¡Presidente, a rezar!

Jesús Sánchez Adalid(Jesús Sánchez Adalid– Sacerdote y escritor)

“¿No quedábamos en que lo público, es decir, lo político, pertenecía a una esfera completamente distinta a lo “religioso”, que debe ser privado? (…) Me pregunto qué fuerza no tendrá el poder (en este caso, el omnímodo poder del emperador yanqui) que incluso a éste Zapatero nuestro es capaz de ponerlo a rezar”

 

Muchos nos hemos quedado poco menos que estupefactos cuando hemos sabido que José Luis Rodríguez Zapatero ha sido invitado a participar en Washington, junto con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a una jornada de oración, que aúna política y religión, organizada por un grupo conservador cristiano que se hace llamar La Familia. La cosa será el 4 de febrero y se conoce como Desayuno Nacional de Oración; una reunión anual que congrega a políticos y personalidades de diversos ámbitos de la sociedad y que incluye ciertas actividades marcadas por el secreto y por un discurso del orador principal -el presidente estadounidense-, aunque suele haber otro invitado especial cuya identidad se mantiene en secreto hasta esa misma mañana. En fin, una especie de “ejercicios espirituales” a la americana, nada menos que en el céntrico y lujoso hotel Washington Hilton.

Esto, no sé por qué, me recuerda a la religión romana del Imperio, que se caracterizaba por ser politeísta, polidemonista y comunitaria. El culto público dependía del emperador, que era el sacerdote supremo de la dea Roma, la divinidad del Estado. ¡Sorprendente! ¿No quedábamos en que lo público, es decir, lo político, pertenecía a una esfera completamente distinta a lo “religioso”, que debe ser privado? ¿Dónde queda, pues, la laicidad? Me pregunto qué fuerza no tendrá el poder (en este caso, el omnímodo poder del emperador yanqui) que incluso a éste Zapatero nuestro es capaz de ponerlo a rezar.

El problema de todos los fundamentalismos, entre los que se cuenta el laicismo, es que siempre terminan dejando a sus mentores con “el culo al aire”, por pura incongruencia y por ser los mejores abonos para hacer crecer la hipocresía.

En el nº 2.692 de Vida Nueva.

Compartir