Jean-Marie Petitclerc, un salesiano en el Gobierno de Sarkozy

(Vida Nueva) ¿Qué hace un salesiano en el Gobierno del presidente Nicolas Sarkozy? Esa es la pregunta que muchos se harán al leer el título de este post. Precisamente eso es lo primero que le hemos preguntado a Jean-Marie Petitclerc, cuya entrevista publica esta semana Vida Nueva, realizada por nuestro colaborador Gérard Marle. “Trabajo como asesor de la ministra de la Vivienda y de la Ciudad, Christine Boutin”, responde el religioso, quien cuenta que ha sido elegido “por la experiencia que he ido acumulando en esos barrios, desde hace 30 años, como educador de jóvenes con dificultades”. Este sacerdote confiesa que se siente “profundamente laico”, pero “en el sentido republicano del término”, y en las páginas de la revista explica el por qué. Cuando habla de la situación de la Iglesia en Francia asegura que ha evolucionado mucho y que “el anticlericalismo ya no es un tema de actualidad”. De hecho, él mismo se considera “anticlerical”, argumentando su afirmación.

Con vocación política desde su juventud, su función como asesor –que aclara que es política, pero no “partidaria”- es la de coordinar a los agentes locales e intervenir como intermediario entre el Ministerio y las asociaciones. Asegura que en todo momento se respeta su libertad de expresión, “fue la condición que impuse antes de aceptar el puesto”; una libertad que es muy importante para Petitclerc, hasta el punto de que si no se tienen en cuenta sus consejos anuncia que dimitirá, aunque también es consciente de que pueden despedirle si no gustan su opiniones.

Con las políticas de Sarkozy en materia de inmigración –como las pruebas de ADN a los inmigrantes o las expulsiones masivas-, se muestra comprensivo: “ese discurso directo y duro de la inmigración, se dirige a la gente del exterior para frenar el flujo migratorio clandestino, no a los que ya están en territorio francés. A nivel interior, los prefectos están realizando un buen trabajo”. También le preocupan mucho la exclusión y la pobreza en Francia.

En cuanto a su nombramiento, asegura que fue muy bien acogido tanto por su responsable provincial, como por su obispo y su comunidad religiosa, aunque no fue tan aplaudida en un principio por parte de los equipos con los que trabajaba, que tenían una imagen bastante negativa del presidente de la República.

Más información en el nº 2.597 de Vida Nueva (A fondo, páginas 8-10).

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