“La Eucaristía es el mejor negocio del mundo”

Cerca de 800 participantes en el X Congreso Eucarístico Nacional de Toledo

(Javier F. Martín) Las voces juveniles que entonaban La victoria del León de Judá en la toledana Plaza del Ayuntamiento enmarcaron una de las imágenes del X Congreso Eucarístico Nacional que se ha celebrado en esta ciudad del 27 al 30 de mayo: la del cardenal Rouco y el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, bajo la Cruz de las JMJ de 2011. El acto de recepción se ha convertido en uno de los momentos visualmente más atractivos del congreso, que se ha desarrollado bajo el lema Me acercaré al Altar de Dios, la alegría de mi juventud.

Jóvenes y no tan jóvenes proclamando, en forma de oración, la liturgia mozárabe por el empedrado de Toledo, o cerca de 1.200 niños que han participado en un encuentro eucarístico infantil, ayudan a completar el álbum de fotos de una cita que volvía a este enclave después de que en 1926 se celebrara aquí el III Congreso Eucarístico Nacional. Un lucernario y una procesión hasta la catedral sirvieron, el jueves 27, de preparación a la cita. En esta jornada, el cardenal Rouco, en la víspera de la apertura de las sesiones académicas, se refirió al servicio del ministerio sacerdotal y su propuesta a la sociedad a través de “tantos sacerdotes santos que han ofrecido sus vidas a Cristo en medio de las más duras y difíciles pruebas, testimoniando su amor de Cristo y la gracia de su Evangelio con una vida sencilla, sacrificada, silenciosa, donada sin reservas a Jesucristo y a los hombres que les fueron confiados”.

Las sesiones de trabajo, en las que participaron cerca de ochocientos congresistas, se iniciaron el viernes con la ponencia del profesor Ángel Corrochano, sobre Intimidad y traición en la última cena. Reflexiones bíblicas. Esa misma jornada, el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, se centró en el tema Eucaristía y unidad de la Iglesia. El también vicepresidente de la Conferencia Episcopal, tras su intervención, destacó ante los medios la labor fundamental de las instituciones socio-caritativas de la Iglesia en la situación económica que vive nuestro país, y resaltó que “desde que comenzó la crisis, la colaboración de los fieles ha aumentado, lo que permite que los más desfavorecidos sigan recibiendo su ayuda” a través de la Iglesia católica.

Escuela para la vida

El cardenal Sodano, legado pontificio

El arzobispo de Granada, Javier Martínez, también se manifestó sobre la crisis y su origen cuando señaló que “todos somos responsables de la crisis, porque todos hemos entrado en una manera de concebir la existencia humana basada en producir y consumir”. El arzobispo de la diócesis andaluza participó en el congreso el sábado, con la ponencia La Eucaristía, escuela para la vida, en la que dejó una de las frases del congreso: “No lo duden, la Eucaristía es el mejor negocio del mundo y el único que funciona”. En esta jornada participó también el profesor de Liturgia de la Facultad de Teología de San Dámaso, Manuel González López-Corps, quien se ocupó de El misterio eucarístico en la celebración del rito hispano-mozárabe. Para González, “perder nuestra vieja liturgia supondría una pérdida espiritual importante en el alma de Europa”. Conscientes del valor de este tesoro espiritual, buena parte del congreso y de las celebraciones paralelas se han apoyado en la liturgia mozárabe, como la eucaristía presidida en el templo catedralicio por el arzobispo toledano. En la catedral tuvo lugar la celebración de clausura, presidida por el cardenal Sodano, legado pontificio para el congreso, quien señaló que la Eucaristía “nos invita a comprometernos con todos nuestros hermanos para afrontar los desafíos actuales”.

Más allá de los datos de asistencia y el programa de actos que sirven para ‘fijar’ este congreso, la valoración de los participantes fluctúa entre los que aplauden sin matices todo el evento; aquéllos que intuyen la desigual participación de las diócesis en la organización de un congreso de carácter nacional; los que han descubierto –incluidos algunos obispos– la riqueza de la liturgia mozárabe; y los que consideran que hubiera merecido una mayor atención por parte de la sociedad.

En el nº 2.710 de Vida Nueva.

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