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‘Intrigas evangélicas’


Un libro de José Laguna (PPC) La recensión es de Pedro Fraile Yécora

'Intrigas evangélicas', José Laguna (PPC)

Título: Intrigas evangélicas

Autor: José Laguna

Prólogo: Dolores Aleixandre

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid, 2015

Páginas: 96

PEDRO FRAILE YÉCORA | Frescura e incorrección política. Ambas palabras acompañan a estas Intrigas evangélicas, además del valor inestimable de su fácil lectura en temas arriesgados, como los exegéticos. Estamos demasiado acostumbrados a leer comentarios o propuestas sobre los evangelios que, en muchas ocasiones, no hacen sino redundar en lo mismo con corrección política, de forma que el lector tiene la sensación de andar por sendas transitadas, si bien con pequeñas aportaciones que salvan la lectura de ese libro. Puede parecer que los evangelios no pudieran tratarse de otra forma, bien porque las lecturas ya están fijadas, bien porque ya está todo dicho.

Craso error. Los evangelios siguen estando “abiertos”, y su lectura es siempre novedosa, incluso para quienes los conocemos desde niños. José Laguna consigue que nos animemos a leer los textos con ojos nuevos; y en verdad lo consigue de forma satisfactoria, coherente y amena. La frescura proviene de su propuesta, que si bien no es nueva, él la maneja con soltura.

El autor nos propone situarnos ante los evangelios con “otras gafas”, las del lector de una narración con intrigas, suspense, en la que el lector no lo sabe todo y el autor va dando pistas para que siga el argumento sin perderse. El lector lee el libro y el libro lee al lector. Para ello, se sirve de títulos originales, propios en muchos casos del vocabulario fílmico (the end, happy end, enfoque, flashback, etc.); en esta línea de intriga y suspense, nos previene diciendo que no podemos leer los evangelios presuponiendo saber el final (“el asesino es el mayordomo”, dice el autor de forma fílmica), pues condicionamos desde el inicio toda su lectura. Otras veces se sirve de términos modernos para calificar a Marcos como un “verdadero desastre en Márketing”; podrían parecer insolentes, pero no lo son en absoluto.

‘Pureza inicial’

El título del libro nos habla de Intrigas evangélicas. Y eso es lo que se propone, que leamos los cuatro evangelios como quien lee cuatro textos con cuatro intrigas distintas: planteamientos, insinuaciones, informaciones, apuntes distintos en todos. ¿Por qué no leer de una forma novedosa, que nos libre de la carga de pensar que ya conocemos los evangelios y su correcta y única interpretación? Eso sí, el autor pide una pureza inicial, una virginidad al leer los textos, de la que obviamente carecemos en muchos casos.

La incorrección política proviene de los dos últimos capítulos. En el penúltimo, una vez que ha pasado –sin detenerse, porque no es su objetivo, en múltiples aspectos y problemas que están ahí–, el autor nos propone cambiar de mentalidad. ¿Por qué tienen que reflejar los evangelios, o al menos eso pensamos inconscientemente, una imagen “uniformada” y “estereotipada” de Jesús? La respuesta precientífica buscaba una “concordancia” entre los textos para buscar la figura de Jesús, que solo indicaba su “miopía” a la hora de leer las cuatro narraciones. ¿Por qué no pensar en cuatro aproximaciones, que reflejan cuatro vivencias de otras tantas comunidades, con sus tensiones y dificultades propias, que se reflejan en los textos? Es el paso de la uniformidad a la pluralidad, sin que tengamos que renunciar a la fe en Jesús como Señor y Salvador. No hay que anular las diferencias, sino destacarlas para buscar una luz mayor.

Siendo este aspecto muy sugerente –que tampoco es suyo, sino que es una importante línea en la exégesis bíblica–, hay que destacar un segundo elemento de incorrección política. El autor nos propone que leamos una serie de textos conocidos con una perspectiva nueva: por ejemplo, la parábola del hijo pródigo desde la perspectiva razonable del argumento del hijo mayor; la parábola de los trabajadores de la última hora, desde la perspectiva de quien reivindica justamente sus derechos, etc. Los evangelios son textos abiertos, y no podemos repetir lo mismo con distintas palabras, o manejar las mismas estructuras cambiando los elementos secundarios. Hay una provocación a leer de nuevo, sin miedo, para ve8r qué mensajes tiene aún que decirnos el evangelio.

Es verdad que se le puede achacar que es un libro breve, donde, por fuerza, plantea muchos interrogantes que no tiene espacio para desarrollar. ¡Propone leer de forma nueva los cuatro evangelios! En este sentido, es un volumen que abre el apetito, que saca de caminos trillados y nos dice que aún tenemos mucho trecho por recorrer. Ahí está su gran valor: hay que leer de nuevo los cuatro evangelios con una nueva mirada, narrativa sin dejar a un lado la teológica, pero sin dejarse condicionar de antemano por ella. Damos la bienvenida a esta interesante, sugerente y atractiva obra.

En el nº 2.983 de Vida Nueva

Actualizado
08/04/2016 | 00:30
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