José Catalán Deus: “Benedicto XVI no condena, dialoga”

Periodista y autor de ‘Después de Ratzinger, ¿qué?’

Catalan-Deus

(Fran Otero – Foto: Luis Medina) Madrid, lluviosa, helada e inundada de obras, acoge el encuentro con uno de los pocos analistas religiosos que hay en España. Es discreto, como sus obras y sus artículos en el blog ‘Infordeus’, y reconoce haber entrado en este mundo por casualidad. Se esconde bajo un gorro para protegerse del frío y, refugiado en una céntrica cafetería, pide un agua frizzanti (con gas) con clara reminiscencia italiana. Y es que José Catalán Deus (Madrid, 1949) pasó siete años en Roma como corresponsal, tiempo durante el cual se acercó al Vaticano y decidió estudiar a fondo lo que allí ocurría. Nunca había abordado el hecho religioso y menos la figura de un papa. Le fascinó. El fruto nació en forma de libros; el último, Después de Ratzinger, ¿qué? (Península, 2009), un exhaustivo volumen que hace balance de los primeros cuatro años –“su inicial legislatura”– del pontificado de Benedicto XVI y plantea las cuestiones a las que se enfrenta la Iglesia en el futuro.

La sentencia no se hace esperar: “El balance de este período no es negativo”. Le reconoce al Pontífice el “luchar valientemente por sus objetivos” y el que “muchas de las cuestiones fundamentales las aborde personalmente”. También, el transmitir un mensaje positivo que “ha sorprendido a los intelectuales anticlericales”. Sobre todo, por su insistencia en utilizar la razón para defender la fe: “Este Papa aconseja, dialoga y no condena”.

Puntos negativos

Por contra, señala que, aunque ha cometido errores, “su programa está planteado a largo plazo y es para una institución enorme y milenaria que se mueve muy lentamente”. En su opinión, lo más negativo ha sido “el desorden que reina en la Curia, lo obsoleto de su funcionamiento y el estallido a la luz del día de crecientes divisiones internas”. Se atreve a decir que el mismísimo Papa fue víctima de las “zancadillas premeditadas” de sus compañeros en el gobierno de la Iglesia y que, a pesar de esto, nunca se enfrentó a nadie.

Catalán Deus plantea este papado como “la absoluta continuación” del de Juan Pablo II y cree que su labor pretende llevar a la Iglesia hacia las esencias tradicionales aun a costa del espíritu conciliar: Misal de san Pío V, los lefebvristas… Algunos de estos cambios de rumbo provocaron grandes polémicas, que achaca a “decisiones propias y sin tener en cuenta factores coyunturales o de oportunidad. Hace lo que cree que debe hacer y no se preocupa de más”. Aunque le reproche esta actitud, reconoce que Ratzinger ha acertado en el análisis del principal problema que concierne a la Iglesia, que “no son las disquisiciones teóricas, sino la constatación de que la sociedad prescinde cada vez más de Dios en general, y de Cristo en particular”.

Sorpresas

En cuanto a la propia elección papal, reconoce que causó “sorpresa”, aunque añade que mayor fue la provocada cuando, pasado un tiempo, se demostró que su imagen no se correspondía con la que se daba de él. “Cambió su imagen, aunque últimamente parece que la ha vuelto a recuperar”, dice. Sus numerosos viajes también son motivo para la sorpresa, añade Deus, pues no se esperaba que hiciera tantos y tan largos. En cualquier caso, el escritor y periodista ve al Papa aislado del mundo, “como cualquier jefe de Estado”.

¿Y ahora qué? Catalán Deus no espera “grandes novedades” en el futuro y vuelve a insistir en que el principal reto que va a tener que afrontar Benedicto XVI es la pérdida de fieles. Según sus percepciones, sus iniciativas ahondan en la crisis a corto y medio plazo, aunque ve una posible recuperación a largo plazo: “No sabemos qué va a pasar tras esta crisis global en la que, de alguna manera, está inmersa la que atraviesa la Iglesia”.

¿El próximo papa? Aunque nunca se puede tener certeza, opina sin reparos que el sucesor de Ratzinger saldrá del nuevo Consistorio; cita nombres, como el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, Gianfranco Ravasi, o el del presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Rino Fisichella, dos obispos emergentes.

EN ESENCIA:

Una película: muchas me impresionaron, pero no hay una especial.

Un libro: no tengo ninguno de cabecera.

Una canción: Palabras para Julia, de José Agustín Goytisolo y Paco Ibáñez.

Un deporte: juego un poco al tenis.

Un rincón del mundo: La Maliciosa y El Carreirón.

Un deseo frustrado: volver a Roma.

Un recuerdo de la infancia: el día que me pude quitar el ‘babi’ al cumplir cinco años.

Una aspiración: terminar bien.

Una persona: mi madre.

La última alegría: las nevadas y lluvias de este invierno.

Un sueño: la justicia.

Un valor: la autenticidad.

Que me recuerden… porque busqué la verdad e intenté comportarme lo mejor posible.

En el nº 2.693 de Vida Nueva.

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