Pliego
Nº 3.098

Romano Guardini, un Padre de la Iglesia del siglo XX para el XXI

El 1 de octubre de 1968 fallecía en Múnich Romano Guardini (1885-1968), filósofo y teólogo italo-germano, a quien su biógrafa, Hanna-Barbara Gerl, define como “un Padre de la Iglesia del siglo XX”. Su esquela expresó con certera precisión qué habían sido en él vida y muerte: “Romano Guardini, servidor del Señor”. Alemania, Italia y otros países europeos le dedican en este cincuentenario congresos encaminados a medir su extraordinaria entrega al pensamiento filosófico y teológico. Entiendo, no obstante, que el mejor homenaje que se le puede rendir quizás lo constituya la apertura de su causa de beatificación, reciente anuncio de la Archidiócesis de Múnich y Frisinga que el cardenal arzobispo Reinhard Marx habrá de oficializar.

Editoriales, librerías y redes sociales se afanan en probar durante estos meses que sus libros no solo nutrieron la parte más viva del pensamiento católico del siglo XX, sino que siguen haciendo de su figura un pensador de plenitud para el cristianismo contemporáneo. Con el proceso de beatificación abierto, la Iglesia católica habrá demostrado que también en el siglo XXI “se sigue despertando en las almas”. Pendiente siempre de lo más actual de la eclesiología, Vida Nueva no podía faltar a una cita como esta.

Romano Guardini nació en Verona y murió en Múnich. Ese nacimiento en la luz meridional de Europa y el crecimiento al otro lado de los Alpes ofrecen la clave para interpretar su personalidad humana y literaria, sacerdotal y académica. Cursó primero Química en Tubinga, luego Economía Política en Berlín, Teología en Bonn y fue catedrático extraordinario de Filosofía en Múnich hasta su jubilación (1948-1962). Hijo del cónsul italiano en Maguncia, compartió en el hogar la raíz del humanismo propio de Cicerón y san Agustín, Virgilio y Dante, aunque su repunte de mayor aliento derive de la formación espiritual e intelectual que alcanzó en la historia y lengua alemanas.

La vida germana entre 1918 y 1968 ya no es concebible, pues, sin lo que supuso este ‘praeceptor Germaniae’, como se le llamaba en su época, educador y guía de juventud desde sus primeros años con los movimientos juveniles en ‘Burg Rothenfels am Main’ y el grupo Quick-Born, hasta su maduro compromiso en el movimiento litúrgico de las abadías benedictinas de Beuron y María Laach, junto a otros enamorados de la liturgia, valedores del arte moderno en las iglesias y promotores de la participación de los fieles en las celebraciones: I. Herwegen, O. Casel, P. Parsch, J. Pascher…

Hombres de la talla de Przywara, Lippert, Haecker y Guardini abrieron las puertas de la Iglesia a una modernidad, en parte nacida dentro de ella misma y que ahora asentaba sus reales ajenos a ella, y en parte contra ella. Pero nuestro personaje, con sosiego en la palabra, hondura en el pensamiento y perspicacia en la experiencia humana, llegó a convertirse en la expresión más convincente y pulida de lo que un espíritu católico es, por su acogimiento de todo lo humano y servicio a la entera humanidad.

Índice del Pliego


I. BIOGRAFÍA DE PLENITUD Y DE BELLEZA AL SERVICIO DE LA FE

II. VIVIR LA LITURGIA DESDE LA IGLESIA Y SENTIRSE IGLESIA EN LA LITURGIA

III. MAESTRO DE JOSEPH RATZINGER Y DE TANTAS ESTRELLAS DEL PENSAMIENTO MODERNO

IV. BUSCADOR Y GENIAL INTÉRPRETE DE LA VERDAD SOBRE DIOS

V. HUMANISTA CRISTIANO ABIERTO A LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA

VI. TEÓLOGO FORJADO TAMBIÉN SOBRE EL YUNQUE DEL DOLOR

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