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Francisco Vázquez, embajador de EspañaFRANCISCO VÁZQUEZ Y VÁZQUEZ | Embajador de España

“La falta de nuevos religiosos en las órdenes docentes está llevando a muchos de sus superiores a tomar la decisión de vender sus centros escolares urbanos…”.

La crisis vocacional que golpea duramente a las órdenes religiosas, entre otras consecuencias negativas, acarrea una fundamental que, si no se resuelve con inteligencia y autoridad, podría ocasionar en un futuro no muy lejano consecuencias irreparables en uno de los campos fundamentales de la catequesis católica, como es el educativo, impartido en múltiples centros escolares, concertados y privados, adscriptos a diferentes órdenes tanto masculinas como femeninas.

Hace ya varias décadas, los colegios se desplazaron desde el centro de las ciudades hacia las periferias. Ganaron en instalaciones deportivas y dotacionales, imposibles de lograr por la presión urbanística y la normativa restrictiva existente en los cascos urbanos.

Los pocos colegios que permanecieron en sus asentamientos tradicionales suplieron sus carencias de espacio con una excelencia académica que los convirtió en centros de referencia, garantizando además la escolarización de los niños de familias católicas de clase media y popular, carentes de recursos para pagar las actividades extras y los desplazamientos que los nuevos centros de los extrarradios implicaban.

La falta de nuevos religiosos en las órdenes docentes está llevando a muchos de sus superiores a tomar la decisión de vender sus centros escolares urbanos y agrupar su presencia en pocos lugares que les permitan así concentrar sus escasas huestes.ilustración de Jaime Diz para el artículo 2888 de Francisco Vázquez

A pesar de la crisis, los solares son tan apetitosos que siempre aparecen compradores dispuestos a un fuerte desembolso que les permita construir un gran complejo residencial o comercial, ya que el alto volumen de edificabilidad así lo permite.

Pan para hoy, hambre para mañana. Cada colegio de la Iglesia que se vende o se cierra es un vacío que nunca se volverá a llenar. Reitero, nunca jamás.

Cuando las penalidades vocacionales desaparezcan, ninguna institución de la Iglesia contará con los recursos suficientes que le permitan adquirir solares o edificios para fines educativos en el interior de las ciudades, no solo incluso por los precios prohibitivos, sino también por la carencia de terrenos o solares libres, con las dimensiones exigidas para un proyecto de estas características. Las familias católicas se verán privadas del principal instrumento para la continuidad de su fe, que no es otro que el educativo.

En la Iglesia, la autonomía y la libertad de decisión que existe en esta materia es prácticamente ilimitada, variando de un país a otro, de una diócesis a otra, de una orden religiosa a otra. Faltan unas normas únicas de obligado cumplimiento para toda la Iglesia universal, que eviten una casuística tan diversa como la existente y que está cercenando el futuro de la Iglesia.

En mi opinión, nunca cabe la venta. Lo importante es conservar el centro y su ideario, incluso con el carisma propio de la comunidad religiosa fundacional. Su vida académica puede ser impartida por una cooperativa de profesores católicos, por responsables diocesanos o por maestros que acepten la enseñanza de los valores morales de la doctrina cristiana, siempre con la asistencia y la supervisión de la diócesis correspondiente.

En definitiva, por quien Dios quiera y considere apto para enseñar el Evangelio a nuestros niños, evitando que, por una situación coyuntural en la que los operarios son pocos, terminemos quedándonos sin campos donde puedan florecer las mieses.

En el nº 2.888 de Vida Nueva