Los medios, altavoces de la Buena Noticia

Sacerdotes que ejercen su ministerio en el mundo de la comunicación

Julián del Olmo, director del programa 'Pueblo de Dios' (TVE)

(Marina de Miguel) “Id por todo el mundo y anunciar el Evangelio”. El mandato de Jesús a sus discípulos adquiere, en este mundo marcado por la información y las nuevas tecnologías, una especial relevancia. Cada vez son más los sacerdotes que desempeñan su labor ministerial desde la prensa, las ondas radiofónicas, los platós de televisión o Internet, con lo que responden así a la invitación que Benedicto XVI hace en su reciente mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: “Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva ‘ágora’ que han dado a luz los nuevos medios de comunicación”.

“Todo cristiano, y más el sacerdote, tiene que ser un ‘vividor’ y un ‘comunicador’ del Evangelio”. Para Julián del Olmo, director de Pueblo de Dios (TVE-2), ésta ha sido y sigue siendo la clave de su vida tanto durante los años que ejerció como cura rural y párroco urbano como en la actualidad, sumergido en el mundo de la comunicación. Además de enseñarle el mundo rural que “el cura no es un extraterrestre, sino un ser humano que ‘cura’ las heridas que produce la vida en los cuerpos y en las almas”, no duda en señalar que los pequeños pueblos de la sierra pobre de Guadalajara fueron su primera escuela de periodismo. “Allí aprendí a hablar de Dios para que me entendiera ‘la señora María’ y aún sigo empleando el mismo lenguaje”.

Roberto Ruano (derecha) en una entrevista

Recaló en Madrid a finales de los 60 y, dos décadas después, obtuvo la licenciatura en Periodismo por la Universidad Complutense. “Siempre tuve tres vocaciones –recuerda–, herrero por tradición familiar, sacerdote por la gracia de Dios y periodista por mis cualidades personales. No he renunciado a ninguna, al contrario, he tratado de compaginar las tres porque en ello me va la vida, la realización personal y la felicidad”.

Semejante “pasión y debilidad por comunicar en nombre del Señor” vive Roberto Ruano en su labor como delegado de Medios de Comunicación en la Diócesis de Salamanca, un puesto que compagina con el de párroco de cuatro pueblos. “Los medios son, hoy por hoy, una prolongación de mis labios, de mis palabras, que me ayudan como sacerdote y pastor a llegar y a ganar a cuantos más mejor”. Por eso reconoce que su labor de periodista “no es una carga, más bien es un enriquecimiento”.

Jaume Aymar entrevista a Bertone

Sacerdocio y comunicación se entretejen en la vida de Jaume Aymar desde que el cardenal Narcís Jubany le ordenó. Además de una cierta predisposición personal, que le llevó a escribir y colaborar en diversos medios en su etapa de juventud, recibió la llamada del cardenal de colaborar en la delegación de Medios del Arzobispado de Barcelona, donde fue jefe de prensa, delegado de comunicación y coordinador diocesano de medios. En la actualidad, es director del seminario Catalunya Cristiana y de la emisora Ràdio Estel. En estos medios ve una responsabilidad importante y un incentivo para su ministerio, pero también considera que es un “reto hablar y escribir a una sociedad secularizada que, sin embargo, tiene hambre de Palabra de Dios y sed de espiritualidad”.

Un lenguaje menos clerical


“La presencia en los mass media debería dar otro tono a nuestro lenguaje, a veces demasiado clerical: no es lo mismo pronunciar una homilía ante una comunidad parroquial o religiosa, que hacerla a través de la radio cuando, fácilmente, te está escuchando gente muy diversa, probablemente no creyente o alejada”, apunta Aymar para indicar la necesidad de asumir el lenguaje que requieren los nuevos medios: breve, concreto, vivencial, imaginativo.

Rafael J. Pérez Pallarés

Rafael J. Pérez Pallarés, responsable de la oficina de prensa del Obispado de Málaga y director del programa decano de la radio pública andaluza, Palabras para la vida (se emite por Canal Sur Radio y Radio Andalucía Información), coincide en indicar que el ejercicio del ministerio sacerdotal en los medios “supone estar muy atento a los centros de interés de la opinión pública e intentar hacer llegar a un público heterogéneo, con palabras claras, qué aporta el Evangelio en cada situación”.

