Lenguajes para comunicar la fe

Trescientas personas participan en la Semana de Teología Pastoral

(Juan Pablo García Maestro) Del 29 al 31 de enero el Instituto Superior de Pastoral de Madrid celebró la decimonovena Semana de Teología Pastoral bajo el título Lenguajes y Fe. Participaron 300 personas, entre las que se encontraban Juan José Sánchez Bernal, Juan Martín Velasco, Ángel Moreno, Juan Sebastián Teruel, Pedro Rodríguez Panizo, José Luis Corzo, Ángel Galindo, Gonzalo Tejerina, Marta López Alonso, Félix García López, Felicísimo Martínez Diez , Julio Lois, además del coro Gospel Livin Watwe.

Las ponencias acercaron la situación generalizada de “maltrato” del lenguaje, que está dañando su sentido. Mostraron que el lenguaje de las religiones y de las iglesias se ha apuntado a la furia ruidosa de las palabras banales, pues en unos casos se sigue la onda de cierto relativismo al uso o se refugia en una “fetichización” del lenguaje dogmático.

Esta crisis del lenguaje –de los varios lenguajes de la fe– es una invitación a recrear y superar las deficiencias y patologías del modo de hablar de Dios y del Misterio. Para ello es necesario –se dijo– situarse con realismo ante el problema, analizar esas deficiencias y tratar de encontrar claves que hagan más significativos los diversos modos en que “decimos” la fe. A la hora de comunicar la fe, explicaron, a menudo los lenguajes padecen de insignificancia, por su intemporalidad, por su lejanía respecto del hablar cotidiano o porque resultan desconectados de los problemas graves actuales. En este sentido, también apareció como una necesidad partir de la raíz evangélica del mensaje, atender a las personas en sus situaciones concretas, y subrayar la urgencia de una solidaridad real con los pobres y las víctimas. Una solidaridad en la que insisten las teologías elaboradas “desde el reverso de la historia” y que justificaría su validez y actualidad.

Entre las patologías se enunciaron los tonos “dogmatizantes” y arrogantes, los modos de expresarse que suenan como excluyentes y las formas de exponer la verdad cristiana no respetuosas porque no parecen tomar en serio la secularidad. Sobre la necesidad de acometer una cura, se recordó a Rahner: “La prudencia nos inclina a tener mayor capacidad de riesgo. Y los que no tienen capacidad de riesgo para recorrer nuevos caminos tienen el riesgo de ser más infieles”.

Sánchez Bernal advirtió de que en la tradición de sentido del cristianismo, lenguaje particular que quiere ser universal, el lenguaje del samaritano se ha adelantado desde hace siglos a la convicción moderna de que cuando el lenguaje nos hace prójimos, es decir, hermanos a los hombres, entonces es verdadero: “Sólo quien habla ese lenguaje, habla en definitiva, el lenguaje de la fe. Sólo ese lenguaje es digno de fe”.

Por su parte, Lois recordó que, cuando una parte de la humanidad ha tomado conciencia del carácter intolerable del sufrimiento generado por la injusticia, la significatividad del lenguaje dependerá en buena medida de que conecte con ese fondo, esa “matriz hermenéutica” que es la memoria solidaria de las víctimas.

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