La muerte del cubano Zapata, “una tragedia para todos”

El obispo de Holguín reitera a ‘VN’ lo dicho por la Iglesia sobre el preso fallecido tras una huelga de hambre

Protesta-muerte-Zapata(Ivette Rodríguez– Cayo Hueso, Florida) Las palizas recibidas en la cárcel, una huelga de hambre de 83 días y la mala salud acumulada durante siete años de presidio político acabaron con la vida del disidente afrocubano Orlando Zapata, de 42 años, cuya muerte, el 23 de febrero, ha sido calificada por los obispos cubanos como “una tragedia para todos, porque se trata de la vida de una persona, que es siempre el bien mayor a proteger y conservar por todos”.

Los prelados conocieron su fallecimiento por los medios de prensa internacionales, como reconocen en una nota publicada en el sitio web de la Iglesia en Cuba ese mismo día. En ella, transmiten “a la madre del Sr. Zapata, a sus familiares y a sus seres queridos nuestras condolencias y la seguridad de nuestras plegarias”.

Un mensaje que reiteró el obispo de Holguín, Emilio Aranguren, a Reyna Tamayo, madre de Orlando, al saludarla tras la eucaristía del domingo 28, en la parroquia de Nuestra Señora de la Caridad, en Banes, provincia de Holguín. “Ella me agradeció la preocupación de la Iglesia y yo le transmití, de nuevo, el mensaje de los obispos”, desveló el obispo en entrevista telefónica con Vida Nueva. Unas 250 personas y una representación de las Damas de Blanco (movimiento opositor que reúne a madres y otros familiares de presos políticos) acompañaron a la madre de Zapata en la celebración dominical.

Aranguren conocía a Reyna desde hacía dos años. “Viene a la iglesia cada cierto tiempo –confesó–, y me había comentado la situación de su hijo en prisión. Me pidió que lo visitara”. En Cuba, la visita pastoral a un preso debe solicitarla él mismo o un familiar. Aranguren confirmó que, en 2008 y 2009, él había pedido la visita a petición de la madre, pero un oficial de prisiones le comunicó “que las condiciones carcelarias del recluso no beneficiaban una visita”. Y a ello se refieren los obispos cubanos, al manifestar que “la Iglesia solicitó en varias ocasiones visitar al Sr. Zapata, lo cual no pudo realizarse”. Sin embargo, Aranguren admitió que tanto él como otros obispos sí pudieron visitar a presos políticos en el pasado, incluso del Grupo de los 75 (disidentes condenados en 2003 por conspiración).

En su comunicado, los pastores manifiestan que Zapata “era considerado preso de conciencia” y que “la huelga que le costó la vida iba dirigida a que se atendieran sus reclamaciones en cuanto al régimen penitenciario”. Y recuerdan la posición de la Iglesia, que “trata de disuadir a que no se utilicen métodos de reclamación que pongan en peligro la propia vida, lo cual es una forma de violencia que ejerce la persona sobre sí misma”.

Zapata, albañil, acumulaba una condena de 36 años. Era miembro de grupos de opositores pacíficos y había sido encarcelado en marzo de 2003, junto a otros disidentes, durante la redada de la ‘Primavera Negra’. El 3 de diciembre fue trasladado de Holguín a la prisión de Camagüey, donde inició una huelga de hambre “como protesta para exigir respeto por su integridad física tras sufrir numerosas palizas y torturas por parte de sus carceleros”, ha señalado en su sitio web Archivo Cuba. Ya en estado crítico, Zapata fue llevado a La Habana, donde le suministraron suero, pero falleció días después.

‘Que no se repita’

Los obispos reiteran “su petición a las autoridades, que tienen en sus manos la vida y salud de los prisioneros, que se tomen las medidas adecuadas para que situaciones como éstas no se repitan y, al mismo tiempo, se creen las condiciones de diálogo y entendimiento idóneo para evitar que se llegue a situaciones tan dolorosas que no benefician a nadie y que hacen sufrir a muchos”.

Ya en Banes, unas 30 personas velaron el cadáver en la residencia familiar entre plegarias y gritos de ¡Libertad! y ¡Zapata vive! No hubo sacerdote, porque no se avisó a la parroquia, dijo el obispo, que estaba en la localidad el 24 de febrero.

Ese mismo día, Raúl Castro, abordado por la prensa internacional, afirmó: “Lo lamentamos mucho. Fue condenado a tres años, en la cárcel tuvo problemas, se le llevó a los mejores hospitales nuestros, murió”. Y añadió: “Desgraciadamente, en esta confrontación con los Estados Unidos, hemos perdido miles de cubanos…”.

Pero la madre de Zapata no ha aceptado las condolencias del presidente: “Ellos me lo torturaron, me lo mataron, no sirve que le echen la culpa a EE.UU.”. Ya en el cementerio, Reyna prometía no olvidar la causa de su hijo: “Aquí queda su madre,  su familia, que llevará adelante la lucha pacífica por los derechos humanos”.

En el nº 2.698 de Vida Nueva.

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