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Fernando Charry Lara: la geografía del deseo


El-poeta-en-1987

En la sintaxis del silencio, sus palabras cobraban alcances inusitados; lo real se horadaba con una singular profundidad y “la ciudad de nubes y agonías” revelaba al poeta ocultos recodos hacia la puerta “donde el amor golpea”: “Enrojece delira Bogotá como incendio/ que invade en luces gente bullicios/ luego el aire nocturno abriendo lunas/ y escondido en lo oculto un afán/ Oh tú que ignorada rodeas y estrechas y amas”.

Hace 10 años murió Fernando Charry Lara, una de las figuras más reconocidas de la poesía colombiana del siglo XX. Como bien ha hecho notar Patricia Trujillo, a él se debe que José Asunción Silva terminara siendo reconocido, en nuestros días, como el iniciador de la poesía moderna en Colombia. Pero, además, a la ambición artística de Charry Lara se debe que junto a las voces de Silva, Mutis, Rogelio Echavarría y Aurelio Arturo, su voz forme parte de aquellas que han hecho de la poesía en Colombia un proceso de conocimiento interior, una crítica a la realidad cuando es estrecha y un trabajo con el lenguaje para descubrir nuevas facultades de la expresión.

El temperamento poético de Fernando Charry Lara anima sus versos tanto como está presente en la prosa característica de su ejercicio como crítico literario. Por eso, acompañadas de unas anotaciones biográficas, estas líneas, escritas a manera de homenaje, presentan esta doble dimensión de su perfil literario.

Individualidad entrañable

El poeta Jaime García Maffla señala que Fernando Charry Lara nació el 14 de septiembre de 1920: “el año es especial, pues da inicio a los ‘dorados años veinte’, década de transformaciones en todos los órdenes: la técnica, las artes, la ciencia, la poesía y la literatura, que llegan a los llamados ‘Movimientos de Vanguardia’ como el ‘dadaísmo’ y el ‘futurismo’ en Europa y el ‘ultraísmo’ y el ‘creacionismo’ en Hispanoamérica (…) Recuerda el propio Charry: «Fueron años invadidos de poesía, de teoría poética y de polémicas sobre la lírica moderna»”.

En una página autobiográfica titulada Sobre mis primeros poemas, Charry Lara informa acerca de sus primeras lecturas. Entre ellas se cuentan poemas de G.A. Bécquer y José Asunción Silva. Se suma a lo anterior la lectura de Baudelaire, de Rubén Darío y de poetas simbolistas como Georges Rodenbach y Albert Samain

Otro hallazgo definitorio por aquella época: la antología Poesía española contemporánea, de Gerardo Diego, en la cual aprendió a amar la poesía de Luis Cernuda y de Vicente Aleixandre. En su página autobriográfica, comenta Charry: “Representaban (estos últimos) lo contrario de la oratoria y de la declamación que ya empezaba a detestar en mucha poesía colombiana, hispanoamericana y española”. Según el autor, nuestras letras ya habían venido soportando, por ejemplo, la desatada imitación de los romances lorquianos: “el puntual formalismo de algunos me despertaba la repulsión que había experimentado ante los ejercicios escolares para escribir versos”. La dura crítica da cuenta de su decidida toma de distancia respecto a aspectos que caracterizaban las letras de autores de generaciones anteriores. Especial mención requiere su visión de la polémica entablada con la agrupación de Piedra y Cielo, en algunos de cuyos poemas veía “una escritura unilateral, repetida, parecida siempre a un modelo, como lo es el encaje hecho a máquina, precioso de antipática perfección… Los escritores de esta fase proceden en línea, en grupo, para su creación y su crítica. No existe en ellos individualidad entrañable”.

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Su propia individualidad la fue encontrando al ritmo de su ejercicio como lector de poesía, compartiendo la vida académica con la literaria, “la creación con el estudio, la obligación con la meditación”, en palabras de García Maffla. Éste último anota que hacia el final de los años escolares, por medio de su profesor, Rafael Carrillo, Charry Lara trabó amistad con “alguien cuya obra poética influiría decididamente en sus propios versos, Aurelio Arturo, autor de Morada al sur”. “En raras ocasiones llega el conocimiento de una obra poética no sólo a producir el asombro, sino, más aún, a mover el ejercicio de una vocación. De mí quiero afirmar que cuando la pasión inicial por la poesía se dispersaba entre varias direcciones no coincidentes con aquello que, más tarde, ha logrado en parte expresarla, pude reconocer en los poemas de Aurelio Arturo una orientación hacia nuevas posibilidades de concebir lo lírico”, declaró Charry años después.

En 1939 el poeta inició estudios de Derecho en la Universidad Nacional. Los años siguientes verán la aparición de sus primeros poemas en el Suplemento Literario de El Tiempo y en la Revista de Indias. Su contacto con la poesía de la época estuvo mediado por la lectura de los suplementos de diarios como La nación y La Prensa, de Buenos Aires, y de otras publicaciones periódicas como Tierra Nueva, Taller y Cuadernos Americanos; a esto se suma su participación activa en las tertulias del famoso café Asturias.

En 1943 concluyó sus estudios de Derecho y pasó a trabajar como director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad Nacional. Un año más tarde, en los cuadernos de Cántico, salió a la luz la primera edición orgánica de sus versos. En 1945 fue nombrado director de la Radio Nacional de Colombia, cargo que desempeñó por cerca de un año.

