José Rodríguez Carballo: “Necesitamos salir de nuestras sacristías para encontrar a la gente”

Ministro General de los Franciscanos

rodriguez-carballo(Texto y fotos: Darío Menor) Los Hermanos Menores, conocidos como franciscanos, están de celebración. Este año se cumplen ocho siglos desde que san Francisco de Asís fundara esta Orden, una de las más numerosas de la Iglesia católica y con hermanos en otras ramas del cristianismo. Su Ministro General, el gallego José Rodríguez Carballo, afronta con ilusión este aniversario, así como el Capítulo General de mayo, y pide retornar al Evangelio “para que nuestra vida recobre la belleza y la poesía de los orígenes”.

rodriguez-carballo-2¿Cómo está viviendo la Orden estos 800 años de su fundación?

Los franciscanos intentamos vivir este aniversario haciendo nuestro el programa que Juan Pablo II propuso a todos los cristianos al inicio del tercer milenio en su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte: mirar al pasado con gratitud, abrazar el futuro con esperanza, viviendo el presente con pasión. Queremos leer nuestra historia con los ojos de la fe; por ello, sin dejar de reconocer los momentos difíciles por los que atravesó nuestra Orden en estos ocho siglos y sin cerrar los ojos a la presencia del pecado en sus miembros, a causa de nuestras debilidades y por lo cual pedimos perdón, estamos resaltando la presencia de la gracia que, ciertamente, se ha manifestado y continúa manifestándose en la gran mayoría de los hermanos que componemos esta Fraternidad, unos 16.000, presentes hoy en más de 114 países de los cinco continentes, más 168 santos y 368 beatos reconocidos tales por la Iglesia. Pero al mismo tiempo, movidos por el Espíritu, queremos fijar nuestros ojos en el futuro, para abrazarlo con esperanza y seguir, de este modo, escribiendo la página de historia que nos corresponde a nosotros hoy.

¿Cómo?

Debemos vivir el presente con pasión, con pasión por Cristo y por la humanidad, como la vivió Francisco de Asís y muchos de sus hijos e hijas. Por todo ello, queriendo “gustar la gracia de los orígenes”, lema de este octavo centenario, nos hemos propuesto un proyecto que nos lleve a centrarnos en el Señor, que para Francisco es el todo bien y el bien sumo, concentrarnos en los elementos esenciales de nuestro carisma: la dimensión contemplativa, la vida fraterna en comunidad, la minoridad, la pobreza y la solidaridad, y la evangelización-misión.

¿Qué actividades van a celebrar para el aniversario?

A finales de 2005, el Gobierno General de la Orden preparó un proyecto que hemos llamado ‘La gracia de los orígenes’, con actividades concretas para celebrar este acontecimiento, que no es sólo cronológico, sino de gracia. Guiados por esto, desde hace tres años son muchas las actividades que estamos teniendo. Algunas de las más importantes son los dos congresos internacionales sobre formación, un Capítulo General extraordinario en Asís, el Capítulo espiritual para los jóvenes franciscanos de todo el mundo en Tierra Santa… Y posteriormente, en Asís, un Capítulo espiritual Interfranciscano, el primero en la historia de la Familia franciscana, que culminará con un encuentro con el Santo Padre para renovar nuestra profesión y comunión con la Iglesia. Y en mayo iniciaremos el Capítulo General ordinario, con un carácter marcadamente celebrativo de ‘la gracia de los, orígenes’, en torno al tema de la evangelización y la misión.

Más proféticos

¿Cuáles son los desafíos de los franciscanos hoy?

Los franciscanos, como los demás consagrados, tenemos como reto fundamental ser más contemplativos para ser más proféticos y comprometidos con la humanidad. Para ello hemos de trabajar por arraigar nuestra vida en el encuentro admirativo y entusiasta con Jesucristo, que nos llama a seguirlo con la radicalidad con que lo siguió Francisco. No podemos domesticar la radicalidad que nos propone el Evangelio para adaptarla a un estilo de vida cómodo. Hemos de volver al Evangelio para que nuestra vida recobre la belleza y la poesía de los orígenes donde las haya perdido o donde no brillen como deberían brillar. Esta contemplación nos ha de llevar a abrirnos a la realidad de la presencia de Dios en la sociedad, para transformarla según el designio de Dios. Es fundamental que los que nos definimos como “frailes del pueblo” abramos nuestros ojos al mundo para hacernos presentes en el mundo de nuestros hermanos y hermanas, particularmente de los más pobres. Hemos de ser capaces de captar las señales de nuestro tiempo y tener la valentía de desplazarnos hacia los claustros inhumanos de la periferia y lo fronterizo para abrazar a los leprosos de nuestro tiempo.

rodriguez-carballo-3¿Cómo recuperar la vocación misionera?

