Jordi López Camps:“Es un error reducir la religión al ámbito de lo privado”

Autor de ‘Asuntos Religiosos’ (PPC)

(José Luis Celada) Fue director general de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Cataluña con Pasqual Maragall, y así ha titulado su último libro: Asuntos Religiosos (PPC). Una propuesta de política pública en la que Jordi López Camps reivindica “una tradición en la cultura política de este país: un espacio político que se ocupase de los temas religiosos”. Porque la religión, la experiencia creyente, no es un “asunto reservado”, sino que “se manifiesta como vivencia personal –que no quiere decir privada–, una dimensión que tiene también una manifestación pública y que, para muchos, es una única realidad”, explica este barcelonés de 60 años.

Es el punto de partida de una obra “escrita por un creyente pero desde la lógica de la política”, que desarrolla luego el “cambio de paradigma social hoy sobre el fenómeno religioso”. Un fenómeno que “interpela al pensamiento político”, por lo que sería “un error seguir considerando que la religión sólo tiene sentido en el ámbito privado”. Y es que “las religiones son un sistema de valores que se ha de incorporar al diálogo político-social para construir el sistema de valores que nos permita convivir en paz y armonía”, argumenta López Camps.

Hijo de mayo del 68, el actual presidente de la Comisión Ejecutiva del Patronato de la Montaña de Montserrat nunca ha dejado de estar vinculado al mundo de la política desde aquellos primeros años en el Secretariat de Universitaris Cristians, embrión del MUEC (Moviment d’Universitaris i Estudiants Cristians). “Éramos cristianos que intentábamos vivir la fe con una radicalidad –recuerda– que incluía la idea del compromiso con las realidades temporales como espacio donde dar también testimonio de las creencias”. Entonces, era un compromiso contra la Dictadura, pero, poco a poco, esa militancia política se tradujo en un paso profesional al sector público, donde, “si se hacían bien las cosas, se podría llevar a cabo de manera más operativa lo que políticamente pensaba que debía hacer”. Así, este doctor en Biología, investigador durante una época, acabó trabajando en el Ayuntamiento de su ciudad, en la Diputación…

No ha cambiado López Camps, sin embargo, en su manera de concebir ese compromiso político y la vivencia de su fe: siempre desde la “permanente inquietud” que implica “un punto de pensamiento utópico que nos ha de llevar a no contentarnos con el presente, sino a ir más allá”. Una actitud  que le ha hecho encontrarse “incómodo” con decisiones de su Iglesia y de su partido, pero en ambos lugares ha intentado en lo posible “poder explicar esta incomodidad”. “La utopía –sostiene– no nos ha de hacer perder la perspectiva de que las cosas se construyen desde las realidades presentes, que tienen sus limitaciones, pero siempre se pueden hacer mejor, y siempre debemos esperar el poder hacerlas mejor”.

Ley de Libertad Religiosa

En este sentido entiende, por ejemplo, la necesidad de una nueva Ley de Libertad Religiosa para España, porque “las leyes han de evolucionar con la sociedad”. Aunque López Camps reconoce que “tiene aspectos que conviene mejorar”, por lo que defiende “el máximo diálogo y consenso posible, para que sea una ley en que todo el mundo se encuentre cómodo y bien representado”.

A ello contribuirá, sin duda, la posibilidad de repensar conceptos (laicidad, laicismo…) y “depurar el lenguaje” (ceremonias ‘civiles’, que no ‘laicas’) que propone en sus Asuntos Religiosos. Pero también de “hacer el esfuerzo de identificar todo aquello que nos une, que es mucho”. “Y seguro que en el ámbito de la política y de la Iglesia hay personas que son capaces de establecer estos puentes de diálogo y de concordia, para ver que el futuro será diferente y mejor que el presente. Y aquí, tanto la política como la Iglesia, las religiones, pueden aportar los elementos para dar esperanza al mundo”, concluye confiado López Camps.

En esencia

Una película: Dersu Uzala, de Akira Kurosawa.

Un libro: los Salmos.

Una canción: La Pasión según San Mateo, de Bach.

Un deporte: el excursionismo.

Un rincón del mundo: Montserrat.

Un deseo frustrado: saber tocar el piano.

Un recuerdo de infancia: el escultismo.

Una aspiración: la felicidad.

Una persona: mis hijos.

La última alegría: la presentación de mi libro Asuntos Religiosos.

La mayor tristeza: el sufrimiento.

Un sueño: el hermanamiento de la humanidad.

Un regalo: una sonrisa.

Un valor: la amistad.

Que me recuerden por: ser buen persona.

En el nº 2.712 de Vida Nueva.

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