9 de abril de 1948: el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán recrudeció la violencia en campos y ciudades. Años más tarde, la poesía de Fernando Charry Lara daría cuenta de la herida histórica: “Desde el balcón a la plaza veías negros jinetes cruzar (…) Los recuerdas, atroces de frío y de noche, caer sobre frágiles chozas (…) quebrar cuerpos, manchar de sangre muros y luego perderse”. Tiempo atrás había escrito: “La poesía es una actitud de esperanza ante el mundo; un sueño de lo que él llegue a lograr y de lo que alcance a no dejar perder. Es, pues, un acto de fe en las posibilidades del hombre”…

Crítico y poeta moderno

Según indica Patricia Trujillo, Charry Lara siempre concibió la crítica literaria como parte integral de su labor como poeta. Por eso junto a la publicación de sus tres libros de poesía (Nocturnos y otros sueños (1949), Los adioses (1963) y Pensamientos del amante (1981)), el autor desarrolló reflexiones acerca de la obra de distintos poetas y participó en las polémicas de su tiempo. “En esos debates formó sus criterios de valoración y los principios que consideraría fundamentales en su labor como escritor”, señala Trujillo.

A continuación referiré algunos de estos principios, a partir de la exposición que hace Patricia Trujillo en su artículo Fernando Charry Lara: poeta y crítico moderno: “Charry afirmó que los integrantes de su generación eran conscientes de que debían poner su obra en un plano de mayor responsabilidad estética que sus predecesores, esto es, de que debían escribir poesía a partir de una reflexión crítica sobre el arte”. El volumen Lector de poesía, publicado por primera vez en 1975, incluye escritos críticos sobre diversos poetas que el autor elaboró como una manera de esclarecer su oficio. A dichas páginas se suman otros textos que no han sido recopilados aún.

Trujillo señala que “Charry se opuso a lo que veía como una limitación de la poesía a lo meramente formal, es decir, a sus sonidos, giros, rima y formas sintácticas, y sostuvo que la concepción de la poesía como arte combinatorio del lenguaje excluía ‘otros elementos, de raíces intelectuales y sentimentales, racionales e intuitivas, conscientes e inconscientes, que han actuado siempre en la creación poética’”. 

El autor hablaba de la poesía como “esclarecimiento”, como vigilancia de los estados interiores que están en el origen del poema; como un proceso de conocimiento, de ahondamiento en la propia intimidad. La poesía así entendida concilia la exploración del sueño y del inconsciente, a través del rigor consciente de la composición.

14--Fernando-Charry-Lara-en-su-estudio,--1948Trujillo explica que “al convertirse en imagen de una realidad más plena, la poesía criticaba las insuficiencias de la vida cotidiana”. “La poesía es una invitación a la rebelión y, por lo tanto, no una fuga de la realidad, sino un deseo de transformarla en algo menos estúpido y mecánico, en algo más libre e individual”, señaló el poeta, por su parte.

Según la autora, la afirmación de la poesía como rebelión ante una realidad limitada y la filiación romántica de las ideas de Charry sobre la poesía como una exploración y como un medio de conocimiento interior “se debe, en parte, a la apropiación de las ideas expuestas por Cernuda”.

“Además, la distinción que hizo Cernuda entre el valor expresivo de la poesía y su valor elocuente sería fundamental en la articulación de las ideas de Charry sobre la función de la poesía”. Charry adoptó esta idea del valor expresivo como medida de la excelencia de un poeta: “Solo mediante un estudio riguroso de las facultades expresivas del lenguaje se podía llegar a ‘manifestar los estados más intraducibles de la sensibilidad’”, indica Trujillo.

Llama de amor viva 

Según Rafael Gutiérrez Girardot, la poesía de Charry Lara se caracteriza por establecer un asedio poético a la poesía bajo el signo del erotismo. El artista se halla abierto a una realidad más allá de sí, cuya voz presiente, cuyos ecos ansía y cuyo amor declara. Para aproximarse al Eros poético, para ahondar la pasión amorosa que experimenta hacia la poesía, Charry Lara recurre a imágenes del “amor terrenal”. Señala Gutiérrez: “En Fernando Charry Lara el Eros no es ‘pecaminable’: es, lo mismo que el amor terrenal, fuego, busca, desafío, pena, derrotas, sueño, noche, sensualidad, en una palabra, vida plena, autenticidad”. 

En consecuencia, la obra poética del bogotano constituye “un desafío, una serena protesta, un llamado a que el hombre plenifique su vida por medio de un Eros que oponga a la lucha por la vida la lucha por el amor”. En sus libros, el autor trata a la poesía con imágenes de muslos, de labios abiertos, “casi piel casi mujer”. A la presencia más allá de sí reclama: “quiero que entre mis brazos lenta oscura/ desnuda surja la verdad del mundo”. Con palabras de todos los días, trasfigura el significado, para ampliarlo y penetrar en su vínculo con aquella llama de amor viva; a la orilla de “su cuerpo” espera que llegue la palabra desde el lugar de “los inasibles brazos”; “esa palabra suya le iba a ser quemadura”.

Texto: Miguel Estupiñán. Fotos: Instituto Caro y Cuervo.

Actualizado
21/09/2014 | 00:00
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