Tribuna

Aborto y Fondo Monetario

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¡Qué difícil en estos días combinar las propias convicciones a favor de la vida y del reino, en medio de un gran desmanejo informativo y tantas pasiones cruzadas! Muchos cristianos estamos intentando participar de los desafíos y debates que se presentan a diario en los medios y en las instituciones, sin quedar atrapados en etiquetas fáciles y lugares comunes que hacen “fácil” el manejo de la opinión pública por parte de los poderosos de turno.

Por un lado el país va cuesta abajo en un furioso derrape financiero que está arrasando las bases de la convivencia social y económica, propulsado por una ideología dominante y mucha impericia en quienes tienen hoy que timonear los destinos nacionales. Ahora con un manotazo de ahogado recurriendo al Fondo Monetario Internacional, fuente permanente de sufrimientos sociales, de juego financiero y de más privilegios para los que más tienen con perimidas recetas de ajuste que nunca llevaron felicidad a ningún pueblo.

Por otro lado, un importantísimo tema social como es la despenalización del aborto, ahora reflotado en forma urgente para ocupar tapas de diarios, horas de análisis del Congreso y generar enfrentamientos entre argentinos mientras todos nos desbarrancamos socioeconómicamente y unos pocos hacen sus “picnics financieros” jugando al dólar futuro, cobrando comisiones por cada porción de deuda que aumenta nuestro futuro sufrimiento o, sencillamente, haciendo malabarismos con el “sube y baja… y sube” del dólar “libre”.

Despenalización que con el debate, siempre bienvenido antes que el secretismo y el oscurantismo de años pasados promovidos algunas veces por la misma Iglesia, se fue corriendo hacia la formalización del aborto “libre”, casi banalizando la situación humana, médica y social que eso implicará a futuro.

No queremos etiquetas

Algunos que seguimos a Jesús y optamos por el reino de Dios nos sentimos atrapados en medio de clichés baratos que juegan con dolores caros. No queremos quedar etiquetados ni por pertenecer a una “antigua derecha católica” que siempre luchó contra el aborto y el divorcio pero nunca se preocupó por los pobres ni por las injusticias sociales y laborales, sencillamente desechadas como posturas populistas o comunistas.

Por otro lado, tampoco queremos quedar encerrados en “viejas posiciones de izquierda” con gastados slogans a favor de la inclusión social y de la lucha contra el imperialismo, que no tuvieron en cuenta la problemática de la bioética y el actual desafío socioecológico, tachados algunas veces como “discusiones burguesas o de ámbitos científicos” poco importantes para los pobres.  Incluso la Iglesia institucional, debemos reconocerlo, está haciendo grandes esfuerzos, de la mano del papa Francisco, de afirmar la defensa de la Vida tanto en el niño por nacer como en el “pobre nacido” que lucha por sobrevivir.

Pero, emerge una segunda problemática cuando se tratan temas que deben ser abordados por la legislación de una sociedad que se dice plural. Aquí la institución eclesial muestra cómo le cuesta moverse democráticamente en una sociedad que ya no tiene nada de la vieja cristiandad y cómo hay que saber hacer distingos entre los propios principios evangélicos y humanos por un lado, y el debate necesario que debe darse entre todos los actores sociales para llegar a la mejor legislación posible que tenga en cuenta la realidad tal como es, y no como nos gustaría que fuera, por otro.

Un debate para ocultar otro

En los primeros días en que los operadores gubernamentales volvieron a poner sobre la mesa la discusión en torno al aborto para tapar el desastre económico, las reacciones “eclesiásticas” iniciales fueron de “cristiandad”, invitando a firmar “en contra de la ley” en forma irreflexiva. Como cristianos y ciudadanos, nunca estaremos en contra del debate ni de la búsqueda de los mejores consensos sociales y legislativos que hagan florecer las mejores leyes posibles. Será en ese debate donde tendremos que argumentar con inteligencia y elocuencia para buscar una ley que defienda lo mejor posible a toda vida humana, nacida o por nacer, asumiendo que nunca reflejará en forma total nuestras convicciones evangélicas “siempre más grandes”.

Brotaron entonces pañuelos verdes y celestes, oradores de todos los credos, ideologías y extracciones, de géneros y edades diversas, cartas públicas, manifestaciones y noticias no siempre bien paridas por doquier. Tal vez todo necesario en una democracia que se precie de ser tal. Pero mientras todo eso captaba la atención pública, hubo corridas financieras y cambiarias, una devaluación que no tiene parangón en los decenios democráticos que vivimos desde el 83, ajustes en los sueldos, despidos, huida del Estado… y la vuelta al Fondo Monetario.

Vida humana y economía a su servicio

Desafiados por  dos temas que son cruciales pues tocan el centro de la vida humana, pareciera que como institución nos es más fácil abordar el primero desde principios bioéticos que son casi irrefutables. Al enfrentar el segundo, hemos mostrado históricamente menos convicción en los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia, expresión también esencial del evangelio.

El individualismo egoísta que pone en situación extrema a tantas miles de mujeres que se acercan al aborto creyendo encontrar allí una liberación quimérica de su atolladero, es el mismo que hace que unos pocos se sigan enriqueciendo con juegos financieros y tomas de deuda que nos llevarán a años de sufrimiento familiar y social, “matando” a las próximas generaciones con desocupación, desnutrición, analfabetismo, exclusión y falta de salubridad social.

Misa en Luján para pedir por las dos vidas: queremos celebrar la eucaristía por la Vida, por toda vida, por la vida de todos. Queremos celebrar la Eucaristía a favor del reino de Dios y que eso nos lleve a cuidar al niño por nacer, a su madre y su padre; al niño cuando nazca y a su familia para que pueda criarlo dignamente; cuidar a los adolescentes/jóvenes para que reciban una buena educación sexual para el amor y la comunicación; cuidar a la salud pública para que acompañe el sano crecimiento de todos los habitantes hasta el momento de una muerte digna; cuidar al “cuerpo social” para que sepa estar presente en aquellas situaciones de inhumanidad que lamentablemente seguirán surgiendo, pero esperamos reducir a su mínima expresión con una buena sinergia de políticas públicas y un serio compromiso de la sociedad civil en todas sus expresiones posibles. ¿Cuándo y dónde celebraremos todos juntos la Misa a favor de la vida humana y de una economía a su servicio?