El Papa exhorta a las naciones a ‘salvaguardar la creación’

La Ecología, el desarme o el papel la religión centran el discurso de benedicto XVI al cuerpo diplomático

Discurso-diplomáticos(Antonio Pelayo– Roma) Una cosa es ver la Sala Reggia del Palacio Apostólico vacía, y otra muy distinta, contemplarla cuando en ella toman asiento los representantes de los 181 países u organizaciones internacionales que, a enero de 2010, mantienen relaciones diplomáticas plenas con la Santa Sede. La majestuosidad de los mármoles y estucos que decoran sus paredes es siempre la misma, la apoteosis del papado que han reflejado en sus frescos los maestros del Renacimiento está siempre ahí; pero cuando ante el Papa, flanqueado por la cúpula de la Secretaría de Estado, desfilan uno a uno los embajadores o jefes de misión, estrechan su mano o besan su “anillo del pescador”, le transmiten el saludo de sus respectivos jefes de Estado y escuchan respetuosamente su respuesta, es fácil concluir que la Santa Sede es protagonista cualificado y original en la escena internacional, en la que está presente desde hace siglos.

Discurso-diplomáticos-2Éste es el significado más evidente del tradicional encuentro al comienzo del año que en esta ocasión ha tenido lugar el 11 de enero. Lo inició el decano del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el embajador de Honduras, Alejandro Valladares (digamos, de paso, que quedan definitivamente atrás los rumores sobre su remoción a causa de las incertidumbres por las que atravesaba su país).

El discurso del Papa es un texto muy elaborado en el que se traza una visión del mundo (el famoso tour d’horizon) subrayando los asuntos que suscitan mayor interés desde el punto de vista de la diplomacia pontificia. El de Benedicto XVI este año no se ha apartado de esta regla: con frases cortas pero muy calculadas, se ponen en evidencia temas relevantes de los últimos doce meses y se destacan algunas líneas de fuerza que interesan a toda la comunidad internacional.

“La Iglesia –dijo Ratzinger en su impecable francés– está abierta a todos porque, en Dios, ella existe para los demás. Ella, por tanto, comparte intensamente la suerte de la humanidad que, en este año apenas comenzado, aparece todavía marcada por la crisis dramática que ha golpeado la economía mundial, provocando una grave y vasta inestabilidad social. En la Encíclica Caritas in veritate he invitado a buscar las raíces profundas de esta situación, que se encuentran, a fin de cuentas, en la vigente mentalidad egoísta y materialista, que no tiene en cuenta los límites inherentes a toda criatura”.

“Quisiera subrayar hoy –añadió, retomando el tema de su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010– que dicha mentalidad amenaza también a la creación. Cada uno de nosotros podría citar, probablemente, algún ejemplo de los daños que ella produce en el medio ambiente en todas las partes del mundo. Cito uno, entre tantos otros, de la historia reciente de Europa: hace veinte años, cuando cayó el muro de Berlín y se derrumbaron los regímenes materialistas y ateos que habían dominado durante varios decenios una parte de este continente, ¿acaso no fue posible calcular el alcance de las profundas heridas que un sistema económico carente de referencias fundadas en la verdad del hombre había infligido, no sólo a la dignidad y a la libertad de las personas y de los pueblos, sino también a la naturaleza, con la contaminación de la tierra, las aguas y el aire? La negación de Dios desfigura la libertad de la persona humana y devasta también la creación. Por consiguiente, la salvaguardia de la creación no responde primariamente a una exigencia estética, sino más bien a una exigencia moral, puesto que la naturaleza manifiesta un designio de amor y de verdad que nos precede y viene de Dios”.

Lo que está en juego

Diplomáticos-VaticanoEl razonamiento de Benedicto XVI le llevó a dar un juicio sobre la reciente conferencia sobre el cambio climático de Copenhague, y a expresar que comparte “la gran preocupación que causa la resistencia de orden económico y político a la lucha contra el deterioro del ambiente. (…) Se trata de algo muy importante, puesto que lo que está en juego es el destino mismo de algunas naciones, en particular ciertos estados insulares”.