Es fundamental retornar al ardor misionero de los orígenes de nuestra Orden, explorando caminos nuevos de Evangelio, abriendo nuevas presencias donde el Espíritu nos sugiera. Para ello hemos de entrar en una actitud de constante discernimiento, preguntándonos, como Francisco ante el crucifijo de san Damián: “Señor: ¿qué quieres que haga?”.

¿Cuáles son los nuevos caminos de evangelización en Europa?

Hablando en concreto de los franciscanos, pienso que, además de la fidelidad a las exigencias fundamentales de nuestra vocación franciscana, debemos hacer que nuestra vida sea realmente significativa. Tenemos que permanecer cercanos a la gente, particularmente a la gente sencilla. Me gusta mucho la definición que de nosotros dio Juan Pablo II cuando dijo que éramos “los frailes del pueblo”. No podemos alejarnos del pueblo, particularmente de los últimos y excluidos. El abrazo de Francisco al leproso sigue siendo modelo de vida para nosotros. Para mí es prioritario escuchar a nuestras gentes, estar cercanos a ellas, dando testimonio de la Buena Noticia con la vida y las palabras. Creo que necesitamos salir de nuestras sacristías para ir al encuentro de la gente, o, como diría san Francisco, ir inter gentes. La evangelización en Europa pasa también por el trabajo por la justicia, la paz y la integridad de la creación, así como el diálogo interreligioso. Pocos saben que Francisco, en el año 1219, en plena cruzada contra los musulmanes, fue a encontrarse personalmente con el sultán Melek el Kamil en Damieta (actualmente en Egipto). El diálogo con “el otro”, viendo en él no una amenaza a la propia identidad, sino la epifanía del Dios siempre fecundo que hace nuevas todas las cosas, está en el ADN de todo franciscano.

¿Cuál es su diagnóstico de la situación actual del cristianismo en Europa?

Creo que a la hora de hacer un diagnóstico sobre el cristianismo en Europa debemos evitar dos extremos: pecar de pesimismo y pecar de optimismo. La situación ni es tan mala que nos lleve a pensar que hay que empezar de cero, ni es tan buena que podamos cruzarnos de brazos. Es necesario tener en cuenta que el cristianismo en Europa tiene raíces profundas, lo cual da mucha estabilidad. Por otra parte, el secularismo y el laicismo están haciendo que a veces elementos esenciales del mensaje cristiano parezcan venirse abajo. Es necesario optar por una evangelización renovada. No podemos simplemente lamentarnos. Entre nosotros creo que hay demasiados discípulos de María Magdalena: las lágrimas por el muerto le impiden ver al resucitado que está a su lado. Menos lamentaciones y más compromiso por la evangelización de nuestra cultura.

¿Cuáles son, en su opinión, los principales desafíos de la Iglesia en América Latina?

Un reto importante para la Iglesia en América Latina es optar por una nueva evangelización. La V Asamblea del Episcopado Latinoamericano que tuvo lugar en Aparecida en mayo de 2007 reconoció que, en muchos casos, los católicos allí están poco evangelizados, y por eso no pocos optan por pasarse a las sectas, que, como bien sabemos, son abundantes en el “continente de la esperanza”. Aparecida, justamente pienso yo, hizo una opción por la pastoral urbana, donde se concentra, en muchos casos, la mayor parte de la población y donde el número de los pobres ha crecido inmensamente, mientras que la presencia de la Iglesia no creció en la misma proporción. Unido a este desafío está el de la formación, teológica y bíblica, de los agentes de pastoral, particularmente de los laicos y catequistas, que en muchos casos llevan el peso de la formación del pueblo de Dios, dada la escasez de sacerdotes. Siempre remitiéndome a Aparecida, es necesario cambiar la estructura pastoral. Aparecida habló de “conversión pastoral”. Ésta ha de ser tal que lleve a la Iglesia a entrar en contacto directo con realidades como los pobres, el mundo universitario o el mundo de la familia, que cada vez aparece más desestructurada.

