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‘Violencia y monoteísmo’


Un libro de Jan Assmann (Fragmenta Editorial). La recensión es de Pedro Barrado

Violencia y monoteísmo, Jan Assmann, Fragmenta Editorial

Título: Violencia y monoteísmo

Autor: Jan Assmann

Editorial: Fragmenta Editorial

Ciudad: Barcelona, 2014

Páginas: 128

PEDRO BARRADO | Por desgracia, el asunto que aborda este libro –obra de un reconocido y en ocasiones controvertido autor, catedrático emérito de egiptología en la Universidad de Heidelberg– es de candente actualidad por las noticias que última y tristemente llegan casi a diario a las pantallas de nuestras televisiones.

La tesis, muy simplificada, del libro es que el monoteísmo ha inoculado en las relaciones religiosas el “veneno” del absolutismo o totalitarismo, por el cual los adeptos de las otras religiones distintas de la propia son vistos como extraños y enemigos –y como enemigos de Dios–, de modo que el reconocimiento mutuo de los dioses del prójimo –que sería lo propio del politeísmo– queda abolido.

Es más, lo que se pone de relieve –según el alemán Jan Assmann– es que las religiones, lejos de ayudar a pacificar el mundo, lo que han hecho es que la violencia crezca en él, con lo cual estaríamos en las antípodas de la tesis de René Girard, como bien señala Lluís Duch en la magnífica introducción al libro: “Directa o indirectamente, la reflexión de Jan Assmann se propone contradecir y desmantelar las consecuencias que se desprenden del pensamiento de René Girard sobre la religión como el antídoto más eficaz contra todas las formas de violencia humana” (p. 13).

De los ocho capítulos que conforman la obra, dos resultan especialmente interesantes en mi opinión: el primero (“Crítica de la violencia religiosa”), donde Assmann disecciona con sutileza seis tipos de violencia, y el cuarto (“Allí donde había dioses debe advenir Dios. Génesis de la violencia iconoclasta”), en el que, partiendo de algunos ejemplos escogidos, presenta la religión bíblica posexílica con un “carácter antagonista, revolucionario y totalmente nuevo” (p. 61) con respecto a lo que había anteriormente.

No obstante, las últimas reflexiones del libro resultan amables para la religión, llegándose a afirmar que la violencia religiosa es, en último término, una contradicción en los términos. Porque, en efecto, la violencia no tiene por qué estar de suyo ligada a la violencia: “La violencia atañe al ámbito de la política y no al de la religión, y una religión que se apodera de la violencia queda anquilosada en el dominio de lo político y pierde su verdadera función en ese mundo” (p. 123).

De modo que la obra acaba con la invitación a despolitizar las religiones monoteístas, para que así cumplan con su impulso original, que no es otro que liberar al hombre de cualquier sistema con pretensiones totalizantes (llámese este cosmos, Estado o sociedad).

Como se ve, unas buenas páginas para suscitar cuestiones de mucha trascendencia y actuales, y que, sin duda, provocarán la reflexión y el debate.

En el nº 2.951 de Vida Nueva.

Actualizado
24/07/2015 | 03:49
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