Tribuna

Adiós al cardenal Jean-louis Tauran, un constructor de puentes que nunca dejó de servir

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Si dijera que éramos amigos, exageraría, pero sí puedo afirmar que hemos mantenido, durante más de treinta años, una relación que sabía distinguir lo estrictamente profesional y lo personal. Nuestra relación personal se la debo, como tantas otras cosas, a monseñor José Sebastián Laboa. Este guipuzcoano de pura cepa había hecho amistad con el joven Tauran cuando este estudiaba en Roma Derecho Canónico y le aconsejó que entrara en la Pontificia Academia Eclesiástica (donde se “cuecen” los futuros nuncios). Laboa se encargó, además, de ablandar la resistencia del entonces arzobispo de Burdeos, Marius Maziers, que no quería privarse de tan válido colaborador.

Abandono la zona personal para afirmar que Jean-Louis Tauran ha sido uno de los más expertos, hábiles y eficaces actores de la diplomacia vaticana, de la que comenzó a formar parte en 1975 en la Nunciatura Apostólica de Santo Domingo. Catorce años más tarde, ya era vicesecretario de la Sección de la Secretaría de Estado.

En 1990, Juan Pablo le consagró arzobispo y le hizo secretario del citado organismo; durante este largo período, Tauran viajó a un gran número de países, especialmente relacionados con los problemas del Oriente Medio, pero también a otras áreas como, por ejemplo, Cuba.

Entregado al diálogo ecuménico

Desgraciadamente, por esos años aparecen en él los primeros síntomas del Parkinson y Karol Wojtyla le nombra en 2003 archivista y bibliotecario de la Iglesia, cargo mucho más sedentario. Cuatro años más tarde, sin embargo, acepta la propuesta de Benedicto XVI, que le pone al frente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, responsabilidad a cuyo servicio ha empleado todo su fino instinto diplomático.

A él se deben la mejoría de las relaciones de la Iglesia católica, no solo con el mundo musulmán, sino también con el budismo, el taoísmo o el hinduismo. Su último servicio a la causa del diálogo ha sido su visita al Rey Salman, de Arabia Saudí, a pesar de su ya deficiente estado de salud.

Anunció a Bergoglio

Por si todo esto fuera poco, Jean-Louis Tauran tuvo el honor de anunciar al mundo, el 13 de marzo de 2013, la elección del papa Francisco, quien, en junio de 2014, le hizo camarlengo de la Santa Iglesia Romana, un cargo que hasta la muerte se ha encargado de ejercer.

El cardenal francés ha fallecido este 6 de julio de 2018, a los setenta y cinco años de edad, en el convento de las franciscanas de Hartford (Connecticut) como consecuencia de una neumonía que sus escasas fuerzas físicas no le permitieron superar.