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‘El paráclito’


Una obra de Sergui Bulgákov (Sígueme). La recensión es de Pedro Langa, OSA

El paráclito  Autor: Sergui Bulgákov (Sígueme)

Título: El paráclito

Autor: Sergui Bulgákov

Editoriales: Sígueme

Ciudad: Salamanca, 2014

Páginas: 496

 

 

PEDRO LANGA, OSA | Total acierto el de Sígueme con esta obra clásica de Sergui Bulgákov (Livny, Rusia, 1871–París, 1944), el más importante teólogo de la Rusia ortodoxa del siglo XX y figura estelar del Instituto de Teología Ortodoxa de San Sergio, en París, donde crea un sistema dogmático centrado en el análisis del atributo divino de la Sabiduría, que desarrolla en la Trilogía fundamental: el Verbo Encarnado, el Paráclito, la Esposa del Cordero (la Iglesia), y en la Trilogía menor: la Zarza ardiendo, el Amigo del Esposo, la Escala de Jacob. Dedicado a formar teólogos, evangelizar Europa y practicar el ecumenismo, su mayor deseo fue idear una teología ortodoxa original no solo con respecto a la católica, sino también a la protestante y a la filosofía alemana. Las raíces de su teología hay que buscarlas en la filosofía sofiánica de Soloviev y Florenski. Inspirado en Gregorio Palamás, él la expone con inteligencia y ardor.

Denso y profundo tratado, pues, que se abre con largo estudio histórico introductorio sobre la pneumatología patrística, seguido de cinco capítulos:

  • 1. ‘El Lugar de la Tercera hipóstasis en la Santísima Trinidad’ (trata del número Tres de las hipóstasis divinas, cuyo principio teológico quiere buscar en la vida del espíritu personal).
  • 2. ‘La procesión del Espíritu Santo’, donde desciende a la polémica greco-latina del Filioque, infructuosa según Bulgákov, quien propone una nueva vía (coincidente con su modelo trinitario basado en la autorrevelación intratrinitaria).
  • 3. ‘Espíritu de Dios y Espíritu Santo’, verdadero ejercicio de teología bíblica sobre la distinción entre el Espíritu en cuanto naturaleza o condición de la divinidad y el Espíritu Santo personal.
  • 4. ‘La díada del Verbo y del Espíritu’, quizás el capítulo más arduo y bello, dedicado a la relación del Verbo y del Espíritu en la Sofía divina y en la Sofía de creación: presenta las relaciones del Espíritu Santo con la naturaleza y la creación en general.
  • 5. ‘La revelación del Espíritu Santo’ –el más personal e importante de la obra–: su eje es la kénosis del Espíritu y se puede leer como tratado de teología espiritual que evoca la presencia y obra del Espíritu Santo en todas las formas del amor.

El Pentecostés histórico es la primicia en el mundo del Pentecostés definitivo. El secreto más hondo de la revelación cristiana es la Divinohumanidad (concepto básico en la reflexión de los teólogos rusos: bien como Divinohumanidad, bien como Teantropía. La primera da paso al uso en cuanto realidad procedente de la encarnación del Verbo; y la segunda es más conceptual). Lo divinohumano expresa muy bien la unión de lo humano y lo divino, sin separación ni confusión, en una misma realidad personal: Bulgákov no hace ahí sino seguir de cerca el dogma de Calcedonia.

Obra difícil para el gran público. Deliciosa, no obstante, para los especialistas. Su lenguaje técnico, de innovaciones apenas traducibles, dificulta no poco su lectura, o más exactamente, su comprensión; igual que la doctrina de la Sofía divina y la Sofía creatural. La Sofía es, en realidad, argumento tradicional y muy fecundo: las mismas Confesiones de san Agustín culminan, de hecho, como apunta el editor, en un himno a la sapientia creata, la Jerusalén del cielo, la creación inserta para la eternidad en la Sabiduría divina (cf. Conf. 12, 15,19-21).

Destacables, por otro lado, la belleza y la profundidad de los desarrollos sobre el dinamismo del amor kenótico, por el que una persona vive en la otra y de la otra: hace que Dios albergue en sí mismo el sufrimiento y el gozo, como sacrificio y victoria del amor. Es, asimismo, digno de nota el tema del silencio intradivino, colmado por el Espíritu en uno de los momentos decisivos. De piedra blanca entiendo también su visión de la libertad cristiana en el Espíritu, donde son precisas, en igual medida, la abnegación de la obediencia y la verdadera audacia de la creatividad. A destacar, en fin, la presencia constante de la Pneumatófora, María llena del Espíritu, anticipo de la humanidad redimida.

Esta obra no es tanto una especulación original acerca del dogma trinitario cuanto un esfuerzo llevado hasta la agonía por extraer de la piedra del dogma hasta la última chispa de verdad, que pueda dar aliento, inspiración y esperanza a la vida cristiana. Bellas y densas páginas sobre las grandes cuestiones con que el hombre interroga a la fe en el final de la modernidad. Libro de madurez y muy útil para la historia de la Iglesia, la espiritualidad, la patrística, la dogmática, la teología medieval y el ecumenismo.

Un tema de moda

Crece cada día en Occidente la moda por los temas bulgakovianos: v. gr. Louis Bouyer, cercano a las intenciones de la sofiología, y H. U. von Balthasar, menesteroso aún de un estudio comparativo. Sígueme dispone de obras oportunas para el contraste con esta: El Espíritu de la vida, de J. Moltmann; El Espíritu Santo, de E. Schweizer; y Sobre el Espíritu Santo, de Y. Congar.

El Paráclito centra la citada Trilogía fundamental y está dedicado a la Sabiduría divina como Divinohumanidad, es decir, como la íntima y eterna comunión del amor trinitario con la creación, el hombre y el mundo, inaugurada en el Verbo Encarnado. Abre dicha trilogía El Cordero de Dios. La cierra La Esposa del Cordero. Culmina, en fin, con un epílogo que es, en realidad, el primer trabajo de la Trilogía, ya que resulta un tratadito sobre Dios Padre que sintetiza todos los desarrollos del presente libro y constituye uno de los tesoros de la contemplación trinitaria del autor ruso.

Felicitación y gratitud, por tanto, a Sígueme y a Francisco J. López Sáez por su fina presentación de la obra.

En el nº 2.943 de Vida Nueva.

Actualizado
28/05/2015 | 11:39
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