La misma celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales demuestra la preocupación de la Iglesia por transmitir la Buena Noticia utilizando todos los recursos posibles. “La Iglesia está muy presente en las redes informáticas de comunicación y también en los medios convencionales. Pienso que hay que suscitar vocaciones de laicos en los medios. Ojalá que, en cada parroquia, o al menos en cada arciprestazgo, hubiese un laico o equipo de laicos responsables de la comunicación”, corrobora Juame Aymar.

Julián del Olmo es crítico cuando se trata de cuantificar los avances: “Si la Iglesia quiere llevar su mensaje a la gente de hoy, tenemos que hacerlo con los medios de hoy. Los púlpitos de antaño han sido sustituidos por los equipos de megafonía, pero no está tan claro que los sacerdotes hayamos cambiado el estilo y los lenguajes de nuestras predicaciones”. A su juicio, “la Iglesia, que no ha superado del todo la ‘era Gutenberg’, está abriéndose paso en el campo de las nuevas tecnologías, donde se mueve con pies de plomo, tal vez por lo que tienen de incontroladas”.

“Dos mil años anunciando el Evangelio y todavía parecemos nuevos en estas tareas comunicativas”, se lamenta Ruano indicando que “sobra en nuestras filas eclesiásticas buena voluntad” pero que, quizás, “falte crecer en profesionalidad y arriesgar en creatividad y pluralidad”.

Uno de los principales riesgos es la urgencia por estar presente en los canales de comunicación por el mero hecho de querer figurar. “La presencia en los medios en sí es buena. Lo importante y lo que hay que valorar es el cómo, el con quién y el cuándo. En este sentido, la oración aporta un importante discernimiento. Es bueno y necesario ser valientes pero, si estamos presentes, hay que hacerlo de forma actual, que se entienda y no genere confusión, escándalo o se retroalimente la polémica”, añade Pérez Pallarés.

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Del papiro al ciberespacio

Luis Santamaría

Se podría decir que Luis Santamaría, el cura más joven de Zamora –párroco de la Unidad de Acción Pastoral de Muelas del Pan y delegado diocesano de Medios–, ha crecido acompañado por el boom de Internet y las redes sociales. “Si hoy mucha gente está en los medios digitales, no sólo para informarse, sino también para relacionarse, ahí podemos y debemos estar nosotros. A lo mejor a un cura mayor le cuesta más y no tiene que forzarse a hacerlo, pero parece que los presbíteros jóvenes nos movemos con más naturalidad, porque algunos ya somos medio nativos digitales”, bromea.

Messenger, Tuenti, Facebook y Skype son algunas de las herramientas que utiliza en su labor pastoral, ya que, según reconoce, “cuando uno es cura itinerante y anda de aquí para acá de pueblo en pueblo, es más fácil de localizar en un coche, a través del móvil o Internet, que en la casa parroquial”. Entre las iniciativas que ha emprendido destaca un blog informativo que ha tenido una gran acogida.

Puesto que considera importante la formación para sacar el máximo partido a las nuevas tecnologías, está realizando el postgrado de Experto en Comunicación Social, que imparte la Universidad Pontificia de Salamanca junto a la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social. “Si del papiro pasamos al códice, y luego al libro impreso, y de ahí a los medios de masas… ahora nos toca la evangelización en el ciberespacio y en las redes sociales”.

Antonio Jesús López

Antonio Jesús López García-Mohedano, seminarista de Cádiz y Ceuta, también está realizando este curso con objeto de “aprender los nuevos métodos y formas de comunicación para, con nuevo ardor, llegar a todos, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo. La Palabra, así, podrá navegar ‘duc in altum’, mar adentro”.

“Como cristianos, somos semillas en medio del mundo, y tenemos que hacer de todo y todos un cauce de acercamiento a Dios y al hombre de hoy en día”, anima añadiendo que urge tener unos criterios bien formados para que con su uso “nos plenifiquen cada vez más y no nos destruyan como personas”.

En el nº 2.708 de Vida Nueva.

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