Tribuna

A 40 años del asesinato de Enrique Angelelli

Compartir

POR  MARCELO COLOMBO. Obispo de La Rioja (Argentina)

En una semana, el 4 de agosto, estaremos evocando la figura de ese gran pastor que fue monseñor Enrique Angelelli, obispo de La Rioja desde 1968 hasta su muerte en 1976. Un mes antes en Buenos Aires, el 4 de julio, habían sido brutalmente asesinados un grupo de sacerdotes y seminaristas palotinos en la parroquia San Patricio. Sabemos que fueron golpes crueles asestados a la comunidad cristiana comprometida con la plena dignidad de los hombres, la renovación suscitada por el Concilio Vaticano II y la participación de los cristianos en la política.

El “por algo será” sembró dudas sobre la recta intención
y el obrar de los apóstoles del Señor, inocentes de aquellas
acusaciones armadas
por los mandantes de los sicarios que les arrebataron la vida.

angelelli-cuadro-grande-del-comedor
Por aquellos años, la Argentina sangraba la vida de muchos de sus hijos. El terrorismo de Estado los suprimía aplicando los presupuestos de la ideología de la Seguridad Nacional. El “por algo será” comenzaba a instalarse, sembrando dudas sobre la recta intención y el obrar de los apóstoles del Señor, inocentes de aquellas acusaciones armadas por los mandantes de los sicarios que les arrebataron la vida.

La diócesis de La Rioja está organizando un intenso programa de actividades para evocar con memoria agradecida y compromiso renovado a los padres Carlos Murias y Gabriel Longueville, en Chamical, al laico trabajador Wenceslao Pedernera en Sañogasta y a monseñor Enrique Angelelli en Punta de los Llanos. Ellos iluminan hoy nuestro camino eclesial para que no olvidemos el precio pagado por la fidelidad al Evangelio del Reino de Dios y, en el día a día de nuestra historia, sepamos darnos por entero a la causa del Señor Jesús que nos envía. “Que sus gritos sean nuestros” (Francisco, Misericordia vultus, Nº 15).

Dios nos conceda seguir creciendo en su seguimiento como pueblo de Dios, peregrino en la historia. Con San Nicolás de Bari, patrono de la diócesis de La Rioja, prodiguémonos para cuidar los dones de Dios, la vida de las familias, de nuestros niños, jóvenes y ancianos y especialmente nuestra Casa Común, la Creación, el Medio Ambiente.