Un centenario a contrapelo

Una exposición en Salamanca abre la conmemoración del nacimiento de Torrente Ballester

Torrente-Ballester(Juan Carlos Rodríguez) Apenas diez años después de su muerte, Gonzalo Torrente Ballester (Serantes, Ferrol, 13 de junio de 1910-Salamanca, 27 de enero de 1999) se aparece en la neblina como un clásico, como un escritor pretérito, brumoso, complejo. Quizás lo sea; pero también es otro: “Un tipo de escritor que no abunda en España, que une la profundidad intelectual con la imaginación como lo hicieron Camus o Sartre. La historia de un realista mágico”, según el profesor Xosé Luis Méndez Ferrín. Eso es. Pero también un narrador soberbio, ágil y popular. Sin embargo, Torrente Ballester ha quedado en un segundo plano, del que la conmemoración del centenario de su nacimiento quiere rescatarle.

Una conmemoración que quiere situar al escritor “en el lugar central que su obra merece”, como afirma Carmen Becerra, comisaria de la exposición Los mundos de Gonzalo Torrente Ballester, que recorre en Salamanca la trayectoria vital y literaria del escritor a través de más de 200 piezas, muchas de ellas inéditas, entre manuscritos, libros, artículos de prensa, cartas, fotografías, cuadros, dibujos y diversos objetos que nos acercan a su iconografía personal. “Cuando era niño siempre recuerdo a mi padre encerrado escribiendo. La relación se hizo más interesante cuando entré en la adolescencia. Hablaba mucho con él, no sólo de literatura… Había analizado y reflexionado sobre el mundo en que vivía y se podía charlar con él sobre cualquier cosa”, relata Álvaro Torrente Sánchez-Guisande, musicólogo, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Fundación Torrente Ballester. Uno de los once hijos que tuvo el escritor.

Torrente-Ballester-2Amparo Porta, directora de la Fundación, con sede en Santiago, espera también que este centenario sirva de excusa para que muchos más lectores se acerquen a la obra del autor: “La obra queda para siempre y nuestra labor es divulgarla, conservarla y hacer que su pensamiento siga vivo. Es cierto que hay una parte de su obra difícil y compleja, pero también tiene numerosos cuentos y narrativa de menor extensión y más asequible por todos”. El propio autor se defendió de esta imagen en sus últimos años de vida: “Se me achaca mucho ser un escritor de escasísimos lectores y creo que no es verdad; he vendido 40.000 ejemplares de la Saga/fuga. No soy un escritor de minorías, lo que ocurre es que soy un escritor a contrapelo”.

Para Carmen Becerra, que también dirige el Grupo de Investigación Gonzalo Torrente Ballester en la Universidad de Santiago, ”el tratamiento del escritor ha pasado por muchas fases, la mayoría de ellas de silencio o incomprensión. También su vida se conoce mal, parcial y anecdóticamente”. De ahí, entre la amplia programación que respalda el centenario, por ejemplo, la exposición de Salamanca, organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC) y la Fundación Gonzalo Torrente Ballester. La muestra, que cuenta con la colaboración de la Universidad de Salamanca, pretende desplegar ante los ojos del lector los mundos del autor ferrolano, iluminando también aquellos que son ignorados o que permanecen en la penumbra del olvido: fue, además, un perspicaz y fino ensayista, un crítico inteligente y, a veces, mordaz, y un hábil, divertido y profundo articulista de prensa.

Torrente-Ballester-3Porque Torrente Ballester no sólo desarrolló su maestría en el arte de construir discursos ficcionales, adscritos a diferentes géneros –cuento, teatro, novela–; también fue profesor y estudioso de la Historia, y durante cuatro décadas ejerció como profesor de Literatura, profesión que reivindicó por encima de cualquier otra. “No queríamos ser exhaustivos, nos propusimos trazar una imagen real del escritor a través de sus mundos”, resume Miguel Fernández-Cid, comisario junto a Carmen Becerra. La exposición rescata, por ejemplo, las fotografías tomadas por el escritor, que tuvieron una importancia excepcional en su propia narrativa, visible también en el documental GTB por GTB, realizado por su hijo Luis Felipe Torrente y Daniel Suberviola. Torrente Ballester no sólo fotografiaba su mapa emocional (imágenes de la torre Berenguela de la catedral compostelana, de los solitarios y gélidos paisajes de Albany, de la ría de Ferrol o de las calles de Pontevedra) sino que, además, utilizaba la fotografía como herramienta de trabajo, de manera que algunas de las imágenes que su cámara registraba se encuentran después en sus ficciones trasladadas a palabras, envueltas por la semántica, transformadas por la retórica y la imaginación.

