hoy a reflexionar para reencontrar el sentido más pleno de vuestro característico ‘cuarto voto’ de obediencia al sucesor de Pedro que no comporta sólo la prontitud para ser enviados a misiones en tierras lejanas, sino –en el más genuino espíritu ignaciano de ‘sentir con la Iglesia y en la Iglesia’– a ‘amar y servir’ al vicario de Cristo en la tierra con aquella devoción ‘efectiva y afectiva’ que debe hacer de vosotros sus preciosos e insustituibles colaboradores en el servicio a la Iglesia universal”.

Por último, recordando cuanto dijo en Aparecida, Benedicto XVI recalcó: “Para nosotros la opción por los pobres no es ideológica, sino que nace del Evangelio. Innumerables y dramáticas son las situaciones de injusticia y de pobreza en el mundo de hoy y si es necesario comprometerse, comprender y combatir sus causas estructurales, es igualmente necesario saber descender a combatir en el mismo corazón del hombre las raíces profundas del mal, el pecado que nos separa de Dios, sin olvidar salir al encuentro de las necesidades más urgentes con el espíritu de la caridad de Cristo” . Y aquí citó una de las “previsoras intuiciones del padre Arrupe”, el Servicio Jesuita a los Refugiados.

La Congregación General concluyó su fase electoral eligiendo, el día 18, a los cuatro asistentes del General: el indio Lisbert D’Souza, el estadounidense James E. Grummer, el catalán afincado en Bolivia, Marcos Recolons y el italiano Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Radio Vaticano y el Centro Televisivo Vaticano (se supone que no existe incompatibilidad con su nueva responsabilidad). El P. Adolfo Nicolas también ha nombrado secretario de la Compañía al historiador vasco Ignacio Echarte, que sucede a Francis Case. El P. Echarte fue provincial de Loyola entre 1997 y 2003 y al año siguiente fue llamado a Roma para ocuparse de las casas internacionales de la Compañía.

CON EL NUEVO EMBAJADOR SERBIO

En la mañana del viernes 21, el Papa recibió las cartas credenciales del nuevo embajador de Serbia ante la Santa Sede, Su Excelencia Vladeta Jankovi, y en su discurso (entregado, no leído, como es lo habitual) Benedicto XVI hizo un llamamiento a las partes interesadas en la grave crisis provocada por la declaración de independencia de Kosovo para que “actúen con prudencia y moderación y para que intenten soluciones que favorezcan el mutuo respeto y la reconciliación”. El único obispo católico de Kosovo, el albanés Dode Gjergij, ha dicho que la Iglesia católica “no quiere entrar en cuestiones políticas y por lo tanto mucho menos dar una valoración sobre la independencia, pero estamos espiritualmente unidos con la voluntad del pueblo porque no podemos hacer otra cosa”.

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