Óscar Rodríguez Maradiaga: “Hay que pensar en una economía en la que pueda haber equidad”

(Victoria Lara) “Estamos pasando una crisis económica muy fuerte, pero me entristece que, a la hora de buscar la austeridad y la reducción de gasto, lo primero que disminuye son los fondos de ayuda a los pobres, lo cual no debería tocarse, porque los problemas y las crisis no han venido de los pobres, sino de los super-ricos, especialmente de los bancos y las instituciones financieras que, por dejar a un lado la ética y dejarse llevar por la codicia y la mentira, han llevado al punto al que se llegó”. Así de claro se mostraba ante los periodistas el presidente de Caritas Internationalis, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, en el marco del Congreso Europeo sobre Pobreza y Exclusión Social.

Con la misma claridad, el cardenal hondureño hablaba de la necesidad de revisar el sistema económico actual y de hacer una apuesta por “volver a las raíces, que es la dignidad de la persona humana, que está por encima de la obra de sus manos. Hay que repensar el sistema, corregirlo y pensar en una economía distinta en la que también pueda haber equidad”. “¿Por qué la dimensión social no puede entrar en la economía? ¿Por qué tiene que ser sólo una posesividad y un deseo de ganancia para unos pocos?”, se pregunta.

No obstante, para Rodríguez Maradiaga aún hay lugar para la esperanza, pues está convencido de que “la crisis no necesariamente es algo negativo. Una crisis bien resuelta se convierte en una oportunidad”, y observa cómo, poco a poco, va consolidándose el espíritu de la “globalización de la solidaridad”.

Prueba de ello es la rapidez con la que Cáritas responde en aquellos lugares donde se producen desastres naturales que, en la mayoría de los casos, vienen a agravar las condiciones de miseria y pobreza de los países a los que sacuden, como acaba de ocurrir con la tormenta que pasó hace tan solo unos días por Guatemala, Salvador y Honduras, o como el terremoto del pasado mes de enero en Haití, para el que la organización católica logró recaudar más de 360 millones de euros. Maradiaga resaltó la importante participación que, en este último, tuvieron las Cáritas europeas, muchas de ellas relativamente recientes, pero también las de otros países: “Incluso Cáritas tan pequeñas como Irak o Irán han colaborado”.

Pero, al margen de los desastres naturales, hay otros lugares del mundo que demandan una atención permanente por parte de la organización, como el continente africano, donde el cardenal pudo comprobarlo in situ durante su reciente visita a Etiopía: “El atraso en carreteras, en agua potable, es grandísimo y en casi todos los lugares que visitamos se encuentra Cáritas; es un gran consuelo, porque van también educando al pueblo”. Porque, al margen de la labor asistencial que todo el mundo conoce, este último aspecto es muy importante para la entidad. “Es mucho lo que ha crecido el voluntariado, la responsabilidad”, añade Maradiaga, quien explica que el voluntariado es una de las dimensiones a las que se refiere el Papa cuando habla de “economía de la gratuidad” en su última encíclica.

En el nº 2.711 de Vida Nueva.

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