Ascensión Martín: “Somos mujeres de la noche… de la luz de la noche”

Superiora provincial de las Siervas de Jesús

Ascensión-Martín(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Las nueve de la noche. Calle céntrica de Madrid. Una veintena de mujeres se abrigan. No salen de clase, sino que salen de casa, justamente cuando otros llegan de sus trabajos. Van a velar. Pasan la noche al lado de los enfermos, de los que no pueden pagar. Son religiosas. Mujeres de la noche… “ángeles” al lado del dolor. Ascensión despide a cada una. Algunas son muy jóvenes. Hace frío, pero se ve alegría en sus caras. Cada día se repite esta escena… y cada noche se extiende un poco más el Evangelio.
Lo suyo es…

Cuidar enfermos por la noche de manera gratuita. Al lado de otros muchos que se dedican a esta tarea.

¿Dónde está la diferencia?

Nuestra presencia es gratuita, y el servicio a los enfermos es siempre por la noche y en nombre de Cristo.

¿Cómo es la noche?

Aún si cabe, el dolor de la noche es más fuerte. Hay muchos ancianos solos en hospitales y en sus domicilios… Además de velar, tenemos hospitales. La asistencia al necesitado es constitutiva de nuestra vocación.

¿Hay gente que se apunta a este estilo de vida?

Claro que sí. Hoy hay 20 junioras en esta provincia, 10 en esta casa… En total, en España hay 60 junioras Siervas de Jesús que están todas las noches cuidando enfermos.

El apostolado de la noche no es frecuente en la Vida Consagrada…

La noche forma parte de nuestra espiritualidad. Somos mujeres de la noche… de la luz de la noche. Tengo que reconocer que, como responsable de estas jóvenes, lo vivo con intensidad y algo de preocupación, pues desde las nueve de la noche hasta las siete de la mañana, están fuera de casa. Cada una sola, va a atender a su enfermo… ¡Pueden pasar tantas cosas en una noche! Pero yo siempre tengo presente cómo fue mi vida y lo que aprendí en la soledad de la noche.

Entonces, la situación de la Vida Consagrada es diferente hoy, ¿no?

Es verdad. El trabajo de la noche es arriesgado y difícil. Pero es muy nuestro y, si renunciamos a ello por miedo, estaremos renunciando a lo arriesgado del Evangelio.

¿Y las necesidades…?

Son inimaginables. La situación de la gente es, en no pocos casos, desesperante. La gente responde bien a nuestra congregación. Es curioso: aunque las personas no tengan convicciones religiosas, aceptan a nuestras religiosas, porque la nuestra es una caridad que dignifica.

La Vida Consagrada, de vuelta a los orígenes…

Cuando nuestra fundadora empezó a andar por las calles por la noche, llevaba manta y comida para la familia. Lo estamos volviendo a hacer. No sólo atención, sino llevar vida a la casa.

La comunidad, como “enjambre más que estufa”…

Sí, cada noche salen de casa veinte religiosas, cada una a su destino. Regresan a las siete de la mañana. Hasta la una del mediodía es tiempo de comunidad y de cuidado de nuestra pertenencia comunitaria. Desde esa hora y hasta las 19:30, se descansa. A esa hora empieza la oración de la tarde. El reencuentro de la comunidad es en la oración y la eucaristía de la mañana.

¿Dónde encuentra la justificación su estilo de vida?

Pues, sencillamente, en que el amor de Cristo a la humanidad es exageración. Hay que salir del cálculo de dar por lo que recibes para entender el Evangelio. Salir en la noche para expresar el puro amor de Dios, ésa será siempre nuestra máxima.

En una sociedad que huye del dolor…

Es cierto. Una tarea muy nuestra es crear conciencia del agradecimiento a los mayores. Superar la tentación de “aparcarlos”. Sin ellos, sin la historia, estamos cuestionando el futuro.

¿Le preocupa a la Madre Ascensión la alegría de sus religiosas?

Por supuesto. El servicio al Evangelio es una vocación y tiene que disfrutarse. Lo nuestro no se puede vivir a la fuerza; constantemente, tienes que estar recurriendo a la gracia y a la pertenencia comunitaria. Quiero que las junioras sean libres, gocen de libertad y de la capacidad de decisión. Si uno sabe decir sí y no, sabe caminar por los caminos de Cristo. Si uno hace lo que está mandado sin adhesión personal, no hay vocación.

¿Cómo perciben ustedes el futuro?

Apoyado en el presente. Ésta obra es de Dios. Él la cuida. A nosotras nos corresponde hacerla posible para los que estamos y para quienes vengan después.

MIRADA CON LUPA

La misión centra la Vida Consagrada. Lo mejor es cuando es evidente. Cuando reclama, sorprende o cuestiona. Lo peor, cuando requiere mucha explicación, justificación o anuncio. Nuestra sociedad sigue necesitando Vida Consagrada, la necesitará siempre. Pero la misión de ésta no puede ser más de lo mismo, sino alternativa, evocación, anuncio de que Cristo está al lado de quien sufre. Sólo la bienaventuranza es antídoto cuaresmal frente a la ideología.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

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