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Crisis ambiental: es hora de dar respuestas eficaces


La colección Visiones sobre el ambiente, del Grupo Editorial Lumen, es un buen instrumento de reflexión y de acción ante la problemática socioambiental. Además, presenta la perspectiva cristiana necesaria para una visión integral de nuestro compromiso por una vida digna y saludable de la humanidad, cuidando su entorno natural.

En el primer tomo —Cambio global: la humanidad ante la Creación— se presenta la historia del universo y la historia de la civilización, con énfasis en momentos claves que cambiaron su historia y también impactaron al planeta. También se aborda la convergencia de las acciones propuestas desde la comunidad científica que estudia las ciencias sociales y ambientales, y las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia.

El segundo tomo de esta colección es Atmósfera: la piel de la tierra, una investigación bajo la coordinación de Pablo Canziani y de Graciela Canziani, que invita al lector a integrarse a los que asumen la responsabilidad común de dar respuestas eficaces a los problemas que afectan a la atmósfera. Y esos problemas son la contaminación, el adelgazamiento de la capa de ozono y el cambio climático.

Nuevo estado de conciencia

Uno de los grandes temas debatidos en el mundo, en los distintos espacios sociales, culturales, económicos y religiosos, es el de la vida humana y su relación con la naturaleza. Esto inquieta a sociólogos, antropólogos, políticos, economistas, ecologistas, filósofos, teólogos y pastores de la Iglesia. En cada uno de estos campos, los interrogantes más comunes se centran en el significado de la naturaleza y en el compromiso que de este se desprende.

La ecología se ha convertido en el contexto de todos los problemas sociales de la humanidad, de la educación, el proceso industrial, la urbanización, la democracia y la política, el derecho humano y la reflexión filosófica y religiosa.

A partir de la ecología, se está imponiendo un nuevo estado de conciencia en la humanidad, que se caracteriza por una mayor benevolencia, más compasión, más sensibilidad, más solidaridad entre los seres humanos hacia la Tierra y hacia la necesidad de su cuidado, y la administración responsable de los recursos naturales y ambientales. Desde esta perspectiva, mantenemos viva la esperanza en recuperar la armonía entre la persona humana y los bienes de la creación. Como dice Leonardo Boff: “Dios nos enseña a través de dos libros: por el libro de la Creación y por el libro de las Escrituras inspiradas. Todas las tradiciones de los pueblos testimonian las lecciones que el universo creado nos ofrece. Un universo que viene cargado de mensajes. Los espíritus atentos pueden aprender de él sabiduría y grandes virtudes”.

En la JMJ Río 2013, el papa Francisco envió un gran número de mensajes importantes no solo para los católicos, sino para toda la humanidad. Hizo una llamada para “respetar y proteger toda la Creación, la cual Dios se la confió al Hombre, no para que fuera indiscriminadamente explotada, sino para que fuera un vergel”.

Desde el punto de vista cristiano, el mundo físico se nos presenta principalmente como fuente de subsistencia, casa de encuentro y signo de lo trascendente que posee el aire, el agua y el suelo.

Desde nuestra fe cristiana sabemos que “hemos de cuidar el medio ambiente: este ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive con libertad responsable, teniendo siempre como criterio orientador el bien de todos” (Benedicto XVI, Mensaje por la Paz, 1 de enero de 2008, Nº 7). La tierra es la “casa” de la humanidad, y es la única que alberga a personas de diversas culturas, etnias, nacionalidades y razas.

Muchos de los conflictos socio-ambientales se deben porque a la naturaleza se la considera como una fuente exclusiva de riqueza, sin tener en cuenta a la persona humana y su entorno natural.

Poco a poco, vamos tomando conciencia de la necesidad de los “derechos de la naturaleza” y de la “justicia ambiental” que se sustenta en el respeto y en la distribución solidaria de los bienes.

La Iglesia, por su parte, por encima de toda legítima posición política, tiene una gran responsabilidad con la Creación y siente el deber de amarla y, por lo mismo, de defenderla como un don de Dios para todos los seres humanos; y sobre todo, de proteger al ser humano frente al peligro de la destrucción de sí mismo.

Agradezco y felicito a Pablo y a Graciela Canziani por ofrecernos sus valiosas reflexiones, en orden a una acción conjunta en defensa y protección de la vida y de la naturaleza, nuestra “casa común”.

Pedro Ricardo Barreto Jimeno, SJ

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ATMOSFERA : LA PIEL DE LA VIDA 1

Génesis, ciencia e historia de la atmósfera y de su crisis

Pablo Canziani. Graciela Canziani

Lumen

Buenos Aires, 2015

272 páginas

Actualizado
07/02/2016 | 00:00
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