Dios en el Sur

Nicolás Castellanos(Nicolás Castellanos Franco– Obispo emérito de Palencia)

“En el Sur, a Dios se le ve y se le vive como el gran aliado del hombre y la mujer, de los pobres; el Dios de la vida, que apuesta por los excluidos. Por imperativo bíblico, Dios escucha el clamor de los pobres y el anhelo de liberación”

“La gloria de Dios es que el hombre y la mujer vivan”. Ése es el gozo de Dios, que cada mujer y hombre se realicen en su plenitud. Dios vio que la creación era buena y el hombre y la mujer muy buenos. Dios nos quiere felices, viviendo en igualdad, fraternidad, libertad y solidaridad.

Sin embargo, esto contrasta con lo que podemos llamar la tragedia de la cultura actual, que ve a Dios triste, resentido, como algo indeseable, que entra en la vida de los hombres para amargarles.

Desde mi experiencia de fe, de amigo y de compromiso con los pobres, para mí, captar a Dios, aproximarse a Dios, descubrir a Dios, es interiorizar ese ámbito de alegría, de amor, de compasión, de ternura, de libertad, de liberación, del compartir solidario.

No podemos seguir presentando a Dios, la fe inculturada, en un mundo anterior al moderno y postmoderno. La pregunta hoy es: “¿Cómo presentar el agua viva de la fe, de Dios presente en el mundo?”. Hay que buscar vasos inteligibles para el hombre y la mujer de hoy.

Desde los dichos y hechos de Jesús, descubrimos al Dios de Jesús. Un Dios Padre, Madre, ternura, compasión, volcado para que seamos felices. Dios nos sorprende con el regalo de su paternidad.

En el Sur, a Dios se le ve y se le vive como el gran aliado del hombre y la mujer, de los pobres; el Dios de la vida, que apuesta por los excluidos. Por imperativo bíblico, Dios escucha el clamor de los pobres y el anhelo de liberación.

Así lo vivieron nuestros mártires. Éstas son las ultimas palabras antes de morir de Óscar Romero: “Ofrecemos nuestra sangre como Cristo, no para sí, sino para ofrecer justicia y paz para nuestro pueblo”.

Desde los tiempos de la colonia, se descubrió a Dios no sólo como creador de la tierra, sino también como liberador de su pueblo.

En el nº 2.697 de Vida Nueva.

Compartir