Después de una obligada referencia al aborto (“En el respeto de la persona humana hacia ella misma es donde se manifiesta su sentido de responsabilidad por la creación”, dijo), el Santo Padre evocó su viaje a Angola y Camerún y el Sínodo de los Obispos sobre África: “Los Padres sinodales señalaron con preocupación la erosión y la desertificación de grandes extensiones de tierra de cultivo. (…) Para cultivar la paz, hay que proteger la creación. Además, hay todavía extensas zonas, por ejemplo en Afganistán o en ciertos países de Latinoamérica, donde la agricultura, lamentablemente relacionada todavía con la producción de droga, es una fuente nada despreciable de empleo y de subsistencia. Si se quiere la paz, hay que preservar la creación mediante la reconversión de dichas actividades, y una vez más quisiera pedir a la comunidad internacional que no se resigne al tráfico de drogas y a los graves problemas morales y sociales que esto produce”.

No es nuevo ni mucho menos en el pensamiento de los papas la condena del aumento de los gastos militares y del mantenimiento y desarrollo de los arsenales militares. Ante la perspectiva de la Conferencia de las Naciones Unidas para examinar el Tratado de no proliferación nuclear (en Nueva York, en mayo), Benedicto XVI ha pedido que “se tomen decisiones eficaces con vistas a un desarme progresivo, que tienda a liberar el planeta de armas nucleares”. Acto seguido, ha lamentado que conflictos y violencias como las registradas en Darfur, Somalia y R.D. del Congo se mantengan gracias a la exportación de armas a esos países. “A la incapacidad de las partes directamente implicadas para evitar la espiral de violencia y dolor producida por tales conflictos, se añade la aparente impotencia de otros paí­ses y organizaciones internacionales para restablecer la paz, sin contar la indiferencia casi resignada de la opinión pública mundial”.

En la segunda parte de su amplio discurso (ocho densas páginas), el Papa lamentó que en ciertos países occidentales “se difunde un sentimiento de escasa consideración y a veces de hostilidad, por no decir de menosprecio, hacia la religión, en particular la religión cristiana. Es evidente que si se considera el relativismo como un elemento constitutivo esencial de la democracia, se corre el riesgo de concebir la laicidad sólo en términos de exclusión o, más exactamente, de rechazo de la importancia social del hecho religioso. Dicho planteamiento, sin embargo, crea confrontación y división, hiere la paz, perturba la ecología humana y, rechazando por principio actitudes diferentes de la suya, se convierte en un callejón sin salida. Es urgente, por tanto, definir una laicidad positiva, abierta y que, fundada en una justa autonomía del orden temporal y del orden espiritual, favorezca una sana colaboración y un espíritu de responsabilidad compartida”. Sobre el Tratado de Lisboa y el diálogo “abierto, transparente y regular” que éste propone a las Iglesias, el Papa deseó que “Europa, en la construcción de su porvenir, encuentre continua inspiración en las fuentes de su propia identidad cristiana”.

El Papa bautizó a 14 bebés en la Solemnidad del Bautismo del Señor, el domingo 10

El Papa bautizó a 14 bebés en la Solemnidad del Bautismo del Señor, el domingo 10

Siempre mirando hacia Occidente (a España, entre otros países, aunque no los haya citado), manifestó: “Las criaturas son diferentes unas de otras y, como nos muestra la experiencia cotidiana, se pueden proteger o, por el contrario, poner en peligro de muchas maneras. Uno de estos ataques proviene de leyes y proyectos que, en nombre de la lucha contra la discriminación, atentan contra el fundamento biológico de la diferencia entre los sexos. (…) Como dice San Columbano, ‘si eliminas la libertad, eliminas la dignidad’. Pero la libertad no puede ser absoluta, ya que el hombre no es Dios, sino imagen de Dios, su criatura. Para el hombre, el rumbo a seguir no puede ser fijado por la arbitrariedad o el deseo, sino que debe más bien consistir en la correspondencia con la estructura querida por el Creador”.

En el discurso se incluye un párrafo dedicado a Tierra Santa, motivado, por si hiciera falta, por su peregrinación del año pasado al rincón del mundo donde nació Jesús: “Una vez más, alzo mi voz para que el derecho a la existencia del Estado de Israel sea reconocido por todos, así como a gozar de paz y seguridad en las fronteras reconocidas internacionalmente. Asimismo, que el pueblo palestino vea reconocido su derecho a una patria soberana e independiente, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Quisiera además pedir el apoyo de todos para que sean protegidos la identidad y el carácter sagrado de Jerusalén, cuya herencia cultural y religiosa tiene un valor universal. Sólo así esta ciudad única, santa y atormentada podrá ser signo y anticipo de la paz que Dios desea para toda la familia humana”.

Soluciones comunes

Por último, deploró los atentados de que han sido víctimas las minorías cristianas en Pakistán y, hace escasos días, en Egipto (ver pág. 19). En la fila de embajadores que saludaron al Pontífice destacaba, y no sólo por su atuendo, el de Irán, recientemente acreditado (“Espero que a través del diálogo y de la colaboración, se encuentren soluciones comunes tanto a nivel nacional como en el ámbito internacional”, había dicho); y también el de EE.UU., Miguel Díaz, para quien el solemne acto era una absoluta primicia.

Sobre la emigración, Benedicto XVI pidió a las autoridades que trabajen ante este problema “con justicia, solidaridad y clarividencia”. Ya la víspera, en sus palabras posteriores al rezo del Angelus, había dedicado a este tema una amplia reflexión, actualizada por los disturbios que se han registrado en la ciudad calabresa de Rosarno, donde centenares de emigrantes africanos (que vivían en condiciones de extrema miseria) han tenido que ser evacuados de urgencia por las fuerzas de seguridad para evitar enfrentamientos con la población local, azuzada por los jefes de la ‘ndrangheta local.

“Hay que comenzar a hablar de esto partiendo –dijo– del corazón del problema. ¡Hay que recomenzar desde el significado de la persona! Un emigrante es un ser humano, diferente por su origen, cultura y tradiciones, pero es una persona que hay que respetar con sus derechos y deberes, en concreto, en el campo laboral, donde es más fácil la tentación del abuso, pero también en el ámbito de las concretas condiciones de vida. La violencia no debe ser nunca para nadie el camino para resolver las dificultades. ¡El problema es sobre todo humano! Invito a mirar el rostro de los otros y a descubrir que tienen un alma, una historia y una vida: es una persona y Dios la ama como nos ama a nosotros”.

 

MÁS DE 2.200.000 SEGUIDORES

Como todos los años por estas fechas, la Prefectura de la Casa Pontificia, a cuyo frente sigue el norteamericano Michael J. Harvey, ha hecho públicas las cifras de fieles que han participado a lo largo del año 2009 en los encuentros con el Santo Padre, tanto en el Vaticano como en la residencia veraniega de Castelgandolfo. La suma asciende a 2.243.900 personas, la mayoría de los cuales asistieron al rezo del Angelus (1.120.000) y a las audiencias generales de los miércoles (537.500).

Respecto al año 2008, se registra un ligero aumento (entonces fueron 2.215.000), que no es insignificante, teniendo en cuenta el descenso general del turismo, verificado durante los últimos meses en todo el mundo.


MUERE EL CARDENAL DE MADAGASCAR

Cardenal-MadagascarComo si se quisiera reafirmar la vieja tradición popular romana que asegura que los cardenales se mueren de tres en tres, después del fallecimiento del irlandés Daly y del japonés Shirayanagi (VN, nº 2.690), el 9 de enero murió el que fue arzobispo de Antananarivo (Madagascar), Su Eminencia Armand Gaétan Razafindratandra. El emérito tenía 94 años y había sido creado cardenal por Juan Pablo II en el Consistorio de 1994, pocos meses después de haber sido designado para la archidiócesis de la capital malgache.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.691 de Vida Nueva.

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