Paz y creación

Baltazar Porras(+ Baltazar Enrique Porras Cardozo– Vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y arzobispo de Mérida, Venezuela)

“Es necesario promover una cultura de la sobriedad en el consumo energético, pero, a la vez, acelerar la búsqueda y el uso de energías con menor impacto ambiental, así como la redistribución planetaria de los recursos”

El desarrollo tecnológico y el crecimiento poblacional le dan al tema ecológico una dimensión cada vez más importante para la supervivencia humana. Benedecito XVI urge a una leal solidaridad intergeneracional al utilizar los recursos ambientales comunes. Hay una responsabilidad histórica de los países industrializados, pero no están exentos los países emergentes.

Uno de los problemas que ha de afrontar la comunidad internacional es el de los recursos energéticos. Los que vivimos en sociedades productoras de energía fósil debemos asumir con mayor énfasis las consecuencias morales que conlleva. La energía, petrolera o atómica, además de generar grandes recursos financieros, contamina. Su relación con la paz es evidente, pues la ideología la convierte en peligrosa arma política. La Cumbre de Copenhague, con sus logros y frustraciones, debe superar la diatriba estéril Norte-Sur e intentar abrir escenarios no explorados.

Es necesario promover una cultura de la sobriedad en el consumo energético, pero, a la vez, acelerar la búsqueda y el uso de energías con menor impacto ambiental, así como la redistribución planetaria de dichos recursos, de manera que todos puedan acceder a ellos.

Políticos, científicos y creyentes con sensibilidad planetaria y solidaria debemos trabajar por elaborar una respuesta colectiva orientada a cambiar el modelo de desarrollo global, siguiendo
una dirección más respetuosa con la creación y un desarrollo humano integral, inspirado en los valores propios de la caridad en la verdad.

Paz y creación abren horizontes insospechados, que exigen coraje y creatividad. Hace falta un nuevo estilo de vida, porque la búsqueda de la verdad, la belleza y el bien, como la comunión con los otros, interpelan la solidaridad y la subsidiariedad para superar los intereses particulares.

En el nº 2.693 de Vida Nueva.

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