Estatua en la Plaza Mayor

Torrente-Ballester-4La elección de Salamanca como el punto de partida de la conmemoración del centenario de Torrente Ballester no es casual, aunque llegará a Ferrol en marzo y a Santiago en verano, en pleno apogeo del Xacobeo, y se podrá visitar también en Pontevedra y Nigrán, en septiembre; en Nueva York, en octubre, y en la Feria del Libro de Guadalajara (México), en noviembre. En la ciudad salmantina vivió 25 años, prácticamente inamovibles. De hecho, cuando Torrente se instaló en Salamanca en 1975, dos años después de la publicación de La saga/fuga de JB, su gran obra maestra, ya era casi un mito. Un mito que seguiría creciendo, a partir de esta fecha, con nuevos acontecimientos: entrada en la Real Academia Española, Premio de la Crítica, Premio Nacional de Literatura, Príncipe de Asturias (ex aequo con Delibes), Cervantes, Planeta… Así, hasta convertirse en la estatua de bronce que lo inmortaliza en su querido café Novelty, en plena Plaza Mayor salmantina. Un mito, paradojas de la historia, popularizado por la televisión, por aquella versión de Los gozos y las sombras, que en 1979 el productor Jesús Navascués llevó a TVE y se convirtió en un gran éxito. De ahí que, aún hoy, esa trilogía aparezca como la obra más reconocible del autor, la más realista, la más accesible también, en la que Torrente volcó su experiencia vital en las ciudades de la costa gallega. Novela que, en su referencia católica –ese pulso de poder en el interior del monasterio, por ejemplo–, está notablemente vinculada a su primera novela, Javier Mariño (1943), donde el protagonista se enamoraba en el París de 1936 de una militante comunista, y que fue retirada de las librerías “por orden gubernativa”; aunque la censura se fajó más en la vertiente política que en la religiosa, en donde Torrente se muestra como un católico ciertamente heterodoxo, como se definía él mismo, aunque siempre fascinado por la ortodoxia, sobre todo, la Iglesia griega.

Torrente-Ballester-5En aquel Torrente, entonces falangista, a donde había llegado desde el nacionalismo gallego incipiente y republicano, ya se aprecia la ruptura entre su biografía y su obra. Tan sólo tres años después, y en el ojo de mira, publica El golpe de estado de Guadalupe Limón (1946), un alarido contra la dictadura que tuvo que ambientar en América ante la imposibilidad de hablar directamente de la realidad española. Don Juan (1963), la obra que Torrente siempre señaló como predilecta, sufrió también una censura feroz, a pesar de sus pretendidas ficciones… y que, junto a su apoyo a las huelgas de los mineros asturianos, le obligó a marcharse a Estados Unidos. Aunque nada comparable a ese censor disfrazado de crítico literario que escribe en su informe sobre La saga/fuga de JB:  “De todos los disparates que el lector que suscribe ha leído en este mundo, éste es el peor. Totalmente imposible de entender, la acción pasa en un pueblo imaginario, Castroforte del Baralla, donde hay lampreas, un cuerpo Santo que apareció en el agua, y una serie de locos que dicen muchos disparates. […] Este libro no merece ni la denegación ni la aprobación. La denegación no encontraría justificación, y la aprobación sería demasiado honor para tanto cretinismo e insensatez. Se propone se aplique el silencio administrativo”. Pero era 1972. El libro se publicó, ganó el Premio de la Crítica, entre otros premios. De él dijo José Saramago, por ejemplo: “Hasta ahora había una silla vacía a la derecha de Cervantes, que acaba de ser ocupada por Gonzalo Torrente Ballester”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.696 de Vida Nueva.

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