Libros

‘La Iglesia de Dios. Comunión en el misterio de la fe’


Una obra de Kurt Koch (Sal Terrae). La recensión es de Pedro Langa Aguilar, OSA

La Iglesia de Dios, Kurt Koche, Sal Terrae

Título: La Iglesia de Dios. Comunión en el misterio de la fe

Autor: Kurt Koch

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander, 2015

Páginas: 280

PEDRO LANGA AGUILAR, OSA | Entablar amistad con Cristo significa incorporarse simultáneamente a la Iglesia por la fe cristiana, en esencia fe eclesial. Esta profunda convicción es uno de los pilares de la presente eclesiología de Kurt Koch, vertebrada en cuatro partes: I. ‘Vida y estructura de la Iglesia’; II. ‘Iniciación al centro de la vida eclesial’; III. ‘Gestos fundamentales de la Iglesia’; y IV. ‘Dimensiones de la Iglesia’.

Es una eclesiología, por cierto, en torno a Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y communio. Urge iniciar a las personas al Bautismo y la Eucaristía, centro de la vida eclesial, dice su autor, que expone los gestos fundamentales de la comunidad eclesial: predicación, liturgia y diaconía. Creer en Jesucristo y vivir en su cuerpo constituye, pues, una unidad indisoluble, eje sobre el que gira toda esta obra: La Iglesia de Dios. Comunión en el misterio de la fe.

Escrita en 2007, cuando el autor era aún obispo de Basilea (Suiza), bueno será no subestimar el matiz, ya que el posterior nombramiento vaticano, lejos de aminorar el énfasis eclesiológico inicial conducido a base de préstamos del Concilio, no hizo sino contribuir a dilatarlo más, si cabe, desde el nuevo compromiso. Sale, de hecho, esta versión española ya siendo Koch cardenal presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Como la edición alemana no recogía la vertiente ecuménica con la intensidad que el ascenso impuso, su eminencia Koch procuró acelerar el rumbo anteponiendo otro ‘Prólogo a la edición española’ (pp. 11-14), en cuyas páginas –desde la 12 mediada hasta la conclusiva 14– facilita oportunas claves ecuménicas.

Unidad y catolicidad

“El corazón de todo esfuerzo ecuménico –afirma– es el restablecimiento de la perdida unidad de la Iglesia”. Quien se preocupe de ella debe saber, por tanto, qué es la Iglesia y dónde encontrarla. Porque en dicho forcejeo, cuyo principal problema es la meta del movimiento ecuménico, “la finalidad del ecumenismo ha devenido con el tiempo más y más borrosa”. Ahí es donde, a su juicio, debe hoy verse el reto crucial, pues “si los distintos interlocutores ecuménicos no albergan un objetivo común, corren peligro de caminar en direcciones diferentes, de ahí la necesidad de cerciorarse de hacia dónde debe dirigirse el viaje ecuménico”.

Que hasta la fecha haya resultado imposible alcanzar un entendimiento realmente viable sobre la meta perseguida se debe fundamentalmente a que cada Iglesia y cada comunidad eclesial poseen y realizan su concepción confesionalmente específica de la unidad de la propia Iglesia, lo que conlleva que existan tantos objetivos ecuménicos como eclesiologías confesionales. Más aún: que mientras unos se contentan con el ecumenismo desde las diferencias, otros aspiren a la verdadera unidad visible.

Ocurre, además, que, “siendo ecuménicamente sinceros, no se puede pasar por alto la existencia de concepciones de Iglesia bastante diferentes en las diversas Iglesias y comunidades eclesiales; antes al contrario, también y precisamente a la vista de las Iglesias y comunidades eclesiales nacidas de la Reforma, es necesario hablar, por así decir, de otro tipo de Iglesia”. El cardenal Koch se remite aquí a Benedicto XVI, quien acentuó con razón que las comunidades nacidas de la Reforma son Iglesia “de otro modo”.

Por supuesto que no cabe afirmar que la clarificación material del concepto de Iglesia se haya realizado ya satisfactoriamente en los diálogos ecuménicos hasta el momento mantenidos. Ello representa más bien –dice– una tarea ecuménica a encarar con decisión. De ahí que el diálogo sobre la esencia y misión de la Iglesia deba ocupar, por consiguiente, “el centro de las conversaciones ecuménicas tanto en la actualidad como en el futuro”.

Ahora bien, dicho diálogo “solo puede llevarse a cabo con éxito si las distintas concepciones de Iglesia son discutidas con toda apertura en un fructífero encuentro ecuménico. Pues la responsabilidad ecuménica y el conocimiento claro de la esencia de la Iglesia forman hasta tal punto una unidad que no es posible separar lo uno de lo otro”.

Koch abriga la esperanza de que esta edición española del libro “siga cumpliendo (más bien, cabría matizar, empiece a cumplir) su servicio ecuménico y pueda suscitar en los lectores nuevo gozo por la Iglesia, pues esta únicamente es ‘Iglesia de Dios’ si, en vez de limitarse a proclamar la palabra de Dios, ella misma deviene un lugar de Dios en el que a los seres humanos les sea dado experimentar la presencia divina”.

Fiel al Concilio

El libro se termina con este expresivo aviso final: “Para quien quiere permanecer fiel al impulso ecuménico del Concilio Vaticano II, una cosa es segura: que solo un ecumenismo que anhela profundamente la unidad visible de la Iglesia, y que ora y labora por esa unidad, es fiel al Concilio y conducirá hacia un futuro esperanzador. Porque también, y especialmente en la recuperación ecuménica de la unidad visible de la Iglesia, se juega la catolicidad plena de la Iglesia y su testimonio digno de crédito en el mundo actual” (p. 278).

En la trilogía dimensional de la última parte y, a fuer de preciso, en la tercera dimensión, Koch escribe de la Iglesia católica y romana, y de la lucha ecuménica por la unidad de la Iglesia.

Estas últimas páginas (pp. 273-278) –en las que el purpurado suizo razona sobre unidad visible y catolicidad de la Iglesia bien asido a Joseph Ratzinger y a Walter Kasper, los dos grandes teólogos del tema–, leídas a la luz de las claves de interpretación adelantadas en el ‘Prólogo a la edición española’ (pp. 11-14), valen por todo el libro, y yo no dudo en recomendarlas vivamente a los profesores de eclesiología y de ecumenismo. Enhorabuena a Sal Terrae.

En el nº 2.950 de Vida Nueva.

Actualizado
17/07/2015 | 03:45
Compartir