Los jesuitas alzan su voz ante el drama diario que vive Haití

En un comunicado a los medios de comunicación y ONG, denuncian el caso y la falta de ayuda ‘eficaz y real’

(Juan M. Castelblanque) Ante la trágica situación por la que atraviesa Haití, motivada por una crisis económica y política que derivó, el pasado mes de abril, en violentas manifestaciones con pérdidas de vidas humanas (VN 2.608), los jesuitas presentes en el país han decidido alzar su voz y enviar un comunicado a los principales medios de comunicación nacionales y agencias de información internacionales, así como a numerosas ONG y organizaciones de defensa de los derechos humanos, en donde radiografían la realidad del país.

“Nosotros, Jesuitas, trabajando en Haití en diversos espacios, somos testigos del drama diario que viven millones de nuestros hermanos y hermanas haitianos. Como Yahvé en el desierto, nosotros vemos la miseria de nuestro pueblo y escuchamos sus gritos”, se lee en el encabezamiento del texto.

Se ha de tener en cuenta que Haití es uno de los países más pobres del mundo (figura en el puesto 150 de 177 países según el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, aunque ocuparía uno de los últimos lugares de no ser por la situación aún más precaria de las naciones del África Subsahariana), cuya población vive con menos de un dólar al día, lo que, unido a la crisis económica que amenaza actualmente a la mayoría de las naciones, corre el peligro de desestabilizar a su ya de por sí frágil democracia y sumir al país en un completo caos de consecuencias impredecibles.

Con el fin de revertir esta realidad, los jesuitas haitianos lanzan más allá de sus fronteras un mensaje en el que denuncian cómo millones de ciudadanos haitianos son víctimas del alza “vertiginosa y permanente” de los precios de los productos de primera necesidad, algo que, junto a la disminución de la producción nacional en todos los sectores de la economía, lleva al hambre y a la desnutrición total, “al empobrecimiento vergonzoso e intolerable de nuestras poblaciones urbanas y rurales”.

Como responsables de esta realidad, los jesuitas culpabilizan tanto a los gobernantes de la República, “incapaces de afrontar los problemas de la sociedad”, como a la oposición, a la que sienten ausente e incapaz de controlar y estimular la acción gubernamental en beneficio de la nación. Parte de las culpas también se las lleva la comunidad internacional, “particularmente los países llamados amigos de Haití, y las instituciones financieras internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, etc.) que no han cumplido su promesa a Haití, asistiendo cínicamente al descenso a los infiernos de la comunidad haitiana”, lamentan desde la Compañía de Jesús.

Paro, hambre y rabia

Una triste decadencia que ha llevado “a miles de jóvenes a deambular por las calles para manifestar que ya no pueden más…, a millones de desempleados, torturados por el hambre, a gritar su rabia…, a padres y madres de familia que pasan varios días sin comer, a gritar su miseria…, a niños demacrados a no encontrar nada que comer y carecer”, describe el comunicado.

Para los religiosos, la solución a este drama no hay que buscarla en una sola persona o institución, sino en el trabajo ­común y en positivo de todos los estamentos de la sociedad haitiana, así como en la ayuda de la comunidad internacional. Por ello, en su comunicado piden al presidente de la República que tome decisiones políticas que restablezcan la confianza y la paz, y que reforme todas las instituciones públicas de modo que ponga al país rumbo al desarrollo; a las personalidades del Estado (primer ministro, ministros, secretarios de Estado y directores generales, senadores, diputados, etc.) que elaboren a corto plazo un programa de emergencia “real y eficaz” para aliviar los sufrimientos de la población y, a largo plazo, que utilicen los recursos intelectuales y la sabiduría “tanto de nacionales como de extranjeros”, con el fin de poner en marcha un verdadero plan de desarrollo nacional.

A los partidos y organizaciones políticas les invitan a asumir su responsabilidad de crítica y control de la acción gubernamental; a comerciantes, industriales, importadores, banqueros y demás fuerzas vivas de la nación, que aporten su contribución “para disminuir el sufrimiento” de la población; a todos los componentes de la sociedad civil, “a ponerse de pie” para buscar juntos soluciones a los problemas “de nuestro pueblo”; y a la comunidad internacional, “especialmente a los países llamados amigos de Haití”, que cumplan sus promesas de cooperación.

 

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