Libros

Recetas siempre originales


Este libro hace que nos dejemos guiar por el admirable testimonio e intercesión de tantos modelos de vida

Obra de Fernando Cordero, la recensión es de José María Avendaño Perea.

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Título: Masterchef de la Santidad. Santas y santos para “abrir boca”

Autor: Fernando Cordero (SS.CC.)

Editorial: San Pablo, 2014

Ciudad: Madrid

Páginas: 124

JOSÉ MARÍA AVENDAÑO PEREA | Ahora, en estos tiempos que corren, cuando –de una manera u otra– gran parte de la humanidad anda de acá para allá buscando recetas que posibiliten la mejora de la salud del cuerpo, una mejor calidad de vida, nos sorprende este religioso gaditano de los Sagrados Corazones con sus recetas para llevar una vida en santidad, el testimonio coherente y creíble de los amigos de la Trinidad Santa. En verdad que Fernando Cordero contribuye a que tengamos ganas de amar a Dios y al prójimo, con sustancias originales, nada de sucedáneos ni de colorantes sin alma.

Así, de este modo tan impregnado en confianza en el Señor, ora el autor:

Haznos locos, Dios viviente y santo, locos de amor. Locos por servir, locos por amar, locos por estar con los que nadie quiere estar, como Juan de Dios o Teresa de Calcuta, o Luisa de Marillac. Danos la valentía para entrar en nuestro castillo interior, Espíritu de Dios… como tu amiga fiel Teresa de Jesús o san Juan de la Cruz… y respondamos con generosidad a tu gran amor.

El hermoso y sorprendente libro MasterChef de la santidad, siguiendo el Prefacio II de los santos, hace que nos dejemos guiar por su admirable testimonio, tan fecundo para la Iglesia en el camino de la vida gracias a su intercesión. Estos hombres y mujeres anduvieron por esta tierra, mostrándonos la fuerza y la luz del amor, en medio de la belleza y las fatigas de cada jornada, pues ellos –como san Pablo– han confesado: “Para mí la vida es Cristo”.

“Modelos de vida”, “Gente con humor”, “Martirio rojo y martirio blanco”, “MasterChef de oración”, “La comida de la familia”… son algunos de los diez capítulos del libro, donde el autor va desgranando con escritura ágil, esponjada en el trato de amistad con Dios, una letanía de claves existenciales en el seguimiento fiel de Jesucristo, siempre caminando en el corazón de la Iglesia.
 

En la Iglesia peregrina

Dios se fija en los sencillos y humildes; por eso, el ejemplo de los santos nos aviva el deseo de vivir como ellos, conociendo, amando, imitando a Cristo en la vida trinitaria y colaborando en la transformación de la historia.

Y este recorrido lo llevamos a cabo en la Iglesia, la Iglesia de Cristo, la Iglesia peregrina, la Iglesia de todos los días: “Amo a la Iglesia que va con su pueblo sin transigir la verdad… Amo a la Iglesia esperanza y memoria, a la Iglesia que camina”, en palabras del sacerdote chileno en proceso de beatificación Esteban Gumucio. Viene aquí a nuestra mente el papa Francisco, cuando dice que prefiere una Iglesia lesionada por caminar que una Iglesia instalada. Los santos contribuyen a salir y proclamar desde las azoteas que Dios existe, y que solo el Amor es digno de fe.

Gracias, Fernando, por hablar de tu madre, de tu familia, y mostrar, con naturalidad, la necesidad de la oración como el aire que respiramos: “El día de la Asunción de María rezamos juntos el rosario en familia. Mi madre, que lo reza todos los días con una devoción que a mí me edifica, lo dirige. Siempre lo ofrece por alguna necesidad: algún enfermo, la paz, los necesitados… Mis sobrinos más pequeños hacen esfuerzos por permanecer atentos”. Bello y evangelizador testimonio.

Son muchos los santos y santas a los que se refiere en este ejemplar libro, y todos dándonos ánimo: almas sencillas, entregadas, fidelísimas, auténticos servidores que hacen de la urdimbre cotidiana un reflejo de la bondad y la misericordia divinas.

En definitiva, poco más de un centenar de páginas que nos adentran en las entrañas del Creador, en adoración, y hacen posible la “projimidad”, porque solo contemplando el Misterio de Amor que es Dios amamos al prójimo como Él quiere. Bendito seas, Señor, por los hombres y mujeres, santos ocultos de la vida diaria que, siguiéndote, honran con su santidad a nuestro pueblo y a nuestra Iglesia.

En el nº 2.897 de Vida Nueva

Actualizado
06/06/2014 | 07:00
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