Alfombra roja al Papa

cardenal Tarcisio Bertone y José Luis Rodríguez Zapatero

(Juan Rubio) El Gobierno de Zapatero afloja en su “hoja de ruta” laicista. Para buena parte del aparato orgánico socialista, “aún están las uvas verdes”, aunque le pese al ala más beligerante y laicista de Ferraz, aquélla a la que ciertos socialistas llaman “casposa”. No hace mucho hubo quien golpeó fuerte en la mesa e invitó, con tono enérgico, a dejar a los curas y a las monjas tranquilos y dedicarse más a poner el empeño en salir de la crisis. Las encuestas les viene pisando los talones. Se acercan de nuevo los Idus de Marzo. Hubo en la reunión quien evocó los tiempos del binomio González-Guerra. El guerrismo, como ahora algunos posibilistas del PSOE, creían que lo que “no está roto, no hay que arreglarlo”.

Es lo que sucede con los Acuerdos Iglesia-Estado. Nadie quiere romperlos. La Ley de Libertad Religiosa tiene ahí su marco jurídico. Por eso el texto que se cocina será suave y, aunque dará ruido mediático por los extremismos, no tocará el marco de unos Acuerdos que fueron firmados en los primeros meses de pontificado de Juan Pablo II, y a los que no parece que tuviera gran simpatía el pontífice polaco, más partidario de un tour de force y de un concordato en clave do ut des. Tarancón se llevó su tirón de orejas en la histórica y silenciada entrevista en la que comenzó el cambio de rumbo de la Iglesia española, que se fraguó en Santiago de Compostela durante la primera visita de 1982.

Los socialistas empiezan a sacar del armario el guante blanco para estrechar la mano a la Iglesia. El Vaticano no se niega al buen rollo con un Gobierno con el que no le interesa estar mal, entre otras razones por ser cabeza de puente con Latinoamérica.Ahí está el embajador cerca de la Santa Sede, Francisco Vázquez, y esa misión vaticana que desempeña con eficacia desde la romana Plaza de España. Nadie puede olvidar las estrechas relaciones del ex alcalde de A Coruña con el entonces arzobispo de Santiago, hoy arzobispo de Madrid. Ahí está el cardenal Cañizares, vía abierta con la videpresidenta del Gobierno, Fernández de la Vega. Ahí están otros personajes claves, entre los que no hay que olvidar a Bertone, con buenas fuentes de información sobre España. Su visita del pasado año y la nueva que girará a Cataluña a finales de abril, son una muestra más del cuidado con que el Vaticano desea hacer las cosas en España. No echar leña al fuego, aunque sea diciendo su propia verdad.

Y Zapatero pondrá alfombra al Papa en esta visita de 2010 y en la próxima de 2011. Una vez que acabe la presidencia de la Unión Europea, ha prometido dedicar a uno de sus mejores técnicos, atareado ahora en labores comunitarias, a preparar la Jornada Mundial de la Juventud. El Gobierno no dará dinero contante y sonante, pero sí recabará recursos en infraestructuras. A caballo regalado no se le miran los dientes. Y más si el caballo ahorrará gastos.

Una tormenta por legislatura. En la anterior, la Ley de Unión entre Personas del Mismo Sexo. En ésta, la reforma de la Ley del Aborto. Ahora toca el piano andante, la mano tendida, la sonrisa flácida. En la próxima, si es que hay próxima, tocará la Ley de la Eutanasia. Pero ahora, ni en las filas socialistas, ni en las filas de Añastro, por indicación de Roma. No está mal caminar por la alfombra roja, pero con cautela: cuerpo entero y paso firme.

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Una Iglesia; no dos enfrentadas

Hay una estrategia peligrosa que los socialistas ponen a correr por sus terminales mediáticas como una zorra por los sembrados. Y es el esfuerzo por hacer dos iglesias: la progresista y la conservadora. En ambos lados sitúan a purpurados, teólogos, periodistas… El Bien y el Mal. Esta estrategia se vence con más diálogo y comunión. En ambos lados –en la Iglesia y en el Gobierno– hacen falta mediadores que ayuden a derribar el frentismo, que sean capaces de dialogar, por el bien del ciudadano, del cristiano, del bien común. Será la historia quien demande la ausencia de estos hombres y mujeres, perfiles de un diálogo tan necesario como ausente. Se buscan perfiles para la argumentación más que para el diálogo.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.703 de Vida Nueva.

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