Aitor Bilbao: “Es urgente poner en el centro de la educación a los alumnos”

Director general de Kristau Eskola

(Texto y foto: Vicente L. García) Religioso escolapio euskaldun de 47 años, Aitor Bilbao ocupa desde hace seis la dirección general de Kristau Eskola (KE), entidad que agrupa en el País Vasco a los centros concertados de educación de titularidad católica. Se trata de “estructurar y proyectar una organización educativa cristiana que potenciara y garantizara de cara al futuro la presencia de un proyecto educativo cristiano al servicio de nuestro pueblo, partiendo de la riqueza y diversidad de las instituciones que conforman KE (actualmente 88 con presencia en 145 centros educativos), pero basándose en las sinergias y en el proyecto común compartido. Hemos definido esta fase como la del pasar del yo (individual, institucional propio) al nosotros, en donde el sujeto sea el proyecto educativo cristiano al servicio de nuestro pueblo vasco y abierto al mundo”.

¿Y cómo fue lo de hacerse escolapio?: “Vengo de una familia de hondas raíces cristianas y sinceramente religiosa. Y, por otro lado, estudiando con ellos descubrí el auténtico testimonio de escolapios entregados a nosotros por vocación”. Ahora le toca vivir y lidiar el mundo de la educación desde otros foros y frentes. Aunque en su trabajo se ve ligado más a lo burocrático e, incluso, a lo político que a lo educativo, ello no le desvía respecto de lo sustancial del mundo de la educación. Por ello, lo que más le preocupa es “que el sistema educativo de verdad ayude a los niños y jóvenes a su pleno desarrollo personal con una perspectiva social basada en la justicia y solidaridad”.

Aitor considera que el nuevo fracaso en la búsqueda de un pacto Escolar se debe a que existen “muchos intereses ajenos al mundo educativo”, por lo que urge “a colocar en el centro de la educación a los niños y jóvenes”.

En vez de eso, la educación está siempre expuesta a la politización, lo que hace que entidades como KE tenga que posicionarse a menudo. Sucedió con Educación para la Ciudadanía, de la que Aitor afirma que “se asumió desde el principio como una asignatura más para trabajar nuestro proyecto educativo cristiano, aunque consideramos, y lo dijimos desde el principio, que era innecesaria”. Y pasa también ahora ante la nueva propuesta realizada desde el Gobierno Vasco de un sistema de educación trilingüe que sustituya a la actual oferta de “modelos”. “El sistema educativo, por ética y también por ley –señaña el religioso–, tiene que garantizar la competencia lingüística de todos los alumnos en las lenguas cooficiales, además de procurar un mayor dominio de los idiomas extranjeros. KE está trabajando desde hace años en esta línea, buscando el objetivo de lograr el bilingüismo real en nuestros dos idiomas oficiales al finalizar la escolarización obligatoria, así como la mejora en la competencia idiomática de uno o dos idiomas extranjeros. Por ello, estoy de acuerdo en que se desarrolle un plan lingüístico de plurilingüismo en línea con la mejora de nuestro sistema educativo desde la clave del amplio consenso social. Creo que es importante que cada centro, según el tipo de alumno que tiene y de su contexto (social, cultural, económico…), establezca el proyecto lingüístico de centro que considere más conveniente para el logro de objetivos. Y, por supuesto, hay que evitar que se politicen los idiomas cuando éstos sirven para comunicar y enriquecer; deben prevalecer los intereses de los alumnos y de la sociedad”.

Otro que le preocupa es el del fracaso escolar. “Aunque en Euskadi estamos en los objetivos europeos (fracaso en la obligatoria del 10%), no nos hemos de conformar. El fracaso escolar de cada alumno cuestiona profundamente al propio sistema educativo; hemos de conectar con cada alumno para lograr que desarrolle al máximo todas sus potencialidades. Y muchas veces nuestro sistema educativo y nuestros centros no logran responder satisfactoriamente a las necesidades de ciertos niños y jóvenes”.

En esencia

Una película:
La Misión, de Roland Joffé.

Un libro: la Biblia.

Una canción:
el Aita Gurea, del P. Madina.

Un deporte:
la pelota vasca.

Un rincón del mundo: Nueva York.

Un deseo frustrado:
no haber acabado la tesis doctoral.

Un recuerdo de la infancia:
el ambiente familiar.

Una aspiración:
el don de la palabra.

Una persona: mi familia.

Un sueño: la paz de nuestro pueblo.

La última alegría: una sonrisa de mi anciana madre enferma.

La mayor tristeza: cualquier sufrimiento humano.

Un valor: la honestidad.

Que me recuerden por: haber intentado ser buena persona.

En el nº 2.708 de Vida Nueva.

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