Libros

El camino del alma hacia el amor


Una obra de Miguel de Santiago (Universidad Pontificia de Salamanca, 2012). La recensión es de Xabier Pikaza

El camino del alma hacia el amor, Miguel de Santiago, Universidad Pontificia de Salamanca

Título: El camino del alma hacia el amor. Obra poética y comentarios

Autor: Miguel de Santiago

Editorial: Universidad Pontificia de Salamanca, 2012

Ciudad: Salamanca

Páginas: 580

XABIER PIKAZA | Miguel de Santiago (Fuentes de Nava, Palencia, 1948), sacerdote y periodista, ha trabajado en Informaciones y en la COPE y en TVE (Últimas preguntas) y en Ecclesia, donde ha sido redactor jefe, hasta su reciente jubilación. Como periodista, ha sido de aquellos que han marcado la nueva presencia de la Iglesia en los medios de comunicación, desde la transición posfranquista, con Martín Descalzo y Unciti, Lamet y Ortega, por citar unos ejemplos.

Pero él ha sido y es, sobre todo, poeta y pensador, abierto a la comunicación personal que se centra en la Palabra, repetida siempre y siempre nueva, que recoge y formula la experiencia del misterio, que no puede demostrarse, pero puede y debe decirse y comentarse, como fuente de conocimiento.

Así fueron los grandes poetas de la Biblia (profetas), que forjaron sus poemas con el dardo de Dios, y que después ellos mismos o sus continuadores comentaron en libros de denuncia social y reflexión orante. Así fue Jesús, creador de poemas (parábolas) que él mismo explicó con su doctrina y su vida.

Así san Pablo, que retomó los más hondos poemas y cantos de la Iglesia (cf. Flp 2, 6-11), para comentarlos y explicarlos en fuerte prosa. Así Juan de la Cruz, poeta y teólogo supremo, que compuso cantos salidos del alma y de su vida, para comentarlos luego en otro registro conceptual y discursivo; él no tuvo tiempo para recoger en un libro unificado sus poemas y comentarios (¡murió con 49 años!), pero quiso la fortuna y providencia que ellos se publicaran unidos más tarde formando un enorme testamento de vida.

Este libro no es un testamento de M. de Santiago (muchos años de creación le deseamos), pero marca una etapa significativa de su vida. Ciertamente, como historiador y periodista, ha escrito centenares de trabajos. Algunos están citados en la web de su pueblo. Pero sus obras fundamentales son estos libros de poemas, publicados en diversos momentos de su vida, recogidos y comentados ahora en este volumen, que consta de tres partes:

1. Poemas (págs. 30-234). Son la semilla y contenido principal del libro, como el alma escondida y revelada del autor: Catálogo de insomnios (1967-1975): recuerdo de infancia, explosión de experiencias y esperanzas; Parábolas del sueño (1996): tras casi veinte años de silencio poético, inmerso en la dureza y encanto/desencanto del trabajo, M. de Santiago sintió la necesidad de decirse otra vez, dando palabras a los sueños de Dios que le anegaban; Vigilia, Premio Fernando Rielo de Poesía Mística (1996): en medio de esa noche y batalla, interior y exterior, eclesial y social, publicó estos poemas, como un “pregón de Pascua”; Recordatorio, Premio Antonio Machado de Poesía (1997): recoge diecinueve elegías de memoria de la vida que perdura venciendo a la muerte, como había hecho su paisano Jorge Manrique; Variaciones sobre una partitura de Vivaldi, Premio de Poesía Provincia de Guadalajara (2001): retoma el motivo de las estaciones de la vida, como tiempo para (y desde) Dios.; La siega: libro inédito de veinticinco poemas que evocan la vida de siembra y siega de Dios.

2. Comunicación de la experiencia de lo sagrado (págs. 234-313). Hondo ensayo sobre el carácter teológico de la poesía (especialmente la mística) y, especialmente, sobre la identidad poética de la teología. Sabe el autor que la teología escolástica ha sido más racional (dialogando con la filosofía), y cierta teología moderna más social (dialogando con problemas económicos, políticos y éticos). Sin negar eso, Miguel de Santiago sostiene que la teología es más poética que argumentativa, como supieron muchos Padres de la Iglesia; en el fondo, ella no “razona” ni demuestra, sino que expone en palabras que siguen siendo poéticas (simbólicas) una experiencia originaria de belleza sanadora. El bien ético (agathos) pierde su base si no tiene un contenido estético (kalos).

3. Comentario de la obra poética (págs. 315-561). Pasados los años, en la madurez de su vida, el mismo M. de Santiago ha querido retomar de manera reflexiva sus poemas, no para descifrar lo que ellos dicen (los poemas nunca se descifran, hay que dejar que sean lo que son: ¡mira la rosa!), sino para situarlos en otro espacio simbólico de experiencia y vida. No intenta explicar sus símbolos, sino enmarcarlos dentro de su peripecia vital, intelectual y social, para que puedan leerse como lo que son, pero en otro plano. Sabe bien que los poemas no son unívocos, de forma que, como decía san Juan de la Cruz en la introducción al comentario del Cántico, tienen ellos varios sentidos y cada uno puede interpretarlos en perspectivas distintas. Dicho eso, he de añadir que el comentario del autor es bueno, muy bueno, pero no puede tomarse como normativo; otros podemos descubrir otros matices importantes para comentarlos con el mismo autor.

Esta es la obra más importante de Miguel de Santiago, un tipo de “almario” que recoge y ordena algunas voces importantes de su vida, con recuerdos campesinos, un intenso deseo de Dios, un humanismo atento a todos. En este mundo y momento en que casi todo pasa rápido y se olvida en unos días o semanas, M. de Santiago, gran periodista de noticias pasajeras, ha querido dejarnos la noticia duradera de sí mismo, hecha poema y comentario en prosa, para que así podamos verle y seguir caminando con él, en una vida que le deseamos jubilosa, jubilado ya de otros afanes, con la madura juventud que le permite iniciar nuevas travesías.

En el nº 2.885 de Vida Nueva

Actualizado
07/03/2014 | 06:09
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