Libros

‘Biología y Espíritu’


Un libro de Andrés Moya (Sal Terrae, 2014). La recensión es de José Ramón Amor Pan

 

Título: Biología y Espíritu

Autor: Andrés Moya

Editorial: Sal Terrae, 2014

Ciudad: Santander

Páginas: 168

 

JOSÉ RAMÓN AMOR PAN | La Compañía de Jesús en España está haciendo un gran servicio en el fomento del diálogo entre ciencia y fe a través de la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia Comillas y de los libros que publica la editorial Sal Terrae. Si este servicio ya es digno de encomio en sí mismo, lo es mucho más por el paupérrimo contexto en el que se desarrolla, apenas preocupado por estas cuestiones, cuando en cualquier otro país de nuestro entorno este es un ámbito privilegiado de análisis, estudio y debate riguroso.

Quien escribe el libro objeto de esta breve reseña no es doctor en Teología, como cabría pensar, sino en Biología y en Filosofía, catedrático de Genética en la Universidad de Valencia, presidente de la Sociedad Española de Biología Evolutiva y Premio Nacional de Genética 2012. Y la tesis del mismo es bien sencilla: es posible superar el divorcio existente entre las dos culturas, la científica y la humanista.

“Planteo una enseñanza en paralelo, y mutuamente enriquecedora, entre ciencia y no ciencia, y que el individuo perciba que su instrucción en ciencia se hace filosófica o poética, y su filosofía y poesía, científica. Es así como con tal aproximación ganaremos al tiempo en conocimiento y en sabiduría (…). La ciencia puede ser un juguete perverso en manos de un ser inhábil. Pero si ese ser está suficientemente instruido en esta doble vía formadora, tenemos mucho ganado a sus posibles perversiones”, escribe en la página 73.

Dosis de humildad

El autor no es reduccionista y, por consiguiente, tampoco es determinista. Apela, más bien, a la complejidad de la realidad como paradigma de análisis, que provoca en cualquier intelectual que merezca tal calificativo una alta dosis de humildad. Alerta contra planteamientos ideológicos y económicos simplistas que falsean la realidad. Y está preocupado por la capacidad creciente y reconocida de autointervención: “La humanidad se puede ver comprometida con tal práctica y, por ello, es necesario que reflexionemos sobre, o nos anticipemos a, lo que podría ocurrir si ella deviniera rutinaria en el futuro. El pensamiento humanista debe enfrentar tal reto” (pp. 121-122).

A lo largo del libro están muy presentes las neurociencias, tal vez el ámbito científico que más dilemas antropológicos, éticos, legales y políticos va a provocar en el futuro inmediato. No escapa a su análisis la cuestión de los cíborgs y de la inteligencia artificial. Y como no hay una Arcadia feliz adonde regresar, es necesario abordar con sabiduría todas estas cuestiones.

Tal vez el punto menos estudiado sea el de la espiritualidad, por lo que –en mi opinión–lo menos acertado de esta obra es, precisamente, el título de la misma. Y aunque sea un ensayo de divulgación, algunas notas tampoco estarían de más.

En el nº 2.929 de Vida Nueva

Actualizado
13/02/2015 | 04:09
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