El Episcopado de Chad alerta de la inestabilidad en el país

Miles de personas abandonan sus hogares después de los ataques de grupos rebeldes en la capital

(María Gómez) Casi dos semanas después de los intensos combates en la capital del país, Chad parece haber vuelto a una relativa calma. El gobierno de Yamena asegura haber sofocado la revuelta del grupo de rebeldes armados que en el primer fin de semana de febrero provocaron conflictos violentos en la capital, causando 160 muertos y más de un millar de heridos, según la Cruz Roja local, aunque al cierre de esta edición no se conocían datos oficiales sobre las víctimas. Por su parte, los rebeldes aseguran que sólo están dando tiempo a los civiles para que huyan, antes de iniciar una segunda ofensiva.

A día de hoy, el problema más grave en la región es el de la población desplazada. Según Naciones Unidas, en el este del Chad hay más de 500.000 personas que necesitan ayuda humanitaria urgente; de ellos, cerca de 250.000 son refugiados sudaneses (huidos por el conflicto en Darfur) acogidos en 12 campos del ACNUR, y 180.000 son desplazados internos chadianos. El país llevaba meses esperando un despliegue militar de la Unión Europea (EUFOR) para proteger a los refugiados sudaneses, y si bien dicho despliegue se había pospuesto debido a los ataques sobre Yamena, finalmente se retomó la misión el 12 de febrero. Diversos observadores internacionales coinciden al señalar que los rebeldes chadianos han contado con el apoyo del gobierno de Sudán, contrario a esta intervención europea, pero las autoridades sudanesas han negado todo vínculo con el levantamiento. En cualquier caso, y mientras a nadie se le escapa que uno y otro siempre se han estado acusando de fomentar la violencia en el país vecino, el problema se ha agravado porque miles de chadianos (entre 15.000 y 20.000, según el ACNUR), huyeron a Camerún tras este violento fin de semana.

“En estos días me siento especialmente cercano a las queridas poblaciones de Chad, abatidas por dolorosas luchas internas que han causado numerosas víctimas y la fuga de miles de civiles de la capital”, lamentaba Benedicto XVI el 6 de febrero. En sus palabras de apoyo, exhortó a los presentes: “Confío también a vuestra oración y a vuestra solidaridad a estos hermanos y hermanas que sufren, pidiendo que se les ahorren ulteriores violencias y se les asegure la necesaria asistencia humanitaria”. Y remató con un llamamiento a las partes actoras del conflicto para que abandonen las armas y recorran “el camino del diálogo y de la reconciliación”.

El Episcopado local recibió con alegría el mensaje del Papa, “por la solidaridad y la cercanía manifestada a la población de Chad en estos difíciles momentos”. Con todo, el nuncio apostólico en el país, Pierre Nguyên Van Tot se mostraba alerta: “La situación en Yamena es tranquila, pero muchas personas que habían huido durante los enfrentamientos prefieren no regresar hasta que no tengan la certeza de que se ha alcanzado la estabilidad”.

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