Tribuna

Fe misionera, fe primera

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Varios acontecimientos han engalanado en estos días la vida misionera de la Iglesia Católica en Colombia.

El primero es el nombramiento de dos sacerdotes como vicarios apostólicos: Mons. Jaime Uriel Sanabria Arias, perteneciente a la arquidiócesis de Tunja y consagrado como obispo al servicio del Vicariato Apostólico de San Andrés y Providencia; y Mons. Raúl Alfonso Carrillo, de la diócesis de Zipaquirá, para el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán.

El segundo es el Congreso Nacional Misionero que tuvo lugar en Bucaramanga recientemente y que contó con la presencia del cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y numerosos obispos del país, así como con delegaciones de las diferentes diócesis del país.

Estos acontecimientos se encuadran en una historia misionera muy significativa de la vida de la Iglesia Católica en Colombia. Es una historia que da cuenta de la entrega de muchísimos misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, que trabajaron en el país en las zonas más difíciles; que con su presencia y su acción pastoral salvaguardaron las fronteras de Colombia tradicionalmente descuidadas; que aseguraron la educación de tantas juventudes de regiones marginadas y que sacaron de pequeños grupos comunidades grandes y significativas organizadas en parroquias y en diócesis.

El impulso misionero de Colombia ha ido decayendo porque el entusiasmo misionero de los sacerdotes fue disminuyendo y ello debido a que en los seminarios no hay una específica formación misionera. Algunos seminarios toman iniciativas particulares con pequeños grupos, pero falta la formación en la teología de la misión que les asegura la comprensión y la dedicación por la acción misionera universal de la Iglesia.

“Colombia necesita un nuevo Pentecostés para colocar a nuestra Iglesia al servicio de la misión en salida”

Por eso, fue necesario hablar con el Papa y con el cardenal Stella, prefecto para la Congregación del Clero, sobre la necesidad urgente de introducir en el programa oficial de los seminarios la formación misionera mediante la cátedra de Misionología.

Con párrocos que conocen el compromiso misionero de la Iglesia tendremos parroquias que viven el mismo compromiso y se despertará en los jóvenes la pasión misionera para vivirla de alguna de las muchas maneras que estén a su alcance. Fe misionera, fe de primera.

Colombia necesita un nuevo Pentecostés para colocar a nuestra Iglesia al servicio de la misión en salida en la cual tanto insiste el papa Francisco sobre la base del mandato de Jesús: “Vayan por todo el mundo y hagan discípulos de todos los pueblos” (Mc 16,15).

Luis Augusto Castro

Arzobispo de Tunja