Tribuna

Seguiremos hablando de paz

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En el año nuevo entran en acción los futurólogos, adivinos, astrólogos y videntes para apostarle a los hechos que sucederán en el año siguiente.

Hay quienes desempolvan las profecías que siempre se han hecho y nunca se han cumplido. Otros invocan revelaciones sobre el final de los tiempos, la venida del anti-cristo o la gran apostasía. Y hay también los que anuncian posibles terremotos, nueva crisis financiera en la Eurozona, la posible dimisión de Donald Trump o la caída del régimen de Maduro.

Yo, que no soy astrólogo ni vidente, no he tenido la suerte de recibir revelaciones ni apariciones. Guiado sólo por el sentido común y la intuición me aventuro a predecir que en 2017 seguiremos hablando de la paz. Seguiremos diciendo que todos la quieren y todos la desean, aunque muchos le sigan poniendo palos a la rueda.

Hace 50 años Pablo VI, en el primer mensaje para la Jornada Mundial de la paz, afirmó que “no se puede hablar legítimamente de paz donde no se conocen y no se respetan sus sólidos fundamentos: sinceridad, justicia, libertad de los individuos y de los pueblos (…) Es necesario siempre hablar de paz. Es necesario educar al mundo para que ame la paz, la construya y la defienda”.

Juan XXIII escribió que la paz debe fundarse sobre la verdad, la justicia, la libertad y el amor.

Francisco, por su parte, ha propuesto como tema para la jornada mundial de 2017 que “la no violencia es el estilo de la política para la paz”.

Tenemos entonces suficientes elementos en el Evangelio y en la doctrina de la Iglesia para trabajar por la paz. Pero tenemos también una tradición de violencia, odios y sectarismo político, que no nos ha permitido hacer de ella una realidad y un estilo de vida.

En el 2017 los colombianos tendremos que entender que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, en nuestra Constitución. No es una bandera política. Para nosotros, cristianos, es un objetivo misional.

Este año, si Dios no dispone otra cosa, tendremos la visita del Papa a Colombia. Será una oportunidad maravillosa para escuchar mensajes de paz, de reconciliación y de compromiso cristiano. Para entender que, como discípulos de Cristo, no podemos seguir alimentando odios y fanatismos.

Claro que existen razones para el pesimismo, pero vale le pena apostarle al optimismo y a la esperanza. La consigna es clara: “al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: la paz sea en esta casa. Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes” (Lc 10,5-6).

Fabián Marulanda
Obispo emérito de Florencia