“Debemos rezar por la voluntad de dar el siguiente paso”

El cardenal de Sydney, George Pell, inaugura la JMJ ante 140.000 peregrinos

(Vida Nueva) Después de varios días de preparativos, de los que hemos informado a través de nuestra web, los miles de peregrinos participantes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Sydney disfrutaron de la inauguración oficial del evento. Ayer martes, después de una fiesta de bienvenida ofrecida por los aborígenes, mientras el sol se ponía en la bahía, en el muelle de Barangaroo, el cardenal arzobispo de Sydney, George Pell, presidió la misa de apertura ante 140.000 personas y pronunció una homilía alentadora no sólo para los jóvenes peregrinos.

“No quisiera empezar con las 99 ovejas saludables -dijo-. Comenzaré dándoles la bienvenida y animando a todos los que se consideren perdidos, en angustia profunda, con pocas esperanzas o incluso exhaustos. Sean jóvenes o ancianos, mujeres u hombres, Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos”. El cardenal subrayó que “la llamada de Cristo es para todos los que sufren”, independientemente de las causas de las heridas, “ya sea por drogas, alcohol, crisis familiar, la lujuria de la carne, soledad o muerte. Y quizás hasta el vacío del éxito”.

Después, Pell comentó las lecturas litúrgicas del día, concretamente, la visión de Ezequiel del valle de los huesos secos, que, apuntó, es muy reconocible para la Iglesia local: “Muchas partes de Australia todavía sufren sequía, y es por eso que todos los australianos comprenden lo que es un valle de huesos secos y esqueletos sin carne”. Australia es uno de los países más secularizados del mundo, según lo señaló el propio Benedicto XVI durante el vuelo hacia la JMJ, en un breve diálogo con los periodistas que le acompañaban: “Australia comparte los éxitos y los problemas del mundo occidental”, en el que “la religión, la fe cristiana, está en cierto sentido en crisis”.

No obstante, el cardenal interpretó el mensaje positivo que se desprende del relato de Ezequiel: “La sabiduría secular proclama que el leopardo no cambia sus manchas, pero nosotros los cristianos creemos en el poder del Espíritu para convertir y cambiar a las personas del mal al bien; del miedo e incertidumbre a la fe y la esperanza. Los creyentes nos vemos alentados por la visión de Ezequiel, porque conocemos el poder del perdón de Dios”.

A continuación, el arzobispo Pell comentó la parábola del sembrador, e interpeló: “¿Dónde estáis vosotros? Sea cual sea nuestra situación, debemos rezar por una apertura de corazón, por la voluntad de dar el siguiente paso. Si tomamos la mano de Dios -continuó-, Él hará el resto. La confianza es la clave“.

Último día de descanso

Por su parte, hoy miércoles Benedicto XVI pasa su último día descanso en el centro Kenthurst, la residencia del Opus Dei cercana a la ciudad de Richmond en la que se aloja antes de dirigirse a Sydney. El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, el P. Federico Lombardi, ha asegurado que el Papa está “absolutamente tranquilo y descansado”. El lunes tuvo ocasión para reunirse con el cardenal Pell y con su auxiliar, el obispo Anthony Fisher, coordinador de la JMJ, para concretar los preparativos. Será mañana cuando se inicie la visita oficial, con un detallado programa pleno de actividades.

Después de una misa privada en la Cathedral House de Sydney, residencia papal hasta el final de su viaje apostólico, las autoridades australianas celebrarán una ceremonia de bienvenida en la Casa de Gobierno de Sydney, donde pronunciará su primer discurso. Después, el Papa se trasladará a la capilla Mary MacKillop, al norte de la ciudad, para un momento de oración, y de allí, a la Casa del Almirantazgo, donde se encontrará con el primer ministro australiano, Kevin Rudd. Tras pasar por la Catedral, a mediodía llegará al muelle Rose de la bahía de Sydney, donde un grupo de aborígenes le acogerá con danzas y cantos tradicionales.

Benedicto XVI surcará la bahía hasta el embarcadero Barangaroo, donde le estarán esperando los peregrinos. Será, por fin, el auténtico primer encuentro entre el sucesor de Pedro y los jóvenes.

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