Comprometidos

rodriguez-carballo-4¿Cómo está afectando la disminución de las vocaciones a los franciscanos?

Ante todo, hemos de reconocer, con gratitud al Señor, que la disminución no es generalizada. Hay países en los que estamos creciendo considerablemente, y tenemos Provincias con una media de 35 años. Pero hemos de reconocer también que en otras entidades la crisis se hace notar, al tener que dejar algunas estructuras que hemos levantado con gran esfuerzo y que consideramos todavía necesarias; y también se nota en el aumento de la edad media en algunas entidades. Pero, sin dejar de tener en cuenta ese dato, yo siempre digo que no es el número lo que salvará el franciscanismo, sino la calidad evangélica de vida que llevemos los franciscanos. Aun en zonas donde las vocaciones disminuyen, no disminuye el compromiso por una renovación profunda de nuestra vida y misión, de acuerdo con las exigencias de nuestro carisma y de los signos de los tiempos y lugares. En estos últimos años estamos trabajando mucho en este sentido, y yo, aun reconociendo nuestras limitaciones, estoy plenamente convencido de que estamos caminando en la dirección justa. Nuestra opción en estos momentos es más por la calidad de vida que por el número. Estamos convencidos de la actualidad de nuestra forma de vida, que después de 800 años sigue siendo joven. Por eso miramos al futuro con mucha esperanza. 

¿Cómo se puede vivir en la sociedad actual el ejemplo de la vida de san Francisco?

Para responder a esa pregunta tenemos que volver una vez más al mismo Francisco. El secreto de su actualidad está en el encuentro que él realizó con Cristo en tres momentos que son inseparables entre sí: el encuentro con el Cristo de san Damián, el encuentro con el leproso y el encuentro-escucha del Evangelio en la Porciúncula. Este encuentro con Cristo es lo que hace posible la pasión de Francisco por Cristo y por la humanidad, sobre todo por la humanidad que sufre. El encuentro también hace posible que hombres y mujeres de hoy vivan de la forma que san Francisco nos dejó hace 800 años. Si se da ese encuentro, no hay dificultad para vivir ese fuerte enamoramiento por la persona de Jesús y, a causa de él, por la humanidad sufriente. Por eso creo que el esfuerzo que debemos realizar en estos momentos es precisamente el de llegar a realizar ese encuentro personal y comunitario con Jesús. Sin ese encuentro, es imposible vivir la forma de vida que nos dejó Francisco. 

¿Es más fácil acercarse a su figura que a las figuras de otros santos?

Ciertamente, san Francisco despierta simpatía, admiración y diría incluso que fascinación en cualquiera que se acerque a él, incluso entre los no creyentes. Nosotros somos de las pocas órdenes y congregaciones que tienen hermanos y hermanas que no son de la Iglesia católica: fanciscanos anglicanos, franciscanos luteranos… Francisco va más allá de los franciscanos e incluso más allá de la Iglesia católica. Esta fascinación nace de la cercanía, espontaneidad y cercanía al Evangelio de Francisco. Para él, el Evangelio no es un texto, sino una persona: la persona de Jesús. 

San Francisco siempre mantuvo una estrecha relación con la naturaleza. ¿El ecologismo actual es una reinterpretación de su posición?

Por supuesto, estamos reviviendo sus valores. Aunque hay que dejar claro que no todo el acercamiento a la ecología es un acercamiento a san Francisco. A veces defendemos la naturaleza pensando sólo en nosotros mismos. Para Francisco, la ecología no es un valor en sí mismo, sino que la naturaleza es un signo del Creador, y lo deja bien claro en el Cántico de las criaturas. La ecología de Francisco es profundamente creyente y teológica, propia de un hombre de fe; no es la naturaleza por la naturaleza, él va más allá. A través de la belleza de la creación, descubre la belleza y la bondad del Creador. Hemos de ver la naturaleza y la ecología en esta doble dimensión: como sacramento y signo del Creador, y como elemento al servicio del hombre para que éste sea cada vez más humano. 

En el nº 2.657 de Vida Nueva.

Compartir