En ‘El revés de la trama’, una novela de Adolfo Bioy Casares (BackList). La recensión es de Javier Morales
–
Título: Borges
Autor: Adolfo Bioy Casares
Editorial: BackList
Ciudad: Barcelona, 2011
JAVIER MORALES | El año 2014 se celebraron varias conmemoraciones, pero una que pasó más o menos desapercibida en nuestro país fue la del nacimiento del escritor argentino Adolfo Bioy Casares, autor –entre otras obras– de La invención de Morel, una novela perfecta, según Borges. De alguna forma, Bioy había conseguido plasmar lo que ambos (especialmente Borges) habían teorizado sobre lo que debería ser una novela y el maestro supo reconocerlo.
Borges y Bioy conforman una de las amistades literarias más legendarias y de mayor alcance de las letras hispanas. Se conocieron en 1931. Para entonces, Borges era ya uno de los escritores argentinos más importantes (aunque todavía no había escrito las obras que le darían fama mundial) y Bioy un “muchacho con un libro publicado en secreto”, según escribió el propio Bioy. Para sorpresa de Bioy, mientras paseaban, Borges le preguntó por sus libros preferidos. Se inició una conversación en torno a los libros y tramas de libros que duraría prácticamente hasta la muerte de Borges, a pesar del distanciamiento de los últimos años.
Cuando Bioy se casó con Silvina Ocampo, Borges solía ir a cenar a su casa prácticamente todas las noches. Desde 1947, Bioy anotaba en su cuaderno las conversaciones mantenidas en torno a los temas más variados: desde la política a la filosofía y, por supuesto, la literatura. La editorial BackList publicó hace unos años una edición reducida de estas conversaciones, una joya no solo para los borgianos, sino para cualquier amante de los libros.
El 11 de abril de 1960 anotó en su libreta: “Borges: como dijo Chesterton, uno se pasa la vida descubriendo que los otros tienen razón. Hoy, en contra de lo que siempre sostuve, Cervantes, Lope de Vega, incluso Góngora, me parecen superiores a Quevedo. Quién sabe si todos ellos no tienen razón y el mejor poeta español es Fray Luis. Quevedo es una suerte de malevo, un espadachín. Si leyó mucho, de nada le sirvió. Parece de cartón, sin alma. A diferencia de Cervantes, no es capaz de sentimientos ni de ternura”.
En el nº 2.929 de Vida Nueva.
