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‘¿Ha cambiado algo en la Iglesia después de los escándalos sexuales?’


Un libro de Amedeo Cencini (Ediciones Sígueme) La recensión es de José María Fernández-Martos, SJ

¿Ha cambiado algo en la Iglesia después de los escándalos sexuales?, libro de Amedeo Cencini, Sígueme

Título: ¿Ha cambiado algo en la Iglesia después de los escándalos sexuales? Análisis y propuestas para la formación

Autor: Amedeo Cencini

Editorial: Ediciones Sígueme

Ciudad: Salamanca, 2016

Páginas: 272

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJ | Amedeo Cencini, consultor de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, escribe en la frontera entre lo sacerdotal y la psicología. Y entra en la galería de los especialistas (Zollner, Cucci, Cozzens, Sperry), porque aborda con valentía los delitos de los sacerdotes que,“bajo el manto de lo sagrado –como dijo Benedicto XVI en el Año Sacerdotal–, hieren profundamente a la persona humana y le provocan daños para toda la vida”.

Es discutible si el tiempo transcurrido desde ese estallido es suficiente para saber si ha cambiado algo. En 2014 el escándalo alcanzó el clímax con Józef Wesolowski, detenido por abusar de chicos siendo nuncio en la República Dominicana. Su ordenador era un basurero. ¿Bastan las medidas tomadas por la Iglesia? ¿Seguíamos igual? ¿Qué habrá que hacer?

El libro se vertebra en torno a tres miradas: al pasado del estallido de los escándalos, de duelo al presente de las víctimas y esperanzada ante un futuro limpio de fallos personales o institucionales.

Mirando al pasado, reconoce pasos valientes de Benedicto XVI y de Francisco: reformas estructurales y jurídicas, la creación de la Pontificia Comisión para la Protección de la Infancia, la prolongación del tiempo de prescripción para delitos sexuales, la sinceridad ante los extravíos, y la escucha y protección de las víctimas. Pero, ¿estamos creando una nueva cultura que cierre la puerta a nuevos crímenes? Cencini no es pesimista ni cae en el moralismo, sino que tiene la valentía de observar la vida de tantos consagrados en la Iglesia, más allá de los escándalos.

Su mirada al presente es un abordaje cultural que descarta el tratamiento de cada síntoma individual. Invita a asumir la responsabilidad compartida en la “cultura del escándalo eclesiástico” o situación existencial y relacional en la que se abandonan la transparencia y la coherencia para deslizarse hacia la ambigüedad y la incoherencia. El enfoque cultural mira a las conductas como algo aceptable e influyente en el modo de vivir la sexualidad y el celibato. Las víctimas se dirigen a esa responsabilidad compartida queriendo escuchar “palabras fuertes, que desgarren la carne (…), quieren una Iglesia con el corazón sangrando”.

Mediocridad general

Su mirada al presente descubre bastante mediocridad humano-espiritual entre miembros del mundo eclesiástico. Celibato no transgresor, pero sin entusiasmo y pasión. Un celibato frío, insustancial, poco atractivo, sin grandes crisis y satisfecho con no cometer pecados, pero “alejado del enamoramiento como amor apasionado por Dios y los hermanos”.

Cencini arriesga que “los vergonzosos y despreciables abusos sexuales de algunos son efecto de la mediocridad general de todos en diferentes niveles”. La ausencia de valores fuertes trae presencia de valores perversos: “raposas pequeñitas” (Cantar 2, 15). Plano inclinado que parece inocente, pero se aleja de la alegría del tesoro descubierto y produce “una vida lastimosa de mil maneras”.

Fustiga a la mediocridad como “perversión” o camino que conduce a ella: “Cuando uno no tiende al máximo, ha emprendido el camino que lo conduce al mínimo”. Es un célibe “lleno de compensaciones, de migajas recogidas aquí y allá con bastante desfachatez moral y exhibidas también sin pena ni vergüenza…”.

En el presente descubre una mentalidad que no encubre o defiende al personal eclesiástico y una nueva sensibilidad que pide perdón, se encuentra con las víctimas y comparte la responsabilidad. Muestra del cambio institucional (2012) es el Centro para la protección de los menores que forma agentes por Internet contra los abusos sexuales.

Mirando al futuro, critica la sensibilidad antigua que se resiste a morir. Retrata a los “puros” que creen que los escándalos son de unos pocos que deben ser castigados y que se indignan al oír que “la mediocridad de los muchos abona y prepara la perversión escandalosa de los pocos”.

El autor mira al futuro pidiendo más exigencia en la admisión y aborrecer la cultura de la mediocridad. Alerta sobre el uso de Internet: “Quien se comporta con normalidad en las relaciones habituales directas, puede transformarse en una bestia cuando navega por Internet”. Sus capítulos sobre la Génesis y la Dinámica de un escándalo son sencillamente magistrales, al describir transiciones imperceptibles y mortales.

No hallaremos muchas lamentaciones, sino un análisis serio de las causas y propuestas para el futuro. Es un libro que debería ser leído y meditado por todos los que comparten algún tipo de responsabilidad en la selección de candidatos o en la dimisión de los dudosos.

En el nº 2.989 de Vida Nueva

Actualizado
20/05/2016 | 00:30
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