Tribuna

Mi verano misionero en… Camerún

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A los 25 años de mi primera experiencia misionera, con 22 años de sacerdocio, que cumplí precisamente en Douala, he tenido la gracia de poder acompañar a siete jóvenes de Cartagena-Murcia en una experiencia misionera en África, acompañando al misionero javeriano Paulino Ramírez Cardoza.

A pesar de ser delegado de Misiones y tener experiencia misionera, nunca había estado tanto tiempo en África, y lo primero que me ha sorprendido es su alegría, su dignidad, su hospitalidad. Desde nuestra sociedad occidental no tienen nada, pero la alegría está siempre presente: siempre que miras a alguien, surge la sonrisa; siempre que se reúnen, suena el tambor y emergen los cantos: las ofrendas las llevan al altar cantando y danzando.

Iglesias sin terminar, pero llenas

No tienen las iglesias terminadas, pero están siempre llenas. En cambio, nosotros las tenemos acabadas, incluso con aire acondicionado, pero están vacías

En Camerún, la iglesia tiene un fuerte compromiso social, con los huérfanos y niños abandonados, con los ancianos, con los leprosos… Obras que se financian principalmente con los aportes e ingresos de los propios fieles; el porcentaje de subvenciones y proyectos es mínimo.

Otra gran sorpresa fue la comunidad de misioneros que nos acogió, en este caso los javerianos. Un español, Ángel de la Victoria, italianos, brasileños, congoleños, indonesios y cameruneses viven en comunidad, lo comparten todo y lo ofrecen todo a sus huéspedes En ellos he visto a Jesús atendiéndonos en todo lo necesario, preparándonos la mesa, alimentándonos y animándonos a seguir adelante con la misión.

Una lección de vida

No quiero terminar sin hablar de la experiencia con quienes he compartido la misión. Pensaba que mi misión sería acompañarles y animarles, pero ha sido al revés; ver cómo acariciaban, abrazaban y derramaban amor y ternura a niños, enfermos, ancianos y leprosos ha sido algo que ha llenado mi alma de alegría, ilusión y esperanza.

Vuelvo con un corazón agradecido y comprometido a seguir haciendo lo posible para que los jóvenes puedan conocer y tener una experiencia en misión.