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portada Pliego Se busca Europa 3049 septiembre 2017
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Se busca Europa. Otra unión es necesaria

Europa se está construyendo con las heridas y expectativas de su pasado, y con las turbulencias y capacidades del presente. Una Europa sin historia, escribía Jacques Le Goff en 1994, sería huérfana y desdichada, pero sin aspiraciones e ideales, será un proyecto fallido. Todavía en el año 2004, el analista norteamericano Jeremy Rifkin reconocía que “el incipiente sueño europeo representa las mejores aspiraciones de la humanidad de alcanzar un futuro mejor. La nueva generación de europeos lleva consigo las esperanzas del mundo”.

En la actualidad, ningún observador se atrevería a formular un diagnóstico tan amable del presente de la Unión Europea (UE), ni una visión tan optimista de su porvenir. Refundar y recrear una realidad económica, política, cultural –pero, sobre todo, “una concepción de la vida fraterna y justa”– es el tamaño del desafío actual.

El cristianismo ha de colaborar en este nuevo comienzo y abandonar algunos lastres históricos. La Conferencia de las Iglesias Europeas propone servir a este proceso desde la modestia, “conscientes del papel ambiguo que la religión ha jugado en Europa a lo largo de los últimos 2.000 años: cruzadas, guerras de y entre religiones, inquisiciones, estructuras patriarcales, persecuciones de brujas, colonizaciones, trata de esclavos, racismos y fascismos”.

La Europa necesaria necesitará grandes dosis de reconciliación, perdón, solidaridad y reconocimiento de la dignidad de todos. Francisco, en su discurso a los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión postulaba: “No reducir los ideales fundacionales de la Unión a las exigencias productivas, económicas y financieras” (24 de marzo de 2017).

¿Cómo se puede hoy recrear una “mejor” Europa? En primer lugar, es necesario promover y fortalecer los dinamismos e ideales de cooperación y solidaridad, de unidad y diversidad, de pacificación y bienestar, que se incubaron en su creación; es igualmente decisivo afrontar sus fracturas y derivas, curándolas unas veces y denunciándolas otras. Y en tercer lugar, se impone discernir los rastros y las marcas esperanzadas que hacen deseable la cesión de soberanía nacional.

Los tres dispositivos –dinamismos, fracturas y rastros– no serán traídos por aquellos que quieren destruir, debilitar o paralizar la UE; ni por los euroescépticos, sino por quienes sean capaces de abrir posibilidades reales e inéditas.

Índice del Pliego

  • 1. Dinamismos e ideales
  • 2. Fracturas y derivas
  • 3. Huellas y marcas de esperanza