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María Álvarez de las Asturias: “La gran amenaza de la familia es la falta de esperanza”


Coautora del libro Redescubrir la familia. Diagnóstico y propuestas (Palabra)

María Alvarez de las Asturias

J. L. CELADA | María Alvarez de las Asturias (Madrid, 1966) es una de los 13 autores que, desde diferentes disciplinas, han participado en el libro Redescubrir la familia. Diagnóstico y propuestas (Palabra), coordinado por el sacerdote Nicolás Álvarez de las Asturias. Casada y madre de cuatro hijos, es licenciada en Derecho (ICADE) y en Derecho Canónico (Universidad Pontificia Comillas), además de máster en Matrimonio y Familia (UNAV). Desde 2012, dirige el Instituto de Orientación Coincidir y, desde el ya lejano 1988, es Defensora del Vínculo y Promotora de Justicia del Tribunal Eclesiástico de Madrid.

PREGUNTA.- En el presente libro invitan a Redescubrir la familia. ¿La institución por excelencia es todavía una gran desconocida, por más que todos pertenezcamos a una o hayamos contribuido a su formación?

RESPUESTA.- Más que desconocida, es que, en los últimos tiempos, se han subrayado más los aspectos de dificultad o negativos que está viviendo la familia y, en ese sentido, sí hace falta Redescubrir la familia y todo lo bueno que conlleva. Porque lo cierto es que la mayoría de las personas siguen manifestando un gran deseo de familia. Por otro lado, en el libro se proponen muchas medidas concretas, que ya han demostrado que funcionan y funcionan bien, y que se ofrecen ahora a la Iglesia, pero también a la sociedad, para ayudar y favorecer a la familia.

P.- Hágame un diagnóstico “médico” (breve, que no técnico) de la familia hoy…

R.- Gran deseo de familia, escepticismo ante la posibilidad de que ese deseo pueda ser una realidad que no se rompa en un plazo relativamente corto de tiempo, vida diaria muy complicada (dificultades económicas y para conciliar, presiones para ser familias perfectas, soledad para sacar adelante a la propia familia, heridas afectivas) y falta de apoyo cuando se produce una crisis, que rápidamente se identifica con “motivos de ruptura”. Junto a esto, la falta de ayudas concretas, tanto dentro como fuera de la Iglesia: se nos llena la boca defendiendo a la familia, pero ¿qué medidas concretas estamos ofreciendo a las familias? ¿Cuántos recursos personales, de formación, de tiempo, y también económicos, dedicamos a la familia?

Gran inmadurez afectiva

P.- ¿A qué achacaría esa “crisis cultural profunda” por la que atraviesa la familia, de la que habla el papa Francisco?

R.- El Papa denuncia contundentemente que hay ataques a la familia desde distintos frentes ideológicos. Por otro lado, la forma en la que se viven hoy las relaciones ha cambiado, y hay una gran inmadurez afectiva en muchas personas, provisionalidad en los compromisos y falta la cultura del esfuerzo de luchar por lo que uno ha elegido.

P.- ¿Cuáles son las grandes amenazas de la familia actual?

R.- Sobre todo, la falta de esperanza: el convencimiento de que ese deseo de familia es un ideal imposible de alcanzar. Junto a ella, la soledad en la que muchas familias luchan por salir adelante y las heridas que sufren las personas en su seno.

P.- ¿Qué papel están llamadas a jugar las familias católicas dentro de nuestras sociedades?

R.- Las familias católicas están llamadas a hacer visible que la familia es posible: deben ser modelos, y modelos atractivos, mostrándose como son: no perfectas, pero sí familias normales, que viven cada día sus alegrías y dificultades queriéndose, ayudándose, siendo felices en medio del esfuerzo. Hacer visible que es posible y que merece la pena.

P.- ¿Hace falta también “redescubrir” la pastoral familiar?

R.- ¡Sin duda! Radicalmente.

P.- ¿Qué espera del próximo Sínodo sobre la Familia?

R.- ¡Espero tantas cosas! Me gustaría una revolución en la pastoral familiar y, más concretamente, en la pastoral matrimonial. Me parece imprescindible un cambio radical en la formación de los sacerdotes (y los laicos) en todo lo que se refiere al matrimonio. Y la puesta en marcha de ayudas concretas a las familias en todas las etapas de su vida, especialmente ante el sufrimiento (lo que exige personas preparadas, tiempo, recursos). Espero también cambios en la preparación no solo al matrimonio, sino a cualquier vocación al amor en un sentido más amplio: preparación que debe iniciarse en la infancia, con un camino de crecimiento progresivo para que la persona pueda, con libertad, responder a la vocación al amor a la que sea llamada. Y cambios en los criterios de admisión a la celebración del matrimonio, en coherencia con la reforma del proceso de declaración de nulidad: los mismos motivos que se consideran indicio de que un matrimonio puede ser nulo deberían llevarnos a cuestionar si se puede celebrar ese matrimonio.

En el nº 2.957 de Vida Nueva

Actualizado
25/09/2015 | 